0.4-0.6 0.4 Covadonga en la Literatura (I) Cayo González Gutiérrez Múltiples son las aproximaciones que se pueden hacer a la literatura en torno a Covadonga y sus principales protagonistas. Desde autores prácticamente desconocidos hasta algunos de los ejores autores literarios, muchos han sido los que han creado obras, a veces breves, a veces muy tensas; unas ciertamente que se pueden olvidar y no hacer ni mención de ellas por su escaso valor literario, y otras que han merecido el honor de la permanencia, del aplauso de lectores o espectadores, y del sincero y elogioso comentario de los críticos literarios.Muchas son las fuentes en que podemos adentrarnos para conocer todo lo que se ha escrito sobre Covadonga, sobre la Santina, sobre Pelayo. Entre la ya abundante bibliografía (que iremos presentando y comentando en sucesivos números) encontramos referencias de novelistas tan importantes como Clarín, Palacio Valdés, Concha Espina; de poetas como Zorrilla, Hartzenbusch, Alfonso Camín, Ramón de Campoamor, Teodoro Cuesta, José de Espronceda, Cristóbal de Mesa. También encontramos dramaturgos como Jovellanos, Fernández de Moratín, Manuel José Quintana, Lope de Vega, el Duque de Rivas... Sin duda podemos conceptuar como literatura los escritos muchas veces fronterizos entre la historia y la leyenda. Ciertamente son muchas las leyendas en torno al Real Sitio, empezando por los episodios cuyo centro es Pelayo, antes y después de la batalla, y muy especialmente toda la tradición legendaria en torno a la Virgen, la montaña, la cruz, los desprendimientos... Muchas de ellas han sido recogidas por autores muy conocidos como Andreu Valdés, Constantino Cabal, Fermín Canella, García Villada, Cáceres Prat... En la propia historia hay obras que preservando la verdad histórica la enriquecen con episodios verosímiles aunque no demostrados, pero todo ello ha ido magnificando el nombre y la realidad de Covadonga. La Poesía Oradores como Vázquez de Mella, cartas de viajes (Ambrosio de Morales y otros), algún artículo de Clarín, inician la nómina de ensayistas que difundirán el nombre y la situación (muchas veces deprimente) de la montaña sagrada. Me he referido hasta ahora a ejemplos (no están todos los que son) de autores consagrados por el pueblo y por la crítica. Pero hay muchos otros escritores, cuya escasez de obras o su desconocimiento, han impedido que trasciendan sus aptitudes literarias (recuerdo a tantos colaboradores de las Revistas Covadonga y Luces del Auseva, Manuel García, Luciano García, Emiliano de la Huerga...). De todas formas parece que aún falta el autor o autores o quizá el grupo de escritores que publiquen mucho y bien sobre la historia, leyenda e importancia de nuestra montaña más emblemática. Otros lugares con muchos menos méritos han encontrado sus juglares, rapsodas, poetas, novelistas, que han engrandecido y sublimado sus orígenes y que alientan su constante crecimiento y reconocimiento.Falta el Ercilla de Covadonga, o el Virgilio que ensalce sus extraordinarios paisajes. Es cierto que hemos tenido una novelista ejemplar, Concha Espina, que ha novelado y presentado magníficamente la cuna de la econquista con todos sus alrededores. Afortunadamente no está totalmente ausente la literatura en bable, especialmente la poesía. He querido dar una primera visión panorámica de todo lo que se ha escrito sobre Covadonga, mejor dicho, de mucho (nunca se conoce todo). A veces sólo podré hacer referencia a obras desaparecidas, agotadas, ilocalizables. En otras ocasiones el esfuerzo y dedicación han dado sus frutos y he podido rescatar alguna obra que no merecía el olvido. Comenzaré por la base y origen de toda literatura, la poesía, aunque en este caso la épica no sea muy rica. En sucesivas entregas recordaremos las leyendas y la historia, la novela, el teatro, el ensayo. Y siempre presentaré fragmentos que ilustren la existencia de una literatura sobre Covadonga La poesía en torno a Covadonga ha sido lo suficientemente fecunda a lo largo de los siglos, aunque no se pueda hablar de muestras excelentes. Nuestros mejores poetas rara vez se han acercado a Covadonga ni han cantado sus hechos, sus héroes, paisajes. Referiré sucesivamente la poesía épica existente en torno a los inicios de la Reconquista, no muy abundante: romances, poemas épicos, cantos...Posteriormente repasaremos algunas de las poesías de más carga lírica y religiosa, la poesía muy abundante en torno a la Virgen, a la Cueva y al paisaje, y terminaremos con algunas de las muestras de poesía en bable (una alusión imprescindible) sobre nuestro tema, por desgracia poesía en bable en torno a Covadonga antes del siglo xx. Son pequeñas calas en épocas y poetas, pero en ningún caso quiere ser una exposición exhaustiva de toda la poesía escrita en torno a Covadonga. Tan sólo pretendo recuperar algunas composiciones (casi siempre fragmentarias por razones de espacio) de difícil acceso por su antigüedad y por su ubicación.En los tres apartados principales de este artículo (épica, lírica, en bable) seguiré el orden más o menos cronológico que facilita la evolución de la mirada sobre Covadonga de ayer y de hoy. Poesía épica Ha sido el polifacético escritor Acacio Cáceres Prat uno de los pioneros en dedicar un amplio libro