Honramos en la oración y en el recuerdo a nuestros compañeros difuntos:
Jesus Fanjul Celorio, Gonzalo del Rey Alcalá, Manuel Gomez Alvarez, Rafael Alvarez Rey, Jose Antonio Novoa Cuesta, Reinerio Patton Sanchez, Venancio Garcia Diaz, Luis Alvarez Fernandez, Jose Vicente Ordonez Noriega, Silverio Cerra Suarez and Miguel Angel Diaz Bardales, Angel Menendez Embarque, Julio Villanueva Alvarez, Francisco Rodriguez Gomez, Custodio Diaz Fernandez, Jose Antonio Oliver, Jesus Faya Guitierrez, Fernando Menendez Old, Jose Manuel Fuentes Garcia de Borja, Jose Perez Bacia, Laurentino Gomez Montes, Constantino Menéndez Marrón, Gabriel Casado Díaz.
Jesús Fanjul Celorio
un hombre afable con la pipa en la mano
Guardo un grato recuerdo de aquellos años de convivencia, primero en Covadonga y después en Oviedo. El perdió el nombre de Jesús por el camino al Seminario, por eso siempre le conocimos como Fanjul. Nombre muy sidrero de Limanes y los aledaños como Meres.
Le perdimos la pista durante muchos años. Cuando lo recuperamos para el grupo, hace unos años, nos recordó a todos su afabilidad, sencillez y espíritu de servicio. Asistía puntualmente a cada una de las citas poniéndose al servicio de los demás.
Recuerdo con especial nitidez, como si hubiese ocurrido ayer, un paseo que hicimos por el camino de Llerices. Era el primer año de Cursillo de verano en Covadonga. Detrás de un "matu" cometimos el pecado de fumar un pitillo de celtas. Hasta aquí todo normal, aunque era un hecho imputable severamente por la represora autoridad...
Lo curioso y destacable fue el "pitu" de Fanjul. Sacó papel de fumar, lió dos pitillos en paralelo y les prendió fuego. Parecía una escopeta de dos cañones que apuntaban al orden establecido con pretensiones de revancha... Fumando de dos en dos se compensaba, en alguna media, la injusta prohibición.
Pasaron los años. Cuando, de nuevo, se reintegró al grupo, ya no fumaba celtas. Inmolaba una fina y aromática picadura holandesa en una lujosa pipa. Más adelante, el día 8 de Abril de 2004, un vengativo cáncer de garganta nos lo llevó a la Casa del Padre. ¡Ah! la Casa del Padre. Dicen los estudiosos que el texto de Jesús está mal traducido del griego. Donde dice "voy a prepararos un sitio en la Casa del Padre", debe decir: "voy a prepararos un sitio en la Casa del Padre donde se puede fumar eternamente..." Por eso me imagino a Jesús Fanjul echando más de una pipada con el portero Pedro. Descanse en paz.
Luis M Alvarez Fdez.
Gonzalo del Rey Alcalá.
Gonzalo del Rey Alcalá falleció en Espiel (Córdoba) el día 11 de enero de 2008 a la edad de 78 años. Había sido ordenado sacerdote en la iglesia parroquial de La Felguera el día 14 de marzo de 1964, después de haber trabajado como minero durante unos años en la Cuenca Minera del Nalón.
Habiendo desempeñado el primer cargo pastoral como coadjutor de la parroquia de San Miguel de Lada, en 1966 se incorporó a la Diócesis de Córdoba donde ejerció variados y complicados servicios parroquiales, compaginando el servicio de ‘cura’ con la de profesor de Filosofía en distintos Institutos de Enseñanza.
En Cartas al Director del periódico de Los Pedroches, José I. Pérez Peinado escribió una hermosa semblanza de este hombre, ‘compañero del alma’ y de tantas veladas; de esta despedida destaco algunos párrafos que le presentan tal cual era para los que tuvimos la gracia de su compañía y amistad.
“Querido Gonzalo: has bañado nuestras vidas con la luz irrepetible de tu existencia ejemplar. El humanismo y la sencillez, el desprendimiento del dinero y de todo lo material, el trabajo incansable, el compañerismo y la continua disposición al servicio de quienes te necesitaban, el rigor en el cumplimiento de tus deberes, la paz que nunca perdiste ni en medio de las injusticias que soportaste y el continuo apoyo prestado a las causas más nobles han brotado de tu corazón con la misma naturalidad que brota el agua de la fuente.
Para los no creyentes queda tu hombría de bien con valores inconfundibles de incansable bondad. Para los creyentes dejas un testimonio de evangelio puro, muy por encima del cumplimiento de las leyes eclesiásticas y las exigencias de la mera obligación.
La Cuenca Minera de Asturias forjó tus ideales de solidaridad y comunión con los débiles de este mundo y el ingreso en el Seminario de Oviedo hizo que se reforzaran con el vigor de lo sobrenatural. El cáliz que te regalaron tus compañeros de la mina te trajo un mensaje inolvidable: no creían en la Iglesia, en general, pero creían en ti.
Aquí, como en Asturias, dejas tu sendero cuajado de amigos porque al cruzarte con la besana de nuestras vidas has sembrado el amor a manos llenas.”
¿Resta algo por decir? Esto es algo de lo que podemos decir nosotros, el resto es ‘palabra y obra’ de Dios.
Ceferino Alvarez Bermudez
Manuel Gómez Álvarez en el recuerdo
Manuel Gómez Álvarez falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo el día 26 de julio de 2008 a la edad de 68 años. Había nacido en Fresnedo, parroquia de Zardaín (Tineo), lugar de abiertos horizontes y fragosa superficie.
Ingresó en el Seminario de Covadonga, llegado de una ‘perdida’ aldea de las Asturias de occidente como muchos de nosotros, en plena niñez.
Después de doce años de formación y convivencia, se ordenó sacerdote en la parroquia de La Felguera el día 14 de marzo de 1964.
Comenzó a ejercer su dedicación pastoral en la parroquia de Trubia como coadjutor del venerable D. Amador; pasó luego al Oriente de Asturias, a parroquias de Peñamellera Alta, dando a continuación un salto al Occidente: parroquias de la Sierra de Lagos en Pola de Allande.
De aquí es llamado al Centro de Asturias y, en servicios sucesivos, es ‘cura’ en parroquias de Grado y Ribera de Arriba para finalizar su actividad pastoral, ya a edad madura, en la parroquia de juventud: Santa María de Trubia.
En octubre de 2007, por problemas de salud, se ve obligado a jubilarse de servicios parroquiales y pasa a residir en la Casa Sacerdotal de Oviedo. En esta ‘edad dorada’ se traza realizar, con esa disciplina propia de él, varios proyectos de descanso y de actividad posible.
Dispuso de escaso margen de tiempo para tantos planes, porque a principios de diciembre comienza su propio calvario de visitas a médicos, de pruebas en hospitales, de internamientos y de cirugías, de esperanzas en la superación del mal y de optimismo (¡ese optimismo que tanto le caracterizaba!) así como de rendiciones y acato paciente de la realidad que se imponía y así mantuvo el tipo hasta el fin de sus días.
Sirvan, como homenaje de cariño y amistad tantas veces manifestada, algunos párrafos de la homilía que pronunció D. José Manuel Fueyo, el párroco sucesor en Trubia en la emotiva misa de funeral que sus feligreses pidieron y compartieron con emoción.
“Amigo Manuel: todas estas personas que llenan hoy este templo de Trubia, tu primera y última parroquia como servidor del Evangelio, están aquí por ti; tú estás aquí; eres tú quien nos reúne una vez más. Sí, con frecuencia reunías a la gente, ésa era tu vocación: reunir, juntar para orar, reflexionar, agradecer y celebrar. Era tu vocación de sacerdote y tu gracia como persona: estar junto a los hermanos. No eras un ermitaño, sino un pastor de tu pueblo. Y aquí estamos para atestiguar que eras un buen pastor. Nos viene ahora a la memoria todo: tu manera de ser, de acogernos, , tu sonrisa, tu jovialidad, tu brío. Las circunstancias de nuestra vida, las alegras y las tristes, las habías compartido con nosotros y habías sembrado tantas cosas: palabras, silencios, presencias, plegarias, cercanías, apretones de manos, consejos…Tu cama de la Casa Sacerdotal y del Centro Médico han sido Cruz salvadora y tu dolor pasión redentora. Ojalá desde esa misma fe seamos capaces de luchar con todas nuestras fuerzas a favor de la vida y el bien, en contra del dolor y del sufrimiento. Ojalá nos esforcemos en no ser una cruz para los que nos rodean. Ojalá seamos consuelo y ánimo de los que padecen y que sepamos agradecer y valorar, como don precioso, la ofrenda en la cruz de quienes sufren.”
La muerte de Gómez nos dejó un trocín de corazón vacío de vida. ¿Con quién vamos ahora a repetir algunos de los chascarrillos que a él tanto le gustaba repetir y tanto reía?
Ceferino Alvarez Bermudez
Rafael Álvarez Rey
Duelo por Rafael Álvarez Rey, párroco de Castiello.
Hemos despedido a Rafael, párroco de Castiello. Rafael Álvarez Rey, compañero de estudios, amigo de la casi infancia y de la primera juventud, con quien tanto hemos reído, con quien tanto hemos vivido. Nos habíamos visto la última vez hace más de treinta años, en un encuentro casual en la plaza de la catedral; no podíamos saber que habría de ser el último.
Años antes, durante una convalecencia que me tenía aburrido en casa, recibí una carta suya con una frase enigmática: «Timeo hominem unius libri». Como estábamos entonces en los estudios de retórica, quiero pensar que me echó Rafael lo primero que encontró a mano, sin sugerir la hipótesis malévola de que anduvieran mis lecturas de aquellas calendas por el primer volumen... Más te vale, Rafael, porque esas indirectas se pagan con el purgatorio.
«Cómo nos esparce la vida». No diré, por pudor, de quién y en qué circunstancias recogí estas palabras ¡Pero acuden tan oportunas a la cita...! No sabía yo que Rafael fuera párroco de Castiello (por no saber, ni sabía que existiera este Castiello al lado de Gijón). Y ahora el repertorio de ausencias es ya irremediable por definitivo.
José Antonio Olivar, poeta, otro amigo común con quien también perdí contacto en esta diáspora de la vida, había escrito premonitoriamente: «Nos invaden los años como números lentos...». Teníamos entonces la vida por delante y el mundo nos parecía tan pequeño que nos lo poníamos alegremente por montera o nos lo comíamos sin tropezar, de un trago (ah, ’vive lumiére de nos étés trop courts’!).