a Covadonga(1). El prologuista de este libro, Antonio Balbín de Unquera, ha sido quien mejor ha no le bastase la fama de sus proezas. Una de las muestras más antiguas de la poesía épica en torno a Pelayo la encontramos a comienzos del siglo XVI (aunque publicada a finales de ese siglo) en el P. Carballo(2): II. Coronado con la hiedra, Ha resaltado la falta de un verdadero cantor épico de Pelayo y de Covadonga: Tres o cuatro veces se eligió a Pelayo por héroe de ese poema épico que hemos sabido hacer pero no escribir, y tres, cuatro veces, nuestros vates o abandonaron la empresa o únicamente produjeron obras infinitamente inferiores al objeto de sus inspiraciones. La vida anterior de Pelayo, magnate godo, ha sido igualmente objeto de leyendas, como: cercado de peñas duras, aunque de más duros pechos, está Pelayo en Asturias. Viéndose rey eligido, y como por tal le juran, tales razones dezía aquella gente robusta. -Al arma, al arma, guerra fiera y dura, muera la Morería, y viva Asturias. Homes ricos, ricos homes, fidalgos de sangre pura aduechados a vengar las españolas injurias... Diziendo esto y viva España Santiago y la Virgen pura, a la chusma de los moros... Un romance extractado y traducido por R. Menéndez Pidal se refiere a la traición de don Opas: El obispo Opa, subiendo a un ribazo frente a la Cueva Sagrada (cova dominica, Covadonga), [habló): Pelayo, ¿dónde estás? El cual, respondiendo [desde una] abertura (o natural ventana) de la peña, dijo: [Heme aquí...!] Nuestra esperanza está en Cristo: este pequeño [monte será] la salvación de España, y de la gente de los [godos...] El obispo se vuelve al ejército (sarraceno, y [dice): Apresuraos a combatir: ya veis cómo ha [respondido...] Pero Dios lo hizo, que las piedras lanzadas por las catapultas, al llegar al altar de la Santa Virgen María que está dentro de la Cueva, retrocedían y mataban a [los sarracenos;] arremeten los de Asturias... También sobre Pelayo y el triunfo de Covadonga escribió un poema Cristóbal de Mesa, a principios del siglo XVII, con el título de La restauración de España. Parece un buen poema aunque, desde luego, no una obra maestra. Durán insertó en su Romancero dos romances sobre Pelayo, de escaso valor. Se conoce el de la Elección del rey Pelayo, impreso en Alcalá en 1607, con otros dos de su autor. Tenemos referencias de dos poemas de Pedro Montequín, uno publicado en Madrid (El Rodrigo. Romance épico. Madrid, 1793) y otro en Nápoles (Pelayo. Poema épico. Nápoles, 1820). A mediados del siglo XIX, Domingo María Ruiz de la Vega, escribe su poema El Pelayo (Poema épico. Madrid, 1839-1840, dedicado a Isabel II) que en su inicio parece imitar la Eneida de Virgilio, pero que después, a pesar de su enorme extensión (XXVII cantos, en 3 vols.) resulta un tanto pesado. Así comienza el canto primero: Canto I: Las armas canto del Astur ilustre que a España restauró; y a la pujanza del alárabe fiero con arrojo impávido se opuso y fuerte diestra. Sufrió reveses mil; y en duros trances probarle quiso y afligirle el alto Árbitro del poder, y los destinos, hasta que al fin favoreciendo el cielo su constancia y valor, le dio que, hurtada la indómita cerviz el férreo yugo, quebrantara con fuerza vencedora al domador de Egipto, y Asia y Libia... José de Espronceda escribió hermosos fragmentos sobre Pelayo: Fragmento I: De los pasados siglos la memoria trae a mi alma inspiración divina, que las tinieblas de la antigua historia con sus fulgentes rayos ilumina: virtud contemplo, libertad y gloria, crímenes, sangre, asolación, ruina, rasgando el velo de la edad mi mente, que osada vuela a la remota gente..... Cabeza de Don Opas. Hasta Nueva York nos lleva el seguimiento de los poemas en torno a Pelayo. Así encontramos a Elisabeth Portes Breach con su poema Pelayo. Nueva York, 1864. Ramón de Campoamor, el de las Doloras, el poeta de Navia, brevemente pero con acierto canta a Covadonga: Cuna de España y de la Arabia tumba, luchan de Covadonga en la ancha cueva ciento contra cien mil; el viento zumba; ¡más sangre que agua ya destila el Deva! A millares los árabes derrumban los troncos desgajados del Auseva. Todo luchó por milagroso modo: Naturaleza, Dios, el Hombre, todo. José Joaquín Villanueva escribe en el siglo XIX El Santuario de Covadonga (Soneto A la Reina doña Isabel II en el acto de visitar el Santuario de Covadonga). Al grito de la patria, en esta cueva, Lázaro armado apareció Pelayo: Dios fue con él y, de las lides rayo, las huestes moras sepultó en el Deva. Fiel a la voz que desplumó el Auseva, sacude Iberia el funeral desmayo, y del Cántabro mar hasta Moncayo himnos de redención el viento lleva. Así al menguar de la morisca luna creció radiante el sol de las Españas que hoy demandan de ti mayor fortuna. Llega, reina Isabel, y en las montañas donde Alfonso primero vio su cuna inspira al nuevo Alfonso sus hazañas. Juan Menéndez Pidal escribe un libro en 1885 (Poesía popular: Colección de los viejos roman- III Al blando son de la armoniosa lira oigo la voz de alegres trovadores, el aura siento que fragancia respira, y al eco escucho murmurando amores; al sol contemplo que a occidente gira reverberando fúlgidos colores, do la corte del godo poderío se alza orgullosa sobre el áureo río... Se debe reseñar al menos el Pelayo, año 719, de Alfonso García Tejero, incluido en su obra El romancero histórico o vidas de españoles célebres, publicado en Madrid en 1856. En una breve leyenda el Duque de Rivas recuerda también Covadonga: Leyenda. El valeroso Pelayo cercado está en Covadonga por cuatrocientos mil moros, que al Zancarrón adoran; Sólo cuarenta cristianos, y aun tiene veinte de sobra, pues la Virgen le ha ofrecido darle completa victoria. Igualmente podemos citar la obra Covadonga. Ensayo épico en tres actos, un folleto publicado por Domingo Hevia en Oviedo en 1867. De 1864 podemos citar Pelayo en Covadonga: romance histórico, de Manuel Candela, editado en Valencia en 1870. Es un romance muy extenso de 187 páginas . La Santina. 1º Eterno Dios que entre rodantes nubes tu trono asientas y a la luz presides, asistido por tropas de querubes finísimos de tu Imperio adalides. Tú que al humilde hasta tu trono subes, y con el polvo al arrogante mides, soberano señor, haz que mi canto se inflame en fuego del Profeta Santo. 2º Se inflame, sí, para ensalzar tu gloria, de tu esplendor explendorosa muestra. ¿Qué es el hombre y su nada? Vil escoria, informe barro que amasó tu diestra. Canto a los héroes de inmortal memoria, que del Auseva en la ferial palestra, instrumentos de tu brazo potente, doblar hicieron al muslim la frente... (hasta 102 estrofas ). CANTO SEGUNDO Argumento: Convocados por Pelayo los principales señores y caballeros, son elegidos los que han de ir en busca de auxilios. Alfonso da muestras de descontento por no ser de los elegidos. Para calmarle, dispone Pelayo una ces que se cantan por los asturianos en la danza prima, esfoyazas y filandones) donde en 360 páginas, presenta los romances recogidos directamente de boca del pueblo, anotados y precedidos de un prólogo. No hay ningún romance especialmente importante sobre Pelayo o Covadonga, contra lo que cabría esperar. No parece que haya sido un tema frecuente y recurrente. En 1892 aparece en León un folleto de 24 pp. con el título Covadonga. Canto épico, que no hemos podido encontrar. Un libro importante si no por su calidad, sí por su cantidad, es el de Manuel Prado, Covadonga, con sus interminables 548 páginas, publicado en Madrid en 1915. Este libro está compuesto por XVI Cantos. Veamos algunos fragmentos: CANTO PRIMERO Argumento: Pelayo en vela, con el pensamiento inquieto por las desgracias del pueblo godo, repasa en su memoria las glorias y caída de este; el piadoso Argobasto le conforta, le alienta y le predice sus fututos destinos y los de España, salvada por él. Argobasto va a los sitios inmediatos al castillo, donde bajo su dirección y cuidado viven los cristianos que vinieron con él huyendo del furor de los sarracenos. 1º Alto ya el sol en cielo azul fulgura sin nubes envidiosas que le empañen: sitio no hay en el monte, en la llanura, que sus rayos con viva luz no bañen: cruzan las ovejuelas la espesura y en son alegre sus esquilas tañen; de la choza perdida en la colina nube de humo se escapa blanquecino. 2º Pelayo, sacudiendo el perezoso sueño, abandona el lecho con presteza: no da al cuerpo vagar, no da reposo, que la salud está en la ligereza. A uno con el de Roma arte famoso, rico aposento y apartada pieza, sus leales más íntimos convoca, y al resuelto pensar abre la boca... (hasta 47 estrofas). CANTO TERCERO Argumento: Satanás muestra su alegría por a extensión de su poder, acrecentado con la invasión triunfante de los árabes en España. La envidia llama su atención hacia los cristianos refugiados con Pelayo en las asperezas de Asturias. Vuela Satanás al palacio del Destino, y este pone ante su vista la representación de los hechos culminantes y más gloriosos de la historia de España. 1º En el centro del mundo a donde todo cuerpo por atracción irresistible constante inclina cual si de este modo en su amor a lo bajo y perecible quisiera de su origen de vil lodo darnos una señal clara y tangible, vasta, hórrida mansión se abre espantable de llanto y luto y pena perdurable... (134 estrofas) CANTO CUARTO Argumento: Muza en su alcázar de Gijón se muestra inquieto por la tardanza de su fiel Hassam, mandado por él a Damasco para justificarse de las acusaciones del despojado Tarif. Asmodeo tomando la forma de Hassam, se le presenta inopinadamente, le engaña con la relación falsa del buen éxito de su embajada. 1º De Mayo era una plácida mañana, penetraba del sol con temblorosa luz un rayo a través de la ventana de una apartada estancia suntuosa; suavísima fragancia la temprana esparcía en el aire fresca rosa, saltando entre los árboles las aves modulaban sus tiernos cantos suaves... (145 estrofas) CANTO DECIMOSEXTO Estrofa 78 y última A raudales, después esplendorosa nube, toda de pronto disipada, en calma tierra y aire deleitosa, La estrella del Enol. Dicen antiguas leyendas, que siempre el pueblo guardó, que fue un tiempo vega hermosa lo que hoy es lago de Enol. Allí jóvenes pastoras, como en otras vegas hoy, apacentaban sus vacas cantando con dulce voz. Una tarde del estío un áspero nubarrón truenos horribles lanzaba y rayo amenazador. Las pastoras de la vega, no todas tienen temor a las iras del Eterno ni todas piadosas son, y en vez de rezar contritas pidiéndole a Dios perdón, todo alegra su lumbre