No doblaron las campanas en el funeral de Rafael. Que alguien me explique, por favor, cómo puede despedirse a un párroco sin que las campanas de su iglesia tengan algo que decir en esa despedida. ¿Por qué no doblan las campanas, si su bella resonancia viene de la cuerda más íntima y antigua del alma de Europa (aunque no lo haya dicho G. Steiner, que a lo mejor hasta lo ha dicho)? Desde los allegro y andantino de bodas y bautizos al adagio maestoso del toque de difuntos, el tañer de las campanas, con sus modulaciones rituales, pautó las partituras de la vida (la de «los que viven por sus manos y los ricos») durante casi dos milenios.
¿Habremos pasado de una iglesia triunfante a una iglesia vergonzante? Pues si con el pretexto de que vivimos en una sociedad laica y secularizada, han enmudecido las campanas, que se vaya pensando también en precintar a Bach. ¿O no es, la suya, una música religiosa? El silencio de las campanas de Asturias es un empobrecimiento cultural grave, pero más grave todavía es el que nadie parece percibir ese estruendoso silencio.
Pero, ¿quién le ha dado a uno vela en este entierro? Fui a Castiello a despedirme de Rafael porque no podía acompañarlo, como me pedía el corazón, en su viaje de retomo a Somiedo, la tierra que le vio nacer y que, desde hoy, le acoge ya para siempre. ¿Cuál sería la expresión más ajustada a esta ocasión postrera? ¿Hasta pronto? ¿Hasta siempre? Rafael, que había estudiado odegética en Bruselas, tendría puntualizaciones muy precisas para estas perplejidades nuestras; que algo tiene que ver su disciplina con el viaje y los caminos hacia el más allá.
Al descender, ya de vuelta, por las laderas de Castiello, llena el alma de pesadumbres y nostalgias, me trajo el horizonte del Cantábrico aquellos versos de Rimbaud: «C’est quoi I’éternité? / C’est la mer allée avec le soleil». Que la tierra le sea leve a Rafael y perdurable el recuerdo. Que «no desotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía».
Ramón Alonso Nieda. 21-11-2008
J.A. Novoa
EN RECUERDO ENTRAÑABLE DE
J O S E A N T O N I O N O V O A C U E S T A (R.I.P.)
Será breve, concentrado y emocionado, como tu vida, amigo del alma.
Tenías solo 25 años y 10 meses (n. 25-02-41).
Ilusionado, con las primeras experiencias de tu apasionada vocación de servicio y orientación evangélica. Hacía pocos meses que te habían encargado ser Consiliario del Movimiento Junior de nuestra Diócesis (30-8-66), teniendo como base la parroquia de S. Francisco de Asís en Oviedo, ayudando al inseparable profesor Dn.Oscar de la Roza que, ¡por fín!, había logrado trabajar en una parroquia.
Apenas dos meses antes de aquel fatal accidente en el que, como hostia horneada, el carburante en llamas de tu seminueva y gran moto te abrasó gran parte de tu cuerpo, fuiste a verme a Caleao y, tras larga y animada conversación, me pediste la absolución; te acompañé de vuelta varios Kilómetros: parecía no querer romperse aquella presencia.
Fue larga tu crucifixión en el Hospital; en ella viviste la energía espiritual del sufrimiento que hace crecer nuestros afectos y conserva en ellos el frescor de la eternidad. Pensábamos que la superarías, pero el 29 de Diciembre del -66 entregaste tu espíritu a las manos del Padre, mientras tu cuerpo duerme unido a toda la naturaleza en el cementerio de S. Cristóbal (Avilés), pueblo que te vio nacer, a la espera de su glorificación con todos los que en tu vida amaste.
Dos años y medio de sacerdocio, de esfuerzo entre la pasión de la tierra por construir y la pasión del cielo por ganar, ejercido primeramente durante dos años en las parroquias más altas de Quirós: Salcedo, Bermiego, y Muriellos, que serviste con sacrificio, por muy idílico que se pinte, como lo puede atestiguar tu voluntarioso amigo Cayo, cuando en Semana Santa te acompañó y experimentó en sus pies y posaderas lo duro y solitario de aquellas largas caminatas. El segundo y último nombramiento fue, como ya está dicho el de Consiliario de Junior y Coadjutor en S. Francisco, Oviedo (30-8-66) hasta el fallecimiento. De las actividades y frutos de esta etapa podría dar testimonio tu continuador en la atención pastoral a los peques, el compañero Fuentes.
La comunicación conjunta entre compañeros de curso fue nula durante aquellos primeros años; parecía que estábamos cansados de convivir y necesitados, incluido tu, de liberación personal, con cierta utópica autosuficiencia; solo de forma personal o de pequeños grupos se mantuvo alguna relación. Faltó una premeditada organización que comprometiese una periódica y animosa reunión, por lo cual hay bastante desconocimiento mutuo durante este tiempo.
Retrocediendo en el tiempo volvemos al Seminario. Por simpatía, carácter, aficiones o parecidos fue en él donde hubo mucho tiempo para crear y sostener maravillosas amistades, mientras que con otros muchos simplemente convivíamos, aunque tu tenías una fácil apertura para unos y otros, los que relucían y los menos. Fuimos, ¿verdad, Novoa?, amigos entrañables, máxime desde la adolescencia hasta el final; recreos, paseos, juegos (el frontón era nuestro fuerte), colaboración en los estudios, en los que te significabas con notables y sobresalientes en tu búsqueda como peregrino de la verdad y me ofrecías ayuda con verbo fácil y escritura puntiaguda; hasta aquellos espumosos cafés que preparábamos en tu habitación, cuyos ingredientes te traía periódicamente tu querida mamá Pilar, por la que guardo íntimo afecto y agradecimiento; la estima crecía en mutua supervaloración.
Recuerdo el “Grupo de Jesús Obrero”, que formamos con otros pocos compañeros, con la inclinación de servicio al mundo obrero, haciendo reuniones planificadas de información y estudio reivindicativo y evangélico sobre temas de la Doctrina Social de la Iglesia, que luego nos llevarían a comprometernos en este campo.
Llega el momento de los compromisos fuertes y una duda surge respecto a nuestra fortaleza para superarlos y se reafirma un rechazo al tradicional “status clerical”, aunque convencidos de que nuestra meta era ejercer el sacerdocio al estilo de los nuevos aires del Vaticano II.
Así es cómo, Novoa, fuiste miembro de un grupo que nos ordenamos de Subdiáconos un año más tarde que la mayoría del curso; de Diáconos cuando ellos de Presbíteros en La Felguera 814-3-64), y nosotros en la capilla del Arzobispado el día 28 de Junio del mismo año 1.964, con la imposición de manos del recién llegado Monseñor Enrique Tarancón.
Ahora, en cada reunión de curso, tenemos un recuerdo en nuestra oración por los compañeros fallecidos, siendo tu, Novoa, el primero de los ordenados. De forma especial cuando a primeros de octubre nos juntamos en Covadonga y nos sentimos como aquellos niños que en el año 1.952 teníamos 12 años, y tu, con otros pocos, eras de los más niños aún, con solo 11 años.
Seguimos encariñados con nuestra Madre, La Santina, a la que tu ves y ruegas por tus amigos y compañeros que no te olvidan.
Los años pasan rapidamente y, no tardando, nos encontraremos.
Angel Solís Alvarez
Reinerio Patón Sánchez
VENANCIO GARCÍA DÍAZ
"EL PASTOR PEREGRINO"
No en el río Tormes como Lazarillo, sino en el río Luna. A su vera nació, junto a él culminó su vida de entrega sacerdotal y de nuevo junto al mismo río volvió a su pueblo natal para in pulverem revertere.
Nació a mediados de agosto de 1940 en Mataluenga (Mata Longa), a orillas del Río Luna en su conjunción con el río Omaña que da lugar al río Órbigo. Yo nací unos 20 kilómetros más arriba a orillas también del río Luna (Vega de Caballeros). Ambos pueblos pertenecieron durante mucho tiempo al Conde de Luna (otra vez el río) a quien había que pagar tributos. Además había
diezmos para el Monasterio de Monjas cistercienses de Otero de las Dueñas.
Aunque no lo recuerdo, posiblemente nos examinamos para Ingreso en el Seminario de Oviedo el mismo día (recuerdo a D. Ramón Iglesias, ya difunto) junto con otros compañeros de la provincia de León que pertenecíamos a la diócesis de Oviedo (Comarcas de Babia, Luna, Omañas y Benavente) El examen de ingreso fue en el Seminario de León. Por allí anduvimos perdidos unos cuantos niños de unos 12 años. Cuando volví a mi pueblo había una tormenta tremenda y el río Luna desbordado por las vegas contiguas. No nos tocó la preparación con D. Abel, El Párroco de Otero de las Dueñas, en cuya preceptoría pocos años antes se preparaban hasta cuarto de latín los niños de la zona que ingresaban después en el Seminario de Oviedo (Los Viñayo, Bardón, Manolín, César, mi hermano y tantos más).
Juntos pasamos los dos primeros años de Seminario en Covadonga con otros compañeros de León (Manuelo, Blas, Melecio, Aguado, Secundino Ordóñez, Jesús Campazas, Juan Guerra, Santiago Morán, Robla, Abilio..).
Cursamos tercero y cuarto de latín en Oviedo. Con otros muchos compañeros de León (que pertenecieron a la diócesis de Asturias) se fue a esa ciudad para estudiar 5º de latín (unos pocos leoneses de nacimiento nos quedamos en Oviedo). Se ordenó de sacerdote en 1964 en León, como lo hicieron en La Felguera, en marzo, el resto de compañeros de Covadonga (algunos de Oviedo se ordenaron en Oviedo en el verano y dos lo hicimos en León en el Congreso Eucarístico Nacional (por estar estudiando en Salamanca).
Su primer encargo parroquial fue en Fuentes de Peñacorada cerca de Cistierna. Después estuvo de 10 a 12 años en Prioro y Tejerina (algún tiempo se encargó también de Morgovrejo). Allí llegó a ser un verdadero cura obrero; comenzó llevando enfermos y sanos a la ciudad por puro amor al prójimo necesitado. Con el tiempo llegó a ser "taxista oficial" del lugar.
Lo trasladaron a Villanueva de Carrizo, de Párroco (encargado también de Azadón, Cimanes y Secarejo). Allí estuvo más de 20 años, siendo al mismo tiempo Profesor del Instituto de E. Secundaria de la localidad. Se jubilaba el 31 de agosto de 2004 de la enseñanza en el Instituto (apareció en el BOE de Castilla y León). No llegó a disfrutar de la jubilación puesto que murió un sábado de marzo de 2004, en Carrizo de la Ribera, donde vivía con su hermana, viuda. Pocos días antes de su muerte lo visitaron Ceferino, Custodio, Artemio y Marino.