deseada. Atruena monte y valle esplendorosa multitud que se agita alborozada, suenan vibrantes los que al cielo envía cantos de triunfo, gritos de alegría. El mismo autor tiene también otro poema:Covadonga, poema épico, editado en Madrid en1916 con 20 páginas. De 1899 tenemos un Romancero de Covadonga de Antonina Cortés Llanos con romances como “La estrella de Enol”, “El molino del diablo”, “El Re-Pelao”, “El campo de la jura”, “El incendio del antiguo templo de Covadonga”... Veamos alguna pequeña muestra de este Romancero: desafían sus furores, y cantan coplas de amor... Nunca te dejo, que piadosa soy; la Imagen de la Cueva ha de mirarte del mismo modo que te miro yo... Don Opas convertido en piedra. Al bajar de la Riera de Covadonga hay un peñón tajado que picos forma; allí el traidor Don Opas por su delito en piedra berroqueña fue convertido. Lo cual no impide, que allá en el roi-roi, moliendo sigue. El Re-Pelao (tradición): Don Pelayo con los suyos sigue limpiando la tierra de la canalla morisca que ha tantos años la infesta. Marchan a la desbandada, huyendo con gran presteza y en las breñas que de Cangas circundan hermosas vegas, por un momento creyeron que seguridad encuentran, sin pensar los miserables que don Pelayo está cerca. Este baja con los suyos de las montañas de Auseva, y en un llano bien pequeño que sobre el Deva se ostenta hacen alto los valientes y al bravo infante se acercan, con el cristiano entusiasmo, que en sus pechos se acrecienta. Dieron el grito solemne que repercute en Auseva: “desde este mismo momento Rey nuestro Pelayo sea”... La Virgen de las batallas nos mira desde su Cueva dándonos su bendición y es preciso obedecerla. El incendio del antiguo templo de Covadonga: El templo que en Covadonga el “milagro” se llamaba hace ya más de cien años que fue preso de las llamas. El milagro le llamaban y un milagro parecía verle ostentar en el aire su belleza y gallardía. Fuertes vigas que en la peña colocaron con valor eran el solo cimiento del templo que se quemó... Y de 1918 nos queda el siguiente libro editado en Gijón, obra de Valentín Escolar e Iglesias: La Cruz de la Victoria; episodio histórico en dos actos y en verso. Veamos ahora algunos fragmentos de Braulio Antón Ramírez en La religión y la patria: ... Al grito de independencia, que partió de estas montañas, tembló el musulmán soberbio, presintiendo su desgracia. Penetra ciego de encono, y arde en frenética rabia cuando a sus huestes se oponen los cien bravos que le aguardan. Dardos despide en su furia, mas las rocas los rechazan, tornando a herir con su acero el pecho de quien los lanza... El cielo viene en auxilio de la bandera cristiana, y los rayos y la lluvia y los vientos se desatan. Desplómanse los peñascos y los árboles se arrancan: pierden sus cauces los ríos: la noche lóbrega espanta... Al héroe de Covadonga sacro entusiasmo le inflama, y en nombre de Dios bendice aquel pueblo de su raza. La Cruz se eleva en su mano, la diestra empuña la espada, con elllas salvó en Asturias la Religión y la Patria... También más allá de nuestras fronteras se canta a Covadonga. Así lo hizo el poeta Archer Milton Huntington (1870-1955) en Covadonga, poema: Covadonga, Covadonga, Covadonga en las montañas, toda alma de la raza hispana (al son de) esa vieja música se estremece (y en la entrañas), de los grises y altos montes donde el cristal del agua llena las noches de música, el alba de las risas, ¡Covadonga en las montañas! Es el Sanctasantorum, la cuna de la raza, sólo una cueva oscura y solitaria, un oscuro y solitario lugar (donde se emplaza), do unos hombres perseguidos, se reunieron [(llenos) de cólera] por su desgracia, hombres derrotados, en la cuna de una raza. De Sur a Norte (sin exceptuar alguno), desde la lejana Huesca hasta León... Los romances en torno a Pelayo y Covadonga no han sido excesivos pero en distintas épocas encontramos alguno. Podemos ver algún romance como los que recoge F. Antonio García Menéndez en Romances de Covadonga (Gijón, 1918). I COVADONGA A diez kilómetros lejos de antigua villa asturiana, que fue corte de un gran rey cuyas cenizas se guardan... y de altos bienes dotada, con suntuosos edificios y con una cueva santa donde conserva su imagen la Reina de las Batallas, encuéntrase Covadonga, feliz aldea de Cangas, la que ha servido de cuna... II BATALLA DE COVADONGA (AÑO 718 (HISTÓRICO); Desde que el moro Tarik de árabes huestes al mando venciera al rey Rodrigo, que cual heroico soldado dejó el carro de marfil y se perdió peleando... Como jefe te queremos, noble godo, y a tu mando todos nosotros sumisos lucharemos como bravos, y moriremos gozosos dando muerte al africano. Así dijeron a un tiempo la vista fija en Pelayo. III ANTE LA VIRGEN DEL AUSEVA: PLEGARIAS... Tenemos también un poema en octavas reales, obra de Alonso López Pinciano, de muy escaso valor. De Manuel García, magistral que fue de Covadonga tenemos abundantes poemas. Veremos ahora una muestra de su poesía heroica: Romances: LA INVASIÓN Palidecen las estrellas con el resplandor del alba. Un pastor desde su choza vio relumbrar unas armas y ¡los moros en el llano! gritó con toda su alma. La voz recorre los valles resonando en las montañas y antes de mediar el día el humo de cien fogatas apellidaba la tierra llamando a todos al arma... LA LUCHA Un cuerno sonó en la cumbre y un atambor en el llano dando a las mujeres miedo y a los mozos entusiasmo. En el fondo de la Cueva rezando está Don Pelayo. Sobre la cruz de su espada tiene cruzadas las manos, y así dice a la Virgen: ¡Abogada de cristianos! castigo es esto del cielo por nuestros muchos pecados. Señora, tú nos ampara... Cada espada en aquel día cien cabezas ha segado. Rojo se ha tornado el río... En la revista Covadonga, en 1947, aparece Covadonga: Canto épico, de Casimiro Cienfuegos. Y por fin, terminando por ahora el recuento de poesía épica, que algún día se ampliará, podemos citar un amplio libro publicado en La Habana, en 1950, con 242 páginas, obra de José Rubinos: Covadonga. Epopeya en XV Gestas, Texto gallego y versión castellana. Poesía lírica Este tipo de poesía es mucho más abundante. Siguiendo el mismo criterio de mezclar poesías famosas con otras más desconocidas, y sin ánimo de citar todo lo escrito, presentamos algunas de las poesías encontradas sobre Covadonga y su entorno, no sin el deseo de poder ampliar mucho más en otra ocasión. Una muestra importante de esta poesía la tenemos en el Certamen poético de la Academia Mariana de Lérida, dedicado el año 1866 a la Virgen de Covadonga (Rev. Covadonga). Se presentaron unas 70 composiciones. Quedaron desiertos los primeros premios, pero diez composiciones premiadas se conservan impresas en un volumen de 150 páginas. Tenemos poesías anteriores pero de no demasiada calidad. Se podrían citar Covadonga, Oda, publicada en Granada en 1849 por Luis Antonio Olgueras y Sion, o poesías de T.C. de Agüero, de 1854, o Poesía de Félix Pérez, 1858. De escaso valor es la referencia de El puñal del godo, de José Zorrilla, obra en un acto, que al final afirma por boca de D. Rodrigo, hablando después de su derrota y sólo con el noble Theudia: ... ¿Dices que ha levantado en la montaña pendón un noble, de venganza rayo? Pues, bien, ¿qué hacemos en la tierra extraña? Vamos, Theudia, a lidiar por nuestra España, y a triunfar o caer con don Pelayo; no diga nunca el mundo venidero que ni supe ser rey ni caballero... Mañana partiremos a Asturias... ... Partamos con Pelayo a la montaña, y logremos, oh Theudia, por lo menos, morir en nuestra patria como buenos. Aproximadamente de 1858 tenemos una poesía de J. E. HARTZENBUSCH, J. E.: A N. S. de Covadonga. Madre del Redentor, que en esa cueva la redención de España comenzaste, cuando la cumbre del enhiesto Auseva sobre las tropas de Alcamad lanzaste, y de la muerta España, España nueva nació con felicísimo contraste, vuelto al fin español el pueblo todo, bastarda mezcla de romano y godo: Inspira al tierno Alfonso el noble aliento del héroe por tu diestra defendido: que alce sobre fortísimo cimiento de su patria el poder; y agradecido al fiel amor de los que en lides ciento sostuvieron el trono combatido de la excelsa Isabel, próspero mande renovando el blasón de Alfonso el Grande. Recogemos un poema de Alfonso Camín en Poemas (Antología,1931): Desde el alto peñón baja el torrente y ora es manto de espuma en el vacío, ora un collar que se nos fue en rocío, ora epopeya de tambor batiente. Llega hasta abajo, se transforma en fuente; va más abajo, se transforma en río; más abajo, un clamor, un vocerío de alguien que lucha con extraña gente. Voz que en el viento su vigor prolonga, de pastor en pastor, de braña en braña, ruge en Onís y repercute en Ponga. ¡Es la voz de Pelayo en la montaña, que empieza resonando en Covadonga y acaba resonando en toda España! A finales de siglo, Teodoro Cuesta canta a la Santina en Glorias de Asturias y a la Santísima Virgen de Covadonga. Poesías (en la obra Poesías asturianas.. de Cuesta. Oviedo, 1895). Podemos citar también a Enrique Cevallos y Quintana, autor de Covadonga. Fantasía en tres cuadros y en verso. Madrid, s/a. La ya citada en la poesía épica, Antonina Cortés Llanos, tiene un bello poema a la Virgen: Una flor de Covadonga: ¡Virgen de Covadonga! ¡Madre mía!, al daros este nombre idolatrado y al subir la montaña apresurado, muestro mi amor, que en vuestro amor confía: al llegar, ¡oh! Señora, en este día, peregrino a tus plantas, prosternado, te ofrezco el corazón que no ha dejado nunca de amarte, Celestial María. Grabada en él, tu dulce Imagen lleva; para mi patria, tu piedad implora, y esta flor que ha crecido en el Auseva llevo también de tu vergel, Señora; Tú la viste nacer desde la Cueva, y le diste perfumes en su aurora. El Santuario 22 23 FORO COVADONGA Emilia Danero de Ramayón tiene una amplia Poesía escrita en el Álbum del histórico Santuario, 8 pp. (“Testimonio de amor a la Santísima Virgen de Covadonga en el fausto día de su solemne Coronación” con verso inicial de A. F. Grilo). Madrid, 1918, 8 pp. Nicolás Suárez Cantón tiene también una poesía titulada A S. M. la Reina doña Isabel II al presentarse con el príncipe D. Alfonso en el Santuario de Covadonga, (1h). ... Cual brilla entre las sombras inestinguible y pura en esa cueva oscura la luz ante el altar, cual brota al pie del ara y en ondas se desata Vega de Enol. ese raudal purísimo, y crece y se dilata corriendo hacia la mar. Así la fe sencilla del pueblo de Pelayo cual luminoso rayo sus pasos alumbró; así de siglo en