En todos los pueblos por los que pasó dejó impronta de su buen hacer y de su celo sacerdotal así como de su dedicación a la enseñanza de los jóvenes estudiantes. Estaba muy relacionado con todos sus feligreses como lo demuestra el que Organizase durante todos estos años multitud de excursiones y viajes de peregrinación a Lourdes (unos 16 como mínimo), Santiago, Sevilla. De ahí que le llame el Pastor peregrino.
A su entierro (donde por exceso de celo del cura de aquel año en Mataluenga no se celebró una misa sino una celebración de la palabra por ser Domingo) acudieron multitud de sacerdotes de la diócesis de León y unos cuantos compañeros de la de Oviedo, quienes todavía le habíamos visto ese año en marzo en la reunión de compañeros que habíamos empezado en Covadonga en 1952.
Nosostros te recordamos presidiendo la Eucaristía en algunas de las reuniones de curso pocos años antes de tu muerte. Notábase en ti la dicha al celebrar la eucaristía así como la alegría de encontrar a los viejos amigos de la infancia en Covadonga.
Cayo González Gutiérrez
LUIS ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
Amigo Luis: Cuando los días 6 y 7 de octubre nos reunamos en Covadonga los “niños” que comenzamos allí los estudios hace 60 años, todos estaremos pendientes de una silla vacía. Hablaremos de tu ausencia y despedida rápida, en silencio. Aparte de tu dedicación plena al Sacerdocio (en varias parroquias, en la Catequesis, en la creación de páginas web de la Diócesis…), fuiste eminente en el grupo con tu fotografía, tu Presidencia del Foro Covadonga y tu inestimable y nunca suficientemente agradecida dedicación a la Revista Covadonga Digital. Queremos dedicarte este número tres de covadongadigital.es.
En él hemos puesto todo nuestro deseo, esfuerzo, cariño… aunque en el aspecto técnico no será como los dos anteriores que tú dirigiste. Estabas ya preparando este número 3, del cual te habíamos enviado sucesivos artículos… También dejaste sin entregar el nuevo programa para el Archivo Histórico Diocesano como recordó Hevia Ballina en la prensa. Supongo que dejaste sin respuesta otros muchos proyectos, quizá uno de los más importantes el libro que tenías preparado sobre la Catedral de Oviedo, cuya página web habías construido, lo mismo que la de Covadonga.
Habías nacido en Puente de los Fierros el 25 de diciembre de 1939. En el curso 1952-1953 te incorporaste con otros 103 niños al Seminario de Covadonga, terminando tu carrera sacerdotal y siendo ordenado en La Felguera el 14 de marzo de 1964. Te recordaremos siempre en las reuniones del 14 de marzo lo mismo que el mes de octubre en Covadonga.
Sembraste la Buena Nueva con palabra y ejemplo en Trevías, Luarca, Ciaño…
En 1984 te incorporaste como Director al Departamento Diocesano de Catequesis dedicándote con entrega sobresaliente a la atención de niños y catequistas, publicando ya varios libros sobre la catequesis. Así hasta el año 2007 en que te incorporaste en el mismo Arzobispado a la sección de Nuevas Tecnologías. Casi simultáneamente fuiste profesor del Instituto Superior de Estudios Teológicos del Seminario de Oviedo.
Recordamos tu foto con Juan Pablo II en Covadonga, como responsable de la organización de su visita.
Como presidente del Foro Covadonga (desde 2004 cuántas visitas y reuniones nos unieron con otros compañeros) presidiste en Covadonga la presentación del primer número impreso de la Revista Foro COVADONGA, en 2005. Al no poder asumir los costes de los siguientes números como era nuestro deseo, de ti partió la idea de CovadongaDigital.es, cuyo número tres te dedicamos.
Tu despedida oficial en la Iglesia de la Argañosa (el día 11 de junio de 2012) fue realmente extraordinaria. Más de cincuenta sacerdotes presididos por el Arzobispo y con la presencia de muchoS de tus amigos de curso. Habías fallecido el día 9, sábado. Nos dejaste en silencio, sentado en tu sofá y con el móvil en la mano.
Luis, amigo, en la Eucaristía del día 7 de octubre, en la Colegiata de Covadonga, te recordaremos especialmente. Supervisa desde la casa del Padre todas nuestras obras.
Cayo González Gutiérrez
JOSE VICENTE ORDOÑEZ NORIEGA
Tratando de vivir el ahora, comencemos su historia por el final: era el día 21 de Marzo del 2013; una llamada a hora intempestiva augura noticias dolorosas que corren veloces. Nuestro compañero y amigo había fallecido aquella noche; emprendió el viaje en el que, como meta siempre reconoció unos brazos de Padre, como brújula tenía la Biblia y como compañero al Señor Jesús. Una vez más, y ya son muchas, las maletas se hicieron a toda prisa, o mejor dicho, tomó vuelo con lo puesto y las manos sobre el corazón.
A decir verdad, los preparativos para esta aventura ya comenzaron setenta y dos años antes: era el 15- 01- 41 cuando en La Vega de Tresali el matrimonio formado por Vicente y Marina recibía al segundo de sus tres hijos; poco después vinieron a residir al barrio La Turrá de Nava donde creció, como sabemos por propia experiencia, con las limitaciones de los años de la posguerra, que nos hacían o “espabilar” o acobardar.
NACIDO PARA ALABAR A DIOS; los sobresalientes en griego sabréis decirlo con una sola palabra y quedaría muy elegante. Sí: toda su vida fue un canto al Señor. A los diez años loaba a “la Reina de nuestra Montaña” en la Escolanía de Covadonga y al año siguiente entraba en el Seminario, donde, durante seis años, con clase diaria de música, más los ensayos y oración litúrgica, la alabanza a Dios era tanto o más que el pan nuestro de cada día. Como buen estudiante mereció el sobrenombre de “Cicerón”, acaso invención de D. Oscar.
Su relación con la música continúa como creador, director y mantenedor de por vida del coro “Allegro”, en el que las voces navetas recreaban las maravillas de la creación y agradecían al Dios de la misericordia la presencia de su Hijo y del Espíritu en los días festivos. Su constante colaboración parroquial ensayando cantos a los niños, ofreciendo su fuerte voz en las celebraciones y haciendo vibrar nuestros ánimos al unísono con el órgano, que cuidaba con especial esmero, fue un regalo incalculable para esta comunidad.
En ese disfrute musical se gestó el largo noviazgo que culminó en su matrimonio con Rosaura Cueto Fernández en el año -83; evento que festejaba año tras año con su peregrinación agradecida a la Santina de Covadonga. A su esposa, que vive con entereza ejemplar y cristiana este trance doloroso, la felicitamos por los años vividos con él y, cercanos, sentimos con ella la desdicha con que se vive la muerte de quienes amamos.
Su vida laboral, tras breve tiempo dando clases en una academia y otros trabajos, se estabilizó definitivamente en la Mutua de Seguros Madín, ahora Ibermutua, jubilándose en el 2004. Disfrutó estos nueve años continuando su servicio a la parroquia, al Club Europa de Nava, del que fue presidente durante veinte años, a la vida familiar con exquisita atención a su esposa y largos años a sus ”mamás”, con el trato siempre afectuoso y provocador con sus amigos y vecinos, pero cuidadoso y lejano de todo juicio o comentario inútil. Disfrutando, cómo no, de una entusiasta degustación del ocio por las sidrerías y cafeterías navetas.
Su caminar erguido y acompasado rememoraba el “paso alegre de la paz” al son marcial de los altavoces en la clase de educación física del Seminario o el militar en El Milán, cuando, siendo cabo encargado del botiquín, llegaba sangrante y buscando una baja, su antiguo compañero J. L.G. Nuevo, y él, el cabo, increpaba: ¡soldado, erguido, esto se arregla con un esparadrapo! Pero uno y otro no pudieron disimular las heridas sufridas en las batallas de la vida….
Estremecida “la Villa de la sidra”, solo tenía palabras de elogio: “entusiasta con las cosas de Nava”, “educado y ordenado”, “bellísima persona que estaba en todo”, “servicial y disponible”, “amigo, festivo y digno de admiración”, “humilde y discreto”, “cariñoso, creyente y de trato cordial”, “suyo fue el Europa, el Allegro, la iglesia y la sidra”. Resumido con palabras de su esposa, bañadas en lágrimas: “muy bueno y muy entregado a los demás”.
Te rendimos un cálido y sentido homenaje, mejor, se lo rendimos a Dios por habernos prestado tu vida el tiempo que consideró suficiente; en él se vieron tus muchos amigos, te acompañaron las voces que tu querías y los sones del órgano que tu dejaste mudo, animados tímidamente por tu, nuestro, compañero y creador musical F.M. Viejo.
DESCANSA EN PAZ. HASTA NUESTRO ENCUENTRO PASCUAL.
Angel Solís A.
SILVERIO CERRA SUÁREZ
A MODO DE HOMENAJE PÓSTUMO A SILVERIO BENJAMÍN CERRA SUÁREZ
Pensando en ti y en tu partida tan inesperada, me viene a la memoria aquello que alguna vez comentamos: “Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra”. (El tiempo se escapa como las nubes, como las naves, como las sombras). Como las nubes (Job, 7,9); Como las naves (Job, 9,26); Como las sombras (Job, 14,2) ,junto con el “ Carpe Diem” (Aprovecha el momento), del poeta latino Horacio. Así considero yo tu aprovechamiento del tiempo ahora lo mismo que tu vida, a la que me atrevería a calificar de “Cura hasta la sepultura”. Parece que fue ayer cuando al llegar s Oviedo en el Ferrocarril del Vasco para el comienzo del Curso, te acompañaba a las Benedictinas a visitar a tu prima carnal Madre Amparo, la Abadesa, con algo de morriña por el internado del seminario y salíamos de allí animados y reconfortados por ella
Habíamos ido a pedirle al Arzobispo, D. Segundo, las Órdenes para Marzo, en vez de Junio, al final del Curso. Él nos lo aceptó y ello propició que el 14 de Marzo se cumpliera el medio siglo de ejercicio vocacional, que para ti fue intensivo, a pleno empleo y sin ahorrarte oportunidad que se te presentara por delante el Seminario, la Escuela de Magisterio y la propia Diócesis en tan diversos servicios . Cincuenta años “como un ayer que pasó”. Y, dada tu gran capacidad intelectual, por el legado y plasmación en tus escritos podemos decir con propiedad, “ahí queda eso”.
Por mi parte, querido Silverio, no puedo menos que agradecerte tantas atenciones para conmigo y tus desplazamientos a Turón, mi tierra en aquel verano famoso, para prepararme y facilitar la incorporación de un Curso que me llevó a ser vuestro compañero de Ordenación.