siglo Dios dilató su imperio, cuyos humildes gérmenes por un alto misterio en él depositó... Del mismo autor tenemos: Poesías: A la reina Isabel II. El Santuario de Covadonga. El jesuita Nazario Pérez, con el título: En la fiesta del nombre de María (primer aniversario del 12 de Septiembre de 1923), recogido en la revista Covadonga rememora tiempos pasados y la presencia permanente de la Virgen: Una vez más, dulcísima María, triunfó tu nombre santo: bajo tu excelso manto otra vez renació la patria mía... Por ti renacen siempre nuestras glorias: De la morisma rayo tú en Covadonga alumbras a Pelayo; con tus templos señalan sus victorias los Alfonsos, Ordoños y Ramiros... Casimiro Cienfuegos escribe la poesía A María (plegaria), dedicada al gran poeta de “La Virgen de la Montaña”, el muy Ilustre D. Luciano García: Lucero de la aurora, rosa dorada, imán de Serafines y de canciones, los ángeles te llaman Inmaculada, ¡oh flor de las humanas generaciones! Los hombres que sollozan y desfallecen en esta estrecha cárcel, honda y oscura, el corazón levantan y te lo ofrecen -el cáliz de la mirra de la amargura-! Otra cosa no tienen, Virgen María, que el cristal de sus sueños y de sus penas: cólmalo tú, Señora, de tu ambrosía, de luz de tus azules pupilas buenas...! Si a mí vuelves tus ojos, se me disuelve en lágrimas el hielo de la amargura: ¡pues, Señora, tus ojos de aurora vuelve y envuélvanos la gracia de su luz pura! Henos aquí a tus hijos, henos de hinojos; escucha la plegaria de nuestro anhelo: Vuelve a nos, oh María, tus dulces ojos, ¡así harás que a la tierra se incline el cielo! Es obligado citar entre la poesía generada por Covadonga el Himno a la Virgen de Covadonga (música impresa) de Ignacio Busca de Sagastizábal, con letra de Restituto del Valle (O.S.A.) y colofón de Emiliano de la Huerga, Covadonga, Bendita la reina de nuestra montaña, que tiene por trono la cuna de España y brilla en la altura más bella que el sol. Es Madre y es Reina. Venid, peregrinos, que ante ella se aspiran amores divinos y en ella está el alma del pueblo español. Dios te salve, Reina y Madre del pueblo que hoy te corona y en los cánticos que entona te da el alma y corazón. Causa de nuestra alegría, vida y esperanza nuestra, bendice a la Patria y muestra que sus hijos tuyos son. que sus hijos tuyos son (siguen otras dos estrofas) Moisés García Fernández-Vallín escribe una Oda a la Virgen de Covadonga, (Gijón, 1918, 4 pp). Adolfo de Miguel Garcilópez escribe en la revista Covadonga esta poesía: En un rincón de Asturias, abrupta cuna de la Madre España, donde ha doce centurias que la agarena saña, vencida, sucumbió ante la montaña, Se eleva un santuario que erigieron con fe nuestros mayores, y es urna y relicario de todos los amores de Asturias y sus nobles moradores. Sobre una roca ingente que emerge hacia el final de una cañada, del Sella a sus pies siente la marcha apresurada y de los vientos la caricia helada... Y por eso al Auseva, de nuestra libertad cuna divina, cual incienso, se eleva la voz de la tierrina que aclama a España y reza a la Santina. Luciano García, Magistral que fue de Covadonga, compuso una bella poesía a la Virgen de Covadonga que tuvo el privilegio de ser publicada por Juan Valera en su Florilegio. Posteriormente el propio Luciano (1926, en la Rev. Covadonga) rehizo esta poesía, dándole más vigor y concentrando más los pensamientos: Monolito del Repelao LA REINA DE LA MONTAÑA El AUSEVA ¡Recuerdos bulliciosos de mis hogares...! ¡Alegres romerías...! ¡Montaña santa...! ¡Flores pobres y humildes, cual los cantares, que brotan temblorosos de mi garganta...! ... Auroras de mi patria... la luz divina dadme de vuestros cielos y vuestros soles, para decir amores a la Santina, porque nunca la olviden los españoles...! Su historia es muy humilde... No la he inventado. No la juzguéis, por mía, rara y extraña. La he aprendido a sus plantas: me la han [contado] los vientos y torrentes de la montaña. ... Y aunque pobre, de hinojos hay que leerla, que ella encierra milagros de poesía, como la humilde concha guarda su perla. como guarda tesoros la mar bravía. Allá... donde los montes, como titanes, que aun levantan rebeldes el cetro roto, se alzan bravos y altivos entre huracanes desafiando al rayo y al terremoto... Sobre un trono de rocas, cual rey guerrero, presto siempre a su lucha, se alza el Auseva, velando día y noche la santa Cueva, que guarda los destinos de un pueblo entero. El sol de las batallas quemó su frente, y hoy, tendido a la sombra de la Cruz Santa, sueña nuevas conquistas para su gente, en tanto que un torrente le arrulla y canta... LA PEREGRINA Por la vega florida de los pastores, cual reina perseguida pobre y hermosa, iba un día la Virgen, cogiendo flores para un Niño que lleva, de nieve y rosa. ... ¿Quién es esta que llega? cantó la brisa; ¿Quién? responden los ecos de la espesura, que alegra la montaña con su sonrisa, que ilumina los cielos con su hermosura...! SANTA MARÍA. La Santina Así llegaste un día, Reina adorada. Desde entonces, de el cielo de tu mirada recibe claridades la luz del día, te bendice la gloria de la alborada. La montaña te canta con armonía de la selva, del viento, de la cascada, mis padres te llamaron ¡“Santa María”! y el Auseva te dieron por morada. Delante de tu imagen juntas rezaron, las que fueron, cristianas generaciones. Por ti fueron valientes, por ti triunfaron, por ti fue España reina de las naciones... Y otro Magistral, casi perenne en Covadonga por su longevidad, nos ha dejado preciosas poesías, normalmente publicadas en la revista Covadonga a partir del año 1923. Comencemos por: LA CANCIÓN DEL TORRENTE. (Rev. Covadonga, 28-08-23); ... ¡Qué día de guerra! ¡Qué horrible matanza! Al que respetaron la espada y la lanza la nube preñada de rayos lo alcanza o se abre a sus plantas el monte y lo entierra. ... Al saber la rota dirá algún anciano mientras acaricia la barba su mano ¡así estaba escrito! Mal haya aquel monte que os tornó la flechas dirán los que entonen cásidas y endechas. ¡Cuitados! No saben que el Leño bendito sobre la cristiana hueste relucía y que bajo el vuelo de su regio manto les daba cobijo la Virgen María... El mismo D. Manuel dedica una poesía a la Virgen de Samsó, que como él explica en prosa: “Es la que se venera en la Basílica, bellísima y de un valor artístico extraordinario... Cuando llegó a Covadonga se la llamó la Virgen de la Silla. Samsó fue el escultor que la creó. En ella se conjugan de una manera admirable la belleza, la majestad y la ternura. Don Antonio Maura, que se extasiaba contemplándola, solía decir: aunque otros motivos no hubiera, sólo por contemplar esta Virgen merece la pena venir a Covadonga”. Este D. Manuel tiene el privilegio de escribir en la Rev. Covadonga en los aniversarios o bodas de la construcción de la Basílica. Veamos fragmentos de las bodas de Plata y de Oro: POESÍA: EN EL 25 ANIVERSARIO DE LA BASÍLICA. Sobre gigantesco pedestal de rocas Rasgas con tus flechas el tul de los cielos Y con el hechizo de tu gracia evocas Mis años floridos, mis primeros vuelos. Virgen de Samsó. Quisiera hacer escala en la playa distante Donde al son de suspiros y canciones Centra en Ti su nostalgia el emigrante… El ave de mi vida fatigada, Que ya torpe aletea, Retornó querenciosa e hizo en Ti su morada. Aquí habrá de esperar su última hora, Porque ya el sol se inclina; Y mientras llega el gozo de ver a la Señora, Contemplará su imagen: ¡la Santina...! Del mismo D. Manuel es el Canto a la madre de España, (poesía premiada en los Juegos Florales de Larache): ¡Oh madre fecunda de veinte naciones! ¿Quién dijo que has muerto? Tu vida es eterna. Aún hierve la sangre de tus campeones, aun el Poderoso tus fastos gobierna. Agitan tus creencias vientos de montaña, tu manto de reina desgarrado flota, de embestir molinos de viento, está rota tu lanza... ¡No temas, que aún eres España! Al ara sangrienta de tus glorias llego. Cual granos de incienso sobre ígneos carbones, caigan mis estrofas en el sacro fuego que arde de tus hijos en los corazones... Buscando placeres arribó a ti el moro y dio a tus ciudades bullicios de zambra. De su fantasía te dejó el tesoro y su sueño divino cuajado en la Alhambra... Vaciamos el cofre de nuestro tesoro con el desenfado de un derrochador. Ni tú te arrepientes, ni yo lo deploro. Siembra, madre, siembra tu sangre y tu oro, que siempre, aunque tarde, cosechas amor. Del Canónigo y posteriormente Abad de Covadonga, Emiliano de la Huerga, tenemos abundantes poemas en la Rev. Covadonga. Cofre de recuerdos de tiempos mejores, Hito de grandezas, un juglar errante Su exvoto te ofrece; déjale que cante Y que en tus umbrales deshoje sus flores. Cuando tras la angustia de larga jornada Se ve desde lejos tu airosa silueta, Su tono rosado finge una alborada En la misteriosa noche del poeta. Impregna sus alas de recio perfume El viento que en torno de ti se desliza Y sobre tus aras un ángel atiza El fuego sagrado que no se consume. Con tus alarifes te vi cuando niño Cómo ibas creciendo graciosa y lozana, Por eso te quiero con doble cariño Y beso en tus losas carne de una hermana... Ánfora, custodia, búcaro, incensario En que la voluta del ensueño flota, Libro de mis rezos, santo relicario, Estrella que marcas rumbo en mi derrota… Alzando la insigne Cruz de la Victoria Va al frente el Caudillo de faz aguileña. Ráfagas de gloria levanta su enseña En la polvorienta senda de la historia. BODAS DE ORO Hermana… —la de piedra sonrosada, Por el sol y la luna acariciada—, Que te arropas con nieve y te escondes en [bruma…] Y que, en la noche oscura, Frente al sepulcro de Pelayo velas… Cuando te bate el huracán, pareces Galeón de la Patria que te meces, Del bosque milenario sobre las verdes olas Y te empinas y creces Por columbrar más tierras españolas. Y aún tu proa tajante Lago Enol y lago Ercina. Las cabañas y la mina. Los barrenos. Y los truenos bujerrean como buenos bajos: la cuerda divina en el dúo Enol – Ercina. Y en invierno, al lago Enol canta el viento en “si” bemol. Veamos el de la Basílica dedicado a la novelista de Covadonga, Concha Espina: POEMA A LA BASÍLICA: (DEDICADA A CONCHA ESPINA) Vuelo de piedra a la altura, Piedra aupada y viajera; Mimo de arcángel orfebre, Cielo en un giro a la tierra. Como una grácil gaviota —al cénit las blancas velas— ensaya posar su planta sobre la roca cimera. El bosque encrespa sus olas De esmeralda frente a ella… Peregrina hacia la altura, Sutil e ingrávida piedra Que esperas calor a bordo Y no marchas… ni te