Quiero hacerme eco de nuestros compañeros de promoción (Covadonga 52) que me encargaron, con todo cariño, este escrito y que te están tan agradecidos por tanto, por todo, sobre todo por tu cariño, amistad y compañía.
Pero no podemos obviar que todo tiene una motivación, que está por encima de todo y que subyace a toda tu vida en dedicación plena sin reservarte nada. Se trata de tu amor apasionado a la Iglesia que con San Agustín tu conocías muy bien “como Santa y Prostituta”.
Veo oportuno hacer algunas citas, antes de poner la suya de por sí muy reveladora:
A la iglesia a la que he amado más que nada en este mundo, tan imperfecta como amorosamente (Ruiz de la Peña en su testamento espiritua). Más que hacer un testamento referente a mi persona, quisiera dar las gracias: gracias a Dios por todo lo que he recibido de la Iglesia, en la Iglesia y por medio de la Iglesia. Y quisiera invitar a todos a servir al evangelio y a la Iglesia con alegría, con absoluta sinceridad y franqueza. “Servir es reinar”. Y es fuente de perfecta alegría gastar la vida al servicio de la libertad que cura. Bernard Häaring.
¿Queréis saber por qué amo apasionadamente a la Iglesia? Por cuatro razones: -Porque salió del costado sangrante de Cristo. -Porque a través de ella me ha llegado el recuerdo y el Evangelio de Jesús – Por sus Santos que son como mojones del camino que hemos de caminar – La cuarta razón es porque la Iglesia es mi madre, ella me engendró en la fe, ella me alimenta con sus sacramentos. Y ¿sabéis? Mientras mi madre de la tierra vivía, yo no tuve tiempo de preguntarme si tenía defectos. Tenía que invertir todo el tiempo en quererla.
Cito ahora textualmente a Silverio Cerra en el momento que capta su pensamiento y sentir como es el del recordatorio que se repartió en Valdecuna en su Primera Misa:
“SEÑOR:
Te doy las gracias por pertenecer a una época difícil y exigente que no tolera la mediocridad en tu servicio.
Te doy las gracias por vivir en Asturias, donde la gravedad de los problemas nos exige la máxima tensión.
Te doy las gracias por la Iglesia que es tu respuesta al mundo:
-por el Papa que conoce y siente todas las necesidades de los hombres;
-por el Concilio, por la esperanza que ha despertado, por la renovación que nos trae.
Te doy las gracias por haber nacido en una familia pobre, obrera: en ella pude conocer la pobreza, ell trabajo, el sacrificio.
Te doy las gracias por los que me han guiado, corregido y ayudado en todos los órdenes; por los que se preocupan por mí, los que me sostienen con sus oraciones, su consejo, su apoyo. Todos tienen parte en mi sacerdocio.”
Trascribo unas palabras de su hermano Luis, mi amigo desde hace muchos años:
“El Señor quiso que una fecha tan señalada como la del domingo, en que el párroco de Valdecuna, D. Manuel Roces, te tenía preparada una celebración para conmemorar tus Bodas de Oro sacerdotales, sin regatear esfuerzos de ningún tipo, hayas marchado al lugar donde no perturban las veleidades humanas para celebrarlas con otros muchos bienaventurados. Este acto, en la misa de una, iba a constituir una sorpresa para ti. Al final, la sorpresa fue para nosotros.
Aquí hemos tenido la ocasión de corroborar lo mucho que te aprecian como persona, por tu trabajo incansable y por tu honradez intelectual”
Confío ahora que esa Iglesia que él conoció como “auténtica respuesta al mundo” y que la Santina de Covadonga a la que amó apasionadamente, le hayan presentado ya en los brazos amorosos del Padre de la Misericordia.
Fdo: Laurentino Gómez Montes, Sacerdote jubilado
PUBLICACIONES DE SILVERIO CERRA
Publicaciones: Dejo a un lado artículos de prensa, comentarios radiofónicos, incluso poesías que ponen de relieve su sensibilidad. Te envío un compendio de sus abundantes publicaciones, por orden cronológico:
Civilización actual y Humanismo. Oviedo, 1969.
Ideas antropológicas de Feijoo. Valencia, 1973.
Studium Ovetense: varios artículos sobre Feijoo, San Isidoro de Sevilla, las reliquias de la Cámara Santa, romanización de Asturias, etc. en diversos números.
San Melchor de Quirós. 1988, 1996, 2004, 2011.
San Cosme y San Damián. Mártires de Cuna. Valdecuna, 1992.
San Salvador de Valdediós. Emblema de un reinado, expresión de una cultura. 1993.
Ensayos en siembra. Asturias, 1993.
San Pelayo. La gracia y el valor de un niño. Oviedo, 1994.
San Blas, Obispo y Mártir. Oviedo, 1994.
La Semana Santa en Piantón. Marco y forma de una vivencia popular. Vegadeo, 1995.
Fray Ceferino González, filósofo y cardenal. Madrid, 1996.
La Virgen de las Angustias, Madre de Dios, Madre y Protectora de Villanueva. Ribadedeva, 1996.
Sociología de la Educación. Asturias, 1998.
Novena al Santísimo Cristo del Amparo de Nueva. Llanes, 1998.
Fundamentos filosóficos y antropológicos de la educación. Asturias, 1998.
Señor, escucha mi voz. Oracional. Asturias, 1998.
Antropología. Desde la vida al Espíritu. Oviedo, 1998.
Un milenio de Filosofía europea. Oviedo, 1999.
Filosofía social. El hombre en comunidad. Asturias, 1999.
Novena a Nuestra Señora la Blanca. Nueva-Llanes, 1999.
Vida y novena de Santa Rita. Arriondas, 2005.
Juan Pablo II, peregrino en Asturias. 2005 (En colaboración).
Vida y novena de San Cosme y San Damián. Parres, 2006.
Peregrinando a Covadonga.Oviedo, 2007.
Claves de la Comunicación actual. Oviedo, 2007.
¿Qué es Covadonga? Biografía del Santuario más antiguo de España. Gijón, 2008.
Otras caras del dolor. Oviedo, 2008.
Vida y novena de San Antonio de Padua. Oviedo, 2011.
Novena de Nuestra Señora de la Asunción. Vegadeo, 2011.
... ... ... ... ... ... ... ... ...Quedan pendientes las más recientes y últimas como los trabajos dedicados a los Seminaristas Mártires, a la Canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II y el libro que se regaló a los sacerdotes la Festividad de San Juan de Avila…
Laurentino Gómez Montes
(En este mismo número de Covadongadigital.es tenemos su colaboración sobre la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II)
Miguel Ángel Díaz Bardales
Miguel Ángel Díaz Bardales, compañero en el Seminario durante tres años y, en los últimos 15 años, participante asiduo en las reuniones semestrales del Curso Covadonga52, falleció en Madrid, en el Hospital de La Paz al amanecer del día 31 de octubre de 2014, afectado por un cáncer de colon y, precisamente, dos días antes de cumplir los 73 años.
Nosotros hemos perdido un buen amigo; unimos nuestros sentimientos de pena y de vacío a los de su esposa Dori a quien conoció y enamoró en Ribadesella, ¿dónde, sino? (ella también nos acompañó en Covadonga en alguna de nuestras reuniones de octubre) y al de sus tres maravillosos hijos. Perder un esposo es especialmente doloroso - un hueco que nunca se llena - y perder un padre deja una fuerte experiencia de desnudez y de falta de referencia.
Bardales era un persona siempre alegre – compartiendo este ‘estilo de ser’ con su familia de sangre - , entusiasta y ‘vitalista’. Lo decía así su hija Ana en el día de su despedida en el Tanatorio de Oviedo: “disfrutaba ante cualquier situación con que se encontraba y la vivía con fruición”. Le gustaba, en fin, saborear la vida, especialmente con los suyos, con su familia, que se va multiplicando, y a la que estaba ‘tan apegado’. Era, además, de las personas que agradeces encontrar, bien para un saludo rápido o para entretenerse en una conversación prolongada.
Le afectaría, sin duda, su situación última de enfermedad pero no lo manifestaba, no presentaba ese síndrome de contrariedad y de queja de la vida; ahí también manifestó su dignidad y ¡no debe ser nada fácil!
En su etapa laboral fue amante y celoso de su trabajo y en estos años disfrutaba plenamente de su situación privilegiada de jubilado.
‘Un hombre sabio ha de estar preparado para todo; sabe cómo protegerse y agradece los placeres que la vida le ha ofrecido y no se enfurece o se queja cuando la dicha toca a su fin’.
Quiero destacar, igualmente, que tenía un estilo personal sencillo, llano, sin remilgos ni complicaciones. Bien podía suscribir estas notas copiadas de algún autor: “que no crezca jamás en mis entrañas esa calma llamada escepticismo, huya yo del resabio, del cinismo, de la imparcialidad de hombros encogidos. Crea yo siempre en la vida, crea yo siempre en las mil infinitas posibilidades. Engáñenme los cantos de sirenas, tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua. Que nunca se parezca mi epidermis a la piel de un paquidermo inconmovible, helado. Llore yo todavía por sueños imposibles”.
Como colofón sentido y personalizado a este recordatorio de Ángel añadiría:
‘Dios ha querido que dedicara mi vida a ayudar a los demás, pero no ha querido que me marchara de este mundo sin dejarme ayudar por ellos. Dejarse ayudar es un nivel de espiritualidad superior al de simple ayudar. Quien se deja a ayudar se parece a Cristo más que quien ayuda. Pero nadie que no haya ayudado a sus semejantes sabrá dejarse ayudar cuando llegue su momento’.
Su periplo vital recorrió un trayecto de ida y vuelta: Ribadesella – Oviedo – Madrid – Oviedo –Ribadesella con alguna escala en Carrión de los Condes, en Covadonga y en Gijón. Para él, pues, ‘de Madrid al cielo’, no;
para él, ‘de Ribadesella al cielo’.
Miguel Ángel, tal como te despedía siempre que te enviaba una convocatoria para ‘nuestras reuniones’, PAX TECUM.
Ceferino Álvarez Bermúdez
ANGEL MENÉNDEZ TABLADO
ANGEL TABLADO. UN MAESTRO AUTÉNTICO Y CRISTIANO
En la misa del funeral de Ángel se le saludaba y despedía, al mismo tiempo, como “una buena persona, un buen amigo, y un buen cristiano”, notas que definían perfectamente su trayectoria biográfica y su personalidad.
Tablado nació el 30 de diciembre del 1940 en Vegameoro, un pueblo de las estribaciones de Leitariegos, en el inmenso concejo de Cangas del Narcea. En aquella aldea recoleta resultaba más fácil afrontar y superar las estreches económicas y las carencias de una sociedad duramente golpeada por la Guerra Civil recién terminada. Sus padres, Adela y Ángel, maestro nacional, le llevaron de la mano en la formación humana, religiosa y académica sin grandes dificultades. De su madre heredó el talante profundamente cristiano y amable; del padre, el amor a la enseñanza que demostró hasta los últimos momentos de su vida, y del que dieron fehaciente testimonio numerosos alumnos y compañeros del Colegio de Pumarín que pasaron por la Cruz Roja de Gijón los últimos días. Y sobre su familia, la figura casi mítica de D. Mariano, cura bien formado, exquisito de modales, agudo, a veces hasta lo volteriano, en sus juicios y anécdotas, que contaba con humor y mucha gracia. La sombra protectora y la figura de D. Mariano, a caballo, vestido de cazador y referente obligado en cualquier negocio aldeano relevante, constituyeron siempre para los aldeanos de Vegameoro y de los entornos, para Ángel de manera especial, un recuerdo señero.
En realidad, la devoción de Ángel a las personas, sin distingos ni acepciones, a su dignidad y a la enseñanza, venía de lejos. En muchas ocasiones le hemos oído hablar de don Ivo, su abuelo, un maestro muy estimado en la villa de Cangas que le honró de forma permanente con una calle. Influido además por su tío Mariano, párroco destacado de Noreña y canónigo de prestigio, entró en el Seminario, primero en Covadonga y después en Oviedo por dos veces, una antes de hacer el servicio militar y la otra, que parecía ya definitiva, a la vuelta. De hecho, llegó hasta los cursos finales de Teología. A Ángel le marcaron mucho aquellos años de seminarista y hablaba siempre con agradecimiento de su paso por Covadonga y el Prau Picón. De Covadonga, y de los cursos de verano de manera especial. En ellos aprendió a ver cine, a asomarse a la literatura contemporánea, vetada por las normas oficiales y peligrosa, según se decía en ambientes pacatos de los años cincuenta y sesenta. Se acordaba muchas veces de las clases de idiomas, de la música, del conocimiento minucioso de los excelsos paisajes que circundaban y embellecían el Real Sitio. Y tenía razón, porque yo mismo y otros muchos que pasamos por allí compartimos también con agrado aquellas experiencias. Sólo tenían un pequeño problema: que duraban demasiado, todo el verano, y nos alejaban de la familia mucho tiempo. Quienes no tenían excesivo arraigo familiar estaban muy satisfechos por las estancias veraniegas de Covadonga muy parecidas a una moderna Universidad de verano. Ángel, no del todo, porque Vegameoro de Cangas y su familia tiraban mucho.
¿Por qué dejó Ángel el Seminario? ¿Por qué no comenzó la escalada de las órdenes menores y mayores? ¿Por qué no se ordenó de sacerdote y derivó hacia los derroteros de la enseñanza primaria? Confieso que nunca me atreví a preguntarle, ni el lo confesó abiertamente, aunque en ocasiones formulara alguna velada insinuación.
Con el título de maestro y después de alguna estancia en centros, no lejos de Gijón, recaló definitivamente en el de San José de Pumarín, un colegio de barriada nueva, popular, de contradicciones importantes, pero, al mismo tiempo, estimulantes y con enormes potencialidades, por tratarse de gentes sencillas que veían en el joven profesor un verdadero maestro, un amigo y un faro seguro. Ángel era maestro en el aula y fuera. No tenía alumnos sino amigos. No tenía colegas de profesión con las casi inevitables disputas de competencias y promociones, sino compañeros en la misma tarea vocacional. Para Ángel, subir a Pumarín cada día, muchas veces lo hacía caminando, era asistir a una fiesta amistosa y familiar con sus alumnos, para él más importantes seguramente que el propio colegio y el claustro. Cuando se jubiló de forma definitiva –precedida de una jubilación parcial- no lo celebró porque en el fondo de su alma le costaba desatar ataduras fuertes y sentía que algo se rompía en su interior. Las visitas de última hora de aquella gente de Pumarín fueron para él un verdadero y gozoso lenitivo. No en vano “recordar” es pasar por el corazón de nuevo experiencias y sobre todo personas para gozarse con su presencia.
¡Con que gozo devoto se retiraba Ángel a su casa familiar de Vegameoro! Conocía perfectamente los Sacramentos de la vida del siempre admirado franciscano, Leonardo Boff, y trataba de reproducir y vivir las experiencias del sacramento de la casa. Esa plenitud de Vegameoro era una realidad mucho más plena cuando abría sus puertas para pasar un fin de semana o “puentes de guardar” con sus amigos y con las personas de su grupo cristiano. Pudimos comprobar que la hermosa y poderosa casa rural era su “cosmos” preferido. Contemplaba y amaba cada rincón, cada cachivache, cada espacio, cada adorno, cada instrumento, como parte de un todo armónico. Por eso el orden era también para él una obsesión. La preparaba antes con esmero y marchaba siempre unos días más tarde para dejar cada cosa en su sitio. Pero si la casa de Vegameoro era para Ángel su “microcosmos”, el pueblo y el gran paisaje de Leitariegos reunía todas las características de un “macrocosmos”. Conocía a todos los vecinos, los quería y compartía con ellos sus vivencias que iban adquiriendo forma elocuente cuando lo contaba. Conocía metro a metro todos los caminos, los pastizales, las brañas, los escobios, los riachuelos… Durante los veranos y otoños participaba en las tareas aldeanas como un lugareño más. Como no tenía vacas propias, estaba pendiente de las de los caseríos vecinos como si fueran suyas. Es una pena que no tengamos fotografías del Ángel “urbanita”, con su guiada de ganadero, conduciendo la vacada a sus rediles desde los “prata, pascua”: los lugares de pastizal.
Ángel perteneció desde sus comienzos, hace más de cuarenta años –y sigue perteneciendo con el peso fuerte de la presencia de su silla vacía después de la muerte- al grupo “Y”: una comunidad cristiana con personas de Avilés, Gijón y Oviedo, que nunca quiso llamarse comunidad, como tal, porque le parecía excesivamente pretencioso. Era uno de sus miembros más asiduos en las dos reuniones de cada mes y en las fiestas relativamente frecuentes que en ocasiones juntaban a dos o tres generaciones ¡Cuantas veces oía decir a Ángel que “aquello” era una verdadera gracia de Dios! Participaba de manera habitual y muy activa y en ocasiones acaloradamente, sobre todo cunado las reflexiones discurrían por derroteros demasiado novedosos que no encajaban del todo en su forma particular de entender y vivir un fe profundamente arraigada y proclive hacia un cierto tradicionalismo. Cuando los discursos eran de tipo político-social, a Ángel le ocurría lo mismo. Algunos planteamientos de la “postmodernidad”, en la teoría y en sus dimensiones prácticas, en las antípodas de su forma de ver la vida, más moderada, le cabreaban no poco. En la hora postrera, este grupo cristiano, esta comunidad a su pesar, se convirtió pata Ángel –lo había sido siempre- en su propia familia, junto con la hermana Adelina que asistía aturdida al final de una muerte anunciada. Esta “familia religiosa” vivió la muerte de Ángel como un hito de su Pascua y de la de su madre, acontecida el mismo día pero veinte años antes.
Gracias, Ángel, por todo: por tu vida, por tu persona, por tu manera de ser, por tu trayectoria uniforme y densa, por reproducir, a tu modo, las actitudes básicas de los alegres y sencillos de corazón del Libro de los Hechos de los Apóstoles (2,46). Gracias, Ángel, por contarme entre tus amigos para siempre. Permíteme despedirme de ti con un poema de Borges que canta las excelencias de la amistad:
“En estos días pensé en mis amigos y amigas,/ entre ellos, apareciste tu./ No estabas arriba, ni abajo ni en medio./ No encabezabas ni concluías la lista./No eras ni el número uno ni el número final./ Lo que si sé es que te destacabas por alguna cualidad que/ transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida./ Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, o el segundo o el tercero de la lista./ Basta que me quieras como amigo./ Entonces entendí que realmente somos amigos./ Hice lo que todo amigo:/ Oré…y le agradecía a Dios por ti./ Por ser mi amigo.
Javier Fernández Conde
JULIO VILLANUEVA ÁLVAREZ
Julio Villanueva Álvarez, nacido en el barrio de Santa Marina de Mieres del Camino el año 1940 era hijo único de Julio y Oliva. Empezó en el Seminario Menor de Covadonga el año 1952 con otros 110 chiquillos. Completó los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología, recibiendo el sacramento del Orden Sacerdotal el 28 de junio de 1964. Desde el inicio de sus estudios tuvo problemas serios de la vista hasta tal punto que se le negaban las Órdenes Sagradas por parte de alguno de sus superiores, prevaleciendo el criterio evangélico de que ‘los ciegos ven y los cojos andan (para anunciar el Reino)’ y la influencia de D. Samuel Miranda; pudo desempeñar sus tareas de sacerdote sin trabas mayores hasta la edad de la jubilación. En los 10 últimos años, su enfermedad fue creciendo hasta llegar casi a ceguera total, no sin antes haber ‘peregrinado’ repetidamente a diferentes Clínicas Oftalmológicas de Cataluña, Salamanca, Santander y Asturias. En Oviedo recorrió, como un paciente ‘obsesivo’, todas las Clínicas Oftalmológicas existentes; especialmente frecuentó la Clínica Fernández-Vega donde siempre recibió una atención profesional especial y un trato humano exquisito, tanto por parte de los doctores como por el personal de acogida.
Ordenado sacerdote en 1964 pasó durante siete años por varias feligresías del oriente de Asturias: Llanes. Cué, Andrín, San Roque, habiendo iniciado su tarea pastoral como coadjutor de Lugo de Llanera. En 1971 fue designado coadjutor de Cangas del Narcea y en esta zona privilegiada permaneció durante 30 años con nombramientos sucesivos de coadjutor/ecónomo/encargado de Cangas del Narcea, Monasterio del Coto, Agüera, Bergame, Cibuyo y Berguño.
Su Simca 1000 ‘volaba’ por las estrechas y sinuosas carreteras de estas parroquias.
En esta zona encontró ‘su segundo hogar’ entre los compañeros sacerdotes, los feligreses de esas parroquias y los chavales del IES ‘Cangas del Narcea’ donde él impartió clases de religión al 80% de la juventud de la zona. Sintonizaba muy bien con esta juventud que le valoraba por su dedicación, su ingenio y su amplia cultura en literatura clásica y moderna, y la afición musical que Julio compartía con ellos, pues poseía una abultada discografía que ponía al servicio de todos. Los chavales le querían de verdad; hablaban de D. Julio con gratitud y una sonrisa cómplice.