quedas. Catedral —poema rojo De expiación agarena— Llévame en tu nave, quiero Bogar en ti por tu senda. Recordemos también a Salvador Bayarri con su Poesía en Luces del Auseva: En el alma abierta de las piedras vivas Como en nidos de águilas rapaces y altivas, Está el Santuario, casi inaccesible, Humilde y agreste, sereno y terrible, De la virgen pura, perla entre las rocas, Que limpia a los hombres de ansiedades locas... Mucho más recientes en el tiempo tenemos: El sueño de piedra y cielo (Oviedo, 1985, 45pp.) de Luis Arce de Velasco, y el ZÉJEL DE INVIERNO DE VALLE BULNES: Poesía en bable De las escasas composiciones literarias sobre Covadonga escritas en bable podemos citar una primera de José Caveda y Nava: Poesía en asturiano sobre la batalla de Covadonga (1839).: ¿No ves, amigu, isti templu que llevantó la piedá, escondíu neses breñes a los pies del peñascal? Pos ye un recuerdu de gloria pa toa la cristiandá. Si el mundu lu olvida agora, un día vieno a xuntar, sol amparu de María, un tronu rial y un altar: el tronu en Xerez perdío d’ un rei pola lliviandá, y el altar que a Dios alzara Recaredu en so bondá... Ciegu, rabiosu, esgonciáu, Muz, fartu de lluchar, fuxe perdesesperáu la muerte que lu amenaz... Entre lloros del que fina y destrozu y mortándá, ruxe el son de la victoria que derechu al cielo va: los ánxeles lu repiten velados de maxestá; y sobre roines sangrientes del vencíu mosulmán, enarbólase la cruz que fo del triunfu señal; y a España torna Pelayu ara, tronu y llibertá. De Ángel de la Moría se conserva ua: “¡Ijijú!. Viva Covadonga. Poesía”, en A teya vana: Versos en bable llanisco, Llanes, 1893, pp.43-45. Pin D’Escola recuerda la historia y la leyenda de verso asturiano, Oviedo,1918, 23 pp: Veamos algún fragmento: ... P’allanzar e l’esafiu y fer traza de lluchar, mienester yera atopar ente lo muncho escueyiu q`en Cangues taba reuniu un home q’ en sin esmayu pudiés cargar col trabayu de capitaniar la xente, y hebo l’ aciertu evidente de dai el mandu a Pelayu... Aunque bravu y enfotau, coidó Pelayu llocura dar la cara na llanura a un contrariu tan armáu como criecieu y entranau, y ansí q’ allegó la nueva de q’ el moru cerq’ esteba fo abondo sabiu y pruente pa embosquiase con la xente no cimero del Auseba... ... Llábanes, trouchos y cañes rodaron per les montañes en montón, a entrambes manos, estrapallando africanos como si fon musarañes. Non tardaron n`abaxar al fondu árboles enteros, q`argayando peñasqueros y bastiando al rampuxar cuanto aportaben piescar, finxenon entá mayor la matancia y el terror; y los montes semeyaben que se frañín y aparraben pa entierrar a l’invasor... ¡Repuñu! Entóncienes fo la gorda, la de coyer, la de fuxir o morrer, la q’ al miesmu Alah plasmó y al so profeta encurrió. ¡Dios Santu!... ¡Virxen Debina! ¡Q’ espantá! ¡qué degüellina!... Ansina acabó’ l valor, l’ orgullu, la gallardía, l’ altiviez, la ñombradía y el puñu conquistaor q’ aquí trinxo l’ envasor. Y ansina llogró Belay (como ellos icin) cobrai la de Xerez por sos manes; que la paga ‘n Campomanes el q’ en Payares la fai. Co la vitoria esturiana, q’ emplasmeció a los ñacíos y a’ spaña egolvió sus bríos, de la endependencia hispana, y Pelayu, a la berllonga, ye l’ esllabón que dellonga y añuda ‘l tronu finau n’ el Guadalete al reináu q’ escomienza ‘n Covadonga. Es, desde luego, muy curioso, irónico, festivo y divertido, este de Joseph Ábego que tiene como tema Covadonga y don Pelayo. Escrito en 1945 hay una reproducción de 1998 que seguimos: Covadonga. Pelayo. (Romance en bable). ¡Güena la ovieren los moros con don Pelayo en Cuadonga; que llí trenta mil finaren xuntos col traidor don Opas! Güestes de la Media Lluna, que Muza y Tarik comanden, atraviesen el Estrenchu y en Andalucía recalen... Dengún con los invasores se atrive a midir sos armes, sinón un préncipe godu, que de don Pelayo traten... Dos mil aguerríos pastores y cien ñobles lu acompañen que pa vituallase tienin en Enol ganau bastante... Eren fasta siete mil los que a caballu llegaren, y otros trenta y cinco miles los de a pie, para el ataque... Munches saetes y piedres contra la Cueva llanzaes rebotan na peña y fieren a los mesmos que les llancien... Del altu Priena una peñe de les que amiyen rodaes rinca la vida a Don Opas y a Alkamán, que xuntos taben... Nel llanu de Güera Baxa reta a presonal combate a Munuza don Pelayo, y day muerte nesi llance... Vitoriosos los cristianos y Asturies ya llibre de árabes, corte y capital del reinu a Cangues de Onís ñombraren. Y por so escudu y trofeu dani la cruz adorable que, siendo en la llid ensinia, DE LA VICTORIA la llamen. En 1926 encontramos un Pelayo, en bable. A.D. 1926. De 1976 tenemos una buena obra titulada: Covadonga na poesía bable: garrapiellu de rimes a la Santina por los poetas d’ayeri y per los de huey. Madrid, 1976, 82 pp. La nuestra Santina es un poema en bable de Roque Pérez: Ye galana y pequeñina, pequeñina ye y galana, la Virxen de Covadonga, refecha, xentil, perguapa. Illa y el Fiín seméyense como dos goteres d’agua... La Virxen de Covadonga —talmente, aunque ye una estatua— semeya, sin ver, que mira, paez, sin vida, que fala; y el que con fe la vesita lei mel rostro la cara el consuelu pa la pena que lo engurria y atristay... Acuarela de Bustamante