En 2001, debido a que su enfermedad iba avanzando, se jubila, cumplidos los 61 años, tanto de la enseñanza como de los encargos pastorales. Se desplaza a Salamanca invitado a participar de un curso de espiritualidad; de vuelta a Oviedo, se interna en la Casa Sacerdotal que fue. desde entonces, su lugar de permanencia continuada hasta el día de su fallecimiento. Aquí, mientras sus fuerzas se lo permitieron, llenaba sus días con viajes cortos y visitas a sus amistades. Fue pródigo, a veces en exceso, cuando tuvo dineros: sus manos nunca se cerraban ante las necesidades que encontraba por la calle mientras él pudo vivir su vida ‘en libertad’. Durante este tiempo sufrió situaciones personales obsesivas y serias perturbaciones psíquicas que le llevaron a internamientos temporales en la Clínica Mental Dr. Quirós.
En la Casa Sacerdotal siempre estuvo bien cuidado y atendido, pero no muy visitado ni valorado convenientemente dada su situación de aislamiento físico y psíquico – el diálogo con él era en base a monosílabos, como reconocía en la homilía laudatoria de la misa de funeral el Sr. Vicario General de la Diócesis – que él, ya vencido por la realidad que se imponía, aceptó con estoicismo o, en visión cristiana, como fiel servidor del ‘hágase tu voluntad’. Los enfermeros que le atendieron conocían bien su ‘terquedad’ y también el aprecio por los cuidados de cada día que ellos le dispensaban.
En la misa de funeral estábamos presentes una treintena de sacerdotes y un puñado de laicos. En la homilía del Sr. Vicario quedó repetida para los que allí estábamos una sentencia sentida y sensata: ‘son necesarios sacerdotes como Julio, ni más ni menos’; sabia consideración de aprecio y reconocimiento. A la semana siguiente de su fallecimiento los sacerdotes de la Zona de Cangas del Narcea creyeron oportuno celebrar una misa de funeral en la Basílica de Cangas: nos reunimos 11 sacerdotes y una nutrida asamblea de feligreses que D. Julio atendió en los intensos años de su estancia en la zona. Sus restos reposan en un panteón que el Arzobispado dispone en el Cementerio del Salvador de Oviedo.
Se fue ligero de equipaje: sin familia, sin libros, sin mp4, sin cartilla del Banco…
‘Ya que fuiste fiel en lo poco, pas
FRANCISCO RODRÍGUEZ GÓMEZ
El día 17 de febrero de 2018 falleció en Oviedo de forma repentina – una infección interna masiva – otro de los compañeros de Covadonga52: Francisco Rodríguez Gómez, Paco ‘Ponticiella’. Lo despedimos el día 19 en la iglesia parroquial de San Lázaro del Camino que era su parroquia querida.
Con achaques desde hace años, se jubiló anticipadamente obligado por su enfermedad. Ejercía de Apoderado en el Banco Popular donde había ingresado por oposición en el año 1965, cansado ya de impartir ‘clases particulares’ como medio para subsistir (como otros muchos compañeros) desde su salida del Seminario en el año 1963. Por los numerosos clientes que incorporó al Banco, por su laboriosidad y seriedad en el trabajo, siempre gozó de alta consideración por parte de los gerentes del Popular. En sus comienzos en el Banco pateó las caleyas de la zona rural de Oviedo pagando a los campesinos, en nombre del Popular, las entregas de leche que hacían a la Central Lechera Asturiana.
En la etapa de implantación de las tarjetas bancarias fue nombrado Delegado del Banco para Asturias, Galicia y Santander para instruir en su uso a los empleados del Banco. Esto le obligó a viajar a menudo. Le acompañaban con frecuencia su mujer Herminia y su hijo Miguel cuando la ocasión lo permitía. Ante una coyuntura negativa en el Popular de Santiago de Compostela fue designado a reflotar la Entidad en esa ciudad, lo que significa su capacidad y la confianza de los gerentes del Banco. Una vez consolidada la gestión, regresó a Oviedo a su despacho en la Sede Central de la Entidad Bancaria, en Uría.
Según información recibida, puedo afirmar que al proponerse dejar el Seminario en cuarto de teología, José Luis Ortiz, Padre Espiritual entonces, le instó a quedarse en el Seminario haciendo alguna función administrativa o de portería… antes de tomar la decisión definitiva. No le pareció oportuno y se fue, Su salida del Seminario no le resultó fácil por el disgusto que ocasionó a su madre que lo quería ‘sacerdote’.
Al dejar el Seminario se hospedó en una pensión que regentaban los padres de la que fue después su esposa durante cincuenta y dos años…. Se casaron en el año 1966 en la iglesia de San Juan. Ella me confesó que tuvieron un noviazgo ‘difícil’… a escondidas del padre de Herminia que no les permitía estar juntos; se citaban en lugares convenidos por mensajes depositados en el buzón. En 1968 nació su hijo Miguel.
Durante 52 años Herminia y Paco se apoyaron mutuamente en las diferentes situaciones que les sobrevinieron. Su salud fue precaria – también él fue ‘varón de dolores’ - a partir de una operación de riñón que le hicieron a la edad de 40 años. Siempre tuvo, a pesar de todo, muy buen carácter y era optimista y decidido ante las dificultades que le sobrevinieron.
Conversador y dialogante fueron características que le acompañaron hasta el final de sus días entre nosotros. Nunca le parecían suficientemente largas las conversaciones que entablaba; el tiempo de su reloj no corría para él.
Como amante de la música coral, pertenecía al Coro Reconquista y, con entusiasmo manifiesto, al Coro Parroquial de su parroquia querida de San Lázaro del Camino en Oviedo y también al Coro parroquial de Villaquejida, donde residía desde este verano último. Era un ‘chico’ de coro, que le ocupaba y le satisfacía de verdad.
Había preparado el ingreso al Seminario y primer curso en Gijón con su tío D. Avelino ‘el de La Caridad’, entonces destinado en Gijón y residente ahora con 96 años y ‘muy activo’ en la Casa Sacerdotal. Paco se incorporó en Covadonga al segundo curso en 1953. Su estancia en el Seminario fue siempre de alumno aplicado y cumplidor. Manolo Suárez recuerda que era un ‘as’ al frontón.
Creemos que la Providencia del Buen Dios dispuso que Paco había llegado a la meta de su permanencia entre nosotros para entrar en ‘en un cielo nuevo y una tierra nueva ’; siempre su compañerismo, su espíritu de servicio y su amor por los suyos quedarán en nuestro recuerdo y amistad compartida. “Ahora subsisten la fe, la esperanza y el amor, estos tres. Pero el mayor de todos ellos es el amor”. ‘Que el coro de los Ángeles te reciba y junto con Lázaro, pobre en otro tiempo, tengas el descanso eterno’
Ceferino Alvarez Bermúdez
CUSTODIO DÍAZ FERNÁNDEZ
IN MERMORIAM D. CUSTODIO DÍAZ FERNÁNDEZ
Demoré por largo tiempo (quizá por la pena de su ausencia) ponerme a escribir esta nota necrológica de nuestro compañero Ángel Custodio Díaz Fernández, de nuestro buen amigo Custodio. El viernes, día 11 de enero, cumplidos ya los tres meses de su fallecimiento, crucé al atardecer por delante del edificio del viejo Hospital y recordé las muchas veces que él atravesó esas puertas en busca de salud y de cuidados para su larga enfermedad. En ese momento me comprometí conmigo mismo a escribir sobre recuerdos vividos con él, pero sobre todo sobre él mismo, llegado al término de su carrera vital ‘sin desfallecer’.
A ejemplo de Job, “no pensaba en su muerte; no deseaba la muerte; no vivía en angustia”. Sabía de sus limitaciones, a veces paralizantes y progresivas, pero mantenía la serenidad que, en contadas ocasiones, se derrumbaba para sobreponerse enseguida. Poseía una voluntad de atleta: ¡era ‘alleranu’, ho! Sabía que ‘al final de la vida solo nos queda lo que hemos regalado; lo que hemos guardado lo perdemos sin remedio’. Ya había previsto celebrar ‘a lo grande’ sus 80 años el 10 de diciembre con algunas personas cercanas… y… ¡le llamaron a celebrarlos en el ‘hogar’ del cielo, en el encuentro con tantos amigos ‘con los que él tanto quería’!
¿Fue su muerte una bendición? Ingresó en el HUCA el día 5 de octubre por la tarde por un resfriado y, a las 8.05 del sábado, día 6, sonó el teléfono por una llamada del HUCA confirmando su muerte (aún conservo ‘en la nube’ y en el recuerdo esta llamada). Pregunto: ¿Fue su muerte una bendición, sabiendo que el Dr. Parkinson lo iba atenazando día a día? Al alba fue arrebatado por sus ángeles custodios hasta la morada de Dios y adquirió un nuevo y definitivo e-mail CORAZONDEDIOS@Α.Ω
Durante sus años de enfermedad siempre sintió necesidad de estar activo: en las parroquias de Cancienes y Solís mientras pudo y, ya en el proceso más paralizante, en los paseos diarios desde la Casa Sacerdotal tanto cuando él era autónomo como después cuando necesitaba de un lazarillo.
Disfrutaba encontrándose con gente conocida: compañeros, feligreses de sus recordadas parroquias o con participantes de la Fraternidad de Lourdes con quienes él recordaba los buenos momentos vividos en las peregrinaciones anteriores o preparaba la del año siguiente ¡Cuánta pena sintió en los años en que no pudo asistir a la peregrinación a Lourdes! No se amilanó nunca para salir a comer con los compañeros o amigos o para asistir al tanatorio a despedir a sus amigos y feligreses; en esos momentos, ‘espolletaba’. Necesitaba airearse fuera de los cuatro muros de la Casa Sacerdotal en lo que suponen de encierro, ‘serpentear’ por las calles y callejas de la ciudad vieja… y encontrar y saludar efusivamente a antiguos compañeros y a las nuevas amistades que él se adquirió estando ya en la Casa Sacerdotal. “¿Sufres Díaz?” (en expresión coloquial entre compañeros). Sí, sufría cuando no podía dar el paseo matutino dado el avance de la enfermedad y las limitaciones que ‘le imponían’.
Él quería a la gente y la gente le quería a él. Fue un cura cercano y comunicativo, Alternaba también en los ambientes de calle: asambleas de vecinos, chigres, boleras… en consonancia con el dicho ‘es mejor estar en el bar y pensar en la iglesia que estar en la iglesia y pensar en el bar’. Era un amante de la cuatreada y de la tonada y se sabía dónde había actuación de ‘canción asturiana’ y acudía, si le era posible, igual que los jóvenes acuden a los festivales musicales. El Cuarteto Torner le entusiasmaba.
Fue la Casa Sacerdotal su hogar durante más de 20 años; en ella encontró cobijo, cuidados, atenciones, compañía, cariño. Como bien dijo el Sr. Arzobispo en la misa de funeral: “lo que no podía expresar con palabras, lo expresaba con la mirada“. De esta forma, compartió oraciones y comidas con los residentes en la Casa. Es muy posible que las cuentas de la Librería noten un bajón en las ventas, ya que Custodio era un asiduo ojeador y comprador de libros, que leía de principio a fin, además de las revistas de información de la Iglesia que seguía recibiendo semanal o mensualmente. Así llenaba sus días.
¡Cómo lucía sobre su ataúd el pañuelo azul de la Fraternidad de Lourdes, que alguien con mucho cariño le colocó encima…!; con él al cuello y con emoción se presentaría a María, la Madre, como tantas veces lo había hecho ante la imagen de Lourdes.
En la misa del funeral celebrado en la iglesia de Santa María la Real de La Corte estábamos casi todos: compañeros de curso, sacerdotes de la Casa y otros sacerdotes amigos, feligreses de sus queridas parroquias de Sotrondio, Rioseco, Cancienes y Solís, responsables de la Asociación de Parkinson, hermanas Dominicas, cuidadores de la Casa…
En su parroquia del bello pueblo de Bello, el pueblo de sus primeros pasos y trabajos, acompañando a sus hermanas, sobrinas (a quienes él tanto quería) y otros familiares cercanos, sus paisanos del pueblo llenaron la iglesia parroquial en este último homenaje a su vecino. Sus restos reposan en el cementerio parroquial y él vive junto a Dios en quien creyó y confió.
“Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos” Sal. 137,8
Tú eres, Señor, ya mi Todo
Ceferino Álvarez Bermúdez
JOSE ANTONIO OLIVAR
Un sentido adiós a Olivar. Se fue José Antonio Olivar, el compañero entrañable. Desde el año 1952 de aquella idílica Covadonga y desde aquellos primeros días de octubre en que ingresamos en el Seminario Menor -hoy convertido en Museo y Escolanía- mantuvimos ambos una vinculación inquebrantable.
Se fue la persona y también el personaje, el amigo del alma y casi un hermano para mí. Los lazos que nos unían eran múltiples: la manera de pensar y de ver la realidad, los gustos estéticos y hasta gastronómicos, las tendencias políticas y una irrefrenable afición al “cachondeo” y a la broma de la que ambos disfrutábamos.
No se me quita el nudo de la garganta desde el momento en que María, su mujer, me dijo este sábado pasado: “José Antonio está muy malito”. Y hoy, con el aviso de su fallecimiento, no pude menos que llorar su marcha definitiva. Y es que hay personas que no quieres que se vayan nunca de este mundo ni tu lado, aun sabiendo que se desea un imposible. Me consuela mucho saber que conservo de él, aparte de los mejores recuerdos, un montón de escritos suyos que él me fue pasando, algunos como consulta (“a ver qué te parece esto”) y otras veces como generosos regalos.
Literariamente, le gustaba lo sencillo, lo familiar, lo de ‘andar por casa’. Nadie le verá subido a la parra de las letras mayúsculas de la literatura, por más que él las dominara perfectamente. Al revés. Le gustaba circular a ras de tierra y con todos los sentidos bien abiertos para captar lo más cercano, lo más entrañable de la realidad, como buen periodista que era.
Pero sus escritos, sobre todo, sus poemas alcanzaban siempre la altura necesaria, una profundidad inteligible, la precisa claridad de conceptos y las expresiones más certeras y oportunas. Precisamente por ello, no se le negaron hasta algunos galardones literarios (Premio Huelva de poesía en 1969). Durante los años que dirigió la revista HOLA, daba gusto leer sus reportajes y entrevistas precisamente por acercarse al corazón de los personajes y a sus perfiles más humanos. Son montañas de textos rimados los que guardo (él no se atrevía a llamarles poesías) de temática religiosa para que yo les pusiera música. De éstos llegamos a lanzar cuatro discos LP en Ediciones Paulinas allá por los años 82-83. Entre esos temas está el famoso “Qué detalle, Señor, has tenido conmigo”, que hasta el Papa Francisco tararea y, partiendo de los textos de la canción, haber hecho glosas espirituales en retiros al clero boliviano. Su entrañable visión antropológica del mensaje evangélico quedó muy clara en todos los textos que hizo para hacer canciones religiosas y que puso a disposición de diversos compositores de este género musical.
Era tan acertada, tan teológica y tan actual su visión y su sentir del cristianismo, que bien merecería la pena, me atrevo a lanzar, que algún estudiante de teología se dedicase a hacer su tesis doctoral sobre La Teología Secular de José Antonio Olivar. No perdería el tiempo, en serio. Podría garantizar un Summa cum Laude de nota si le exprimiese bien el jugo al trabajo. Material, tendría de sobra.
Nunca ha sido un beato al uso, más bien parecía lo contrario, pero siempre llevó consigo la impronta de una sólida formación humanística y religiosa, algo que él reconoció y agradeció en multitud de ocasiones y encuentros. Tampoco el cambio de rumbo en su vida personal ha significado para él, como sucede en otros casos, un borrón y cuenta nueva o un adiós definitivo o una renuncia al pasado.
En fin, se nos fue un llastrín de gran categoría. Todos los compañeros de curso sentimos profundamente esta despedida, pero todos le vamos a tener presente en los formidables textos de sus canciones que siempre cantamos en nuestros encuentros y ello nos servirá de alivio y de cercanía entrañable.
Hasta siempre, “Manín”.
Fernando Menéndez Viejo
JESÚS FAYA GUTIÉRREZ
Jesús estaba en su casa de Sotiello ultimando minuciosamente los preparativos - viajaba siempre ligero de equipaje - para partir a su elegida y bendecida ‘nueva tierra prometida’ de Roquetas de Mar…donde encontraba un clima más favorable para su menguada salud (y también, por la independencia que él tanto apetecía! ) y al amanecer del viernes, día 6 de agosto (fiesta de la Transfiguración de Jesús y, en Oviedo, celebración de El Salvador), se le presentó de improviso otro Viaje, ‘el último viaje’ decimos, esperado e inesperado siempre, hacia la Casa del Padre Dios donde Jesús de Nazaret se fue ‘a prepararnos sitio’, también para su tocayo Jesús Faya Gutiérrez.
En su casa de Sotiello, acompañado de su mujer Clelín y de sus hijas Mónica, Nuria y Alejandra terminó serenamente, sin un ¡ay!, en el silencio del alba, su recorrido vital, a los 78 años, desde su primer vagido en Carbayín, Siero.
Al cumplir los 11 añinos, había dejado la casa paterna para encontrar un nuevo hogar en el Seminario de Covadonga. Allí nos encontramos, de oriente y de occidente, del norte y del sur, en un ambiente totalmente desconocido hasta que los días, largos y ocupados, nos fueron hermanando en ‘esa nueva existencia’ y nos amoldaron a unas rutinas de Internado: capilla, salón de estudio, aulas, refectorio, sala de juegos…visitas a la Santa Cueva y a la Basílica; disfrutábamos, como rapacinos, de los paseos domingueros al Asiento de los Canónigos, al Repelao, a Orandi y hasta los Lagos alguna tarde.
De esa época todos recordamos, al menos, lo aventajado que era Faya en el juego del ping-pong; hábil y practicante asiduo en este elegante juego, era el as entre compañeros y profesores.
Terminó la etapa de Humanística con nosotros en el Seminario de Oviedo y se marchó para el Seminario de León a estudiar los cursos de Filosofía. En el año 1960 dejó el Seminario y emprendió la vida laboral que le llevó a varios puntos de la geografía. Su itinerario laboral comienza en Gijón y después de sucesivos lugares: Málaga, Madrid, Libia (donde permaneció tres años) regresó a Gijón, recorriendo toda Asturias como comercial de papelería en los años siguientes hasta su jubilación.
Se casó en Gijón en el año 1968 y tuvo una vida familiar un tanto azarosa, rozando el córner alguna vez; la convivencia con Jesús se hacía a veces difícil.
Su salud no fue buena desde joven: a los 25 años sufrió una operación de reducción de estómago, situación que se repitió en la década de los 80 estando en Libia. Esta situación explica lo poco que comía y su cuerpo mínimo; su presencia no hacía honor a la ‘faya’ robusta, árbol autóctono de Asturias. Hablando en términos de boxeo, más que peso ‘pluma’, era peso ‘mosca’ o ‘minimosca’.
En estos últimos años se agudizó su enfermedad según la apreciación de los médicos y a ojos vista. No se cuidaba lo suficiente de tal modo que era progresiva su enfermedad: la secuencia ‘de una muerte anunciada’, que le llegó cuando no la esperaba.
Así fue su biografía externa.
Y el ‘alma’ de Faya, ¿cómo era?
No todos pero sí son destacables algunos rasgos valorados por todos los que lo tratamos.
Era proverbial su facilidad para relacionarse en todos lo niveles sociales desde el barman de un bar en Tineo hasta al mismo Rey. No necesitó leer el libro ‘Cómo hacer amigos’ de Dale Carnegie para aplicarlo en la práctica; era tan abierto con quien se encontraba que sin más lo consideraba ya amigo, con nombre y apellidos, y lo consideraba amigo para siempre; era amigo de muchos amigos. Tenía contactos presenciales muy frecuentes con componentes de varias asociaciones asturianas y era puntualmente asiduo a nuestras reuniones periódicas de covadonga52; es reconocida su relación y sintonía con el Centro Asturiano de Madrid; no había conversación en la que él no lo mencionase. Esta faceta de su personalidad la expresaba irónicamente un compañero al conocer su fallecimiento: ‘seguro que se las arregló para encontrar la forma de entrar en el Corazón del Padre’.
Otro compañero en un comunicado póstumo escribía: ‘Descanse en paz. Ahora podrá hablar sin que le interrumpan’. Era un conversador incansable, repetitivo muchas veces y lento en la exposición… por lo que a veces resultaba pesado. ¡No me apures!’ era una expresión frecuente de él; se acompañaba siempre de uno de sus pequeños placeres: un buen vino de Rioja, un vasito o dos... Ahora no necesita ya cronómetro alguno ni mirar el reloj… ¡¿será eso… la eternidad: un instante?!
Le gustaba vestir con elegancia: con cortes de pelo cuidados y corbata con traje de marca, siempre impecable en el porte, de ‘punta en blanco’ según el dicho popular.
Que el Señor de la Vida le haya encontrado ‘con el vestido de boda’ para participar en el Banquete preparado también para él.
Un nutrido grupo de compañeros, acompañados de su familia, despedimos a Jesús Faya en la iglesia parroquial de San José de Gijón para la celebración de las exequias por su eterno descanso; en la misa se entonaron cantos, también en gregoriano, como él hubiera querido.
En el paraíso deduciendo a los ángeles, En tuo adventu sospechando a los mártires,
Y deduciendo el in civitatem sanctam Jerusalén.
En el Columbario de esta iglesia reposarán sus cenizas.
También guardaremos tu recuerdo, amigo Faya.
Olivar y Viejo
FERNANDO MENÉNDEZ VIEJO
Amigo Fernando:
Te voy a escribir una carta que no dudo ni un minuto te habrá de llegar. Son muchos los oídos que prestan atención a tu nombre y apellidos, porque tú despertaste, a lo largo de tu vida, verdadero interés y admiración. En todos ellos sigues viviendo y todos se comunican contigo.
¿Recuerdas aquellos viajes que hicimos a Salamanca en los veranos de los años 60 y 61 del pasado siglo y milenio?
No sé por qué D. Ignacio Olaizola me escogió a mí para acompañarte en aquellos Cursos de Gregoriano que se impartían en la Universidad de Salamanca.
Lo cierto es que allí nos encaminamos haciendo Auto-Stop para ahorrarnos unos dinerillos que nos venían al pelo.
Llegados a Salamanca decidimos no alojarnos en la
Hospedería prevista por el Sr. Rector, próxima a la Universidad, y buscamos una humilde Posada en la que se nos ofrecía una habitación limpia, con dos camas.
Desde allí teníamos más libertad para desplazarnos sin el corsé de los horarios fijos a vivir los ambientes de las noches salmantinas en la inigualable Plaza Mayor y en la Calles próximas, cargadas de bullicio y arte.
¿Qué sabrosos cafés y helados nos tomábamos en la Cafetería de Las Torres?
¿Te acuerdas cómo los domingos, después de oír Misa en alguna de tantas iglesias o Catedrales (que de todo hay en abundancia), nos dirigíamos con nuestro Picnic a las afueras salmantinas, a la piscina del Hotel Regio en Santa Marta?
No se te pueden olvidar aquellas impetuosas lluvias, que parecían ahogarlo todo, y que puntualmente se presentaban en aquellas tardes calurosas para dejarlo todo en calma y orden a los pocos minutos.
Asistíamos puntualmente a las clases de Canto Gregoriano en las horas matutinas; no tuvieron que hacer muchos esfuerzos los componentes de aquel grupo de alumnos para distinguir tu voz y tus aptitudes para todo lo musical.
Regresábamos por Santander, bajando el Puerto del Escudo o por León, acomodándonos siempre a los intereses del samaritano que nos conducía.
¡Qué hermosos días y hermosos recuerdos ¡ Te lo recordé no hace mucho y me decías que ya quedaba muy lejos.
¡Es verdad que quedan lejos esos recuerdos… pero en nuestras mochilas están¡
Dejo aquí, Fernando, este recorrido por aquellas tierras castellanas.
Luego vino nuestra presentación a las puertas del Palacio Episcopal para que el Arzobispo D. Segundo metiese las manos con las tijeras en nuestras cabelleras.
Habíamos quedado desgajados del gran grupo, del pelotón, teníamos que remar sin demora para no perder el tren del 14 de Marzo de 1964, fecha que nos esperaba en La Felguera para nuestra Ordenación Sacerdotal.
Después tú volviste a Covadonga, en donde se había dado nuestro primer encuentro, en plena adolescencia.
Te confiaron la Dirección Musical de la Escolanía. No podía ser de otra forma: Habías nacido para eso, para el canto, la melodía…
Todos recordamos aquellas tardes/noches veraniegas en Covadonga en nuestros famosos y largos Cursillos, cuando hacíamos el Fuego de Campamento y cantábamos a pulmón roto ante Sagarmínaga y el Arzobispo D. Javier Lauzurica el “Tengo una casita blanca etc,etc”
¡Cómo no traer a la memoria tus famosas Tirolesas¡ Nunca vi a nadie que hiciese tales acrobacias con su garganta. Aún hoy, compañeros nuestros más jóvenes, recuerdan aquellos momentos en que nosotros deambulábamos por el Aula Magna del Seminario; y tienen grabadas en su mente tu impresionante esgrima musical con “las Tirolesas de Viejo”
En la Schola Cantorum del Seminario, en la cuerda de tenores, tenías tu plaza irreemplazable. Allí donde conocimos a otros tenores solistas, a las órdenes de D. Alfredo de la Roza, como D. Ezequiel y Tirso, viniste tú a ponerte en la cima, en lo más alto, tanto cuando abordábamos la música popular finalizada con el “Axuntábense”, como cuando volábamos en la Música clásica con los Motetes de Semana Santa de T. L. de Victoria, Guerrero o Morales o con los Villancicos de la Edad Dorada como “Riu Riu Chiu la…”
Amigo Fernando… No te conformaste con deleitarnos con tu voz. Habrías de dar el paso a la Armonía, Composición y Dirección para entrar en el alma de la renovación del Cantoral Religioso.
Encontrarías, para llevar a cabo esta obra, la ayuda impagable de nuestro amigo, compañero y poeta, José Antonio Olivar.
Si ya erais estrechos amigos desde el año 1952, el arte os siguió uniendo para dejar plasmado en el pentagrama para siempre el buen decir musical y poético del Canto actualizado religioso post Vaticano II.
Cuando yo te decía que estaba viendo un partido de fútbol del Real Oviedo, tú me respondías que también amabas al Oviedín pero que tenías tu alma en Gijón.
Efectivamente. Tú habías nacido en Oviedo el 19 de Octubre del año 1940. Fue el día del Desarme en Oviedo, fecha muy señalada.
De tu padre Fernando, cantor de Ópera, habías heredado esa voz. Tuviste la desgracia de perderlo cuando sólo tenías 8 años. Tu madre Conchita también tenía buen oído y cantaba con una voz no tan aguda como es habitual en el género femenino.
Pero habría de ser otra mujer, Mari Paz Iglesias Fernández, la que te acompañase hasta el final de tus días.
Os conocisteis en León, en el mes de Agosto del año 1978, donde ella trabajaba como Empleada del BBVA. A los pocos meses, en Octubre del mismo año, recibirías la Dispensa del Orden Sacerdotal, firmada por Juan Pablo I.
Contrajisteis matrimonio el 16 de Julio del año 1983.
Ella habría de ser tu esposa, compañera y amiga. Ella estará a tu lado en los momentos felices y en otros, de quebradero de cabeza, desde vuestro hogar, que establecisteis en Gijón.
Desde Gijón dirigías al Grupo de Canto Gregoriano “Melisma”, que había surgido de una visita a Valdedios, donde algún compañero sorpresivamente entonó en la iglesia conventual el “Rorate Coeli desuper”. Lo llamasteis a este grupo de canto “LaTridentina” para posteriormente fijarle el nombre de “Melisma”, con el que resucitasteis el canto gregoriano por Asturias.
Impartiste clases de Música en la Escuela de Magisterio de Gijón y en el Instituto Calderón de la Barca. Formaste otro Coro con Empleados de la Caja de Ahorros allá por el año 1978; abriste igualmente una Academia de Música, todo ello compaginándolo con tus viajes a Oviedo para dirigir el Coro de la Ópera… y cuando andabas con este ajetreo de trabajo viene el Papa Francisco, en el año 2015, dirigiendo en Roma el Tercer Retiro Mundial de Sacerdotes para la Nueva Evangelización, a mencionar tu hermosa Melodía “Qué detalle, Señor, has tenido conmigo”, compuesta al unísono con Olivar…
y la atribuye, dándole su paternidad al compositor belga Lucas Casaert..…
¿Cómo se puede equivocar así? ¿Cómo está tan mal informado?
¡Qué chasco! ¡Cómo es posible! ¡Qué pena! ¡Cuánto lo sentiste y contigo todos nosotros!
Ya decía un compañero nuestro con cierta ironía: “Esto no le habría ocurrido a Juan Pablo II…porque era más infalible”
Tu muerte llegó tristemente en Gijón de una forma inusual, cuasi repentina, el día 23 de Abril del año 2021, haciendo un poco de ejercicio para recuperar la movilidad de tu cadera, maltrecha y recompuesta después de un accidente vial.
Quiero terminar recordando nuestras celebraciones del día 14 de Marzo, año tras año.
Tu presencia, tu trabajo, tu preparación previa de los salmos y cantos para ese día y, sobre todo, el Himno del Curso, compuesto especialmente para estas ocasiones, como siempre, música tuya y letra de Olivar.
Con todo ello nos seguirás uniendo y permanecerás siempre vivo en nuestro afecto y en nuestro recuerdo.
“Un año más reunidos, un año más hermanados, un año más convencidos de que fuimos los llamados, de que fuimos elegidos a permanecer unidos al recuerdo de un pasado…”
Muchas gracias, Fernando, por éstas y otras muchas cosas.
Siempre unidos. Un fuerte abrazo
Carlos Capellán Montoto
JOSE MANUEL FUENTES GARCÍA DE BORJA
En pleno verano, cuando es difícil juntarse todos los compañeros para su despedida, nos dejó nuestro compañero y amigo Jose Manuel Fuentes. Convivió con nosotros los 6 últimos años de nuestra carrera sacerdotal (dos años en Filosofía y cuatro en Teología) en el Prado Picón. No pudo disfrutar de los dos años de Covadonga ni los tres de Latinos y uno de Retórica en Oviedo. Sí participó en los Cursos de Verano de Covadonga, verdadera Universidad de Verano con Idiomas, Música, Cine, Periodismo, literatura y otra materias innovadoras con verdaderos Maestros de talla internacional.
Jose Manuel se incorporó a nuestro curso una vez finalizados en Alicante, su provincia natal, los estudios de Derecho. Enseguida conectó con todos los compañeros. Recuerdo con admiración las “epístolas” densas de espiritualidad con que me obsequiaba los veranos. Entre cuatro compramos en Teología unos “patines” con que en el patio de cemento aprendimos a caer sin destrozar nuestras cabezas. Nos separamos al finalizar tercero de Teología (me fui a. Salamanca). Cuando volví a los dos años me lo encontré de Coadjutor en Figaredo, donde estuvo dos años. A esta parroquia volvería 32 años después como Párroco (también de Santa CRUZ de Mieres)
Fue ordenado Sacerdote en Oviedo en 1964 por Monseñor Enrique V. Tarancón. En este curso de 31 nuevos sacerdotes, la mayoría se ordenaron el 14 de marzo en La Felguera, algunos en Junio en Oviedo y los dos últimos en el Congreso Eucarístico Nacional en León en el mes de julio.
Fue párroco en pueblos de Villaviciosa. En 1967 inicia su apostolado como Consiliario en el Movimiento Junior de Acción Católica, organizando y dirigiendo en años un campamento juvenil en Sena de Luna donde coincidimos a veces por tener yo allí una casa de verano. Los vecinos de Sena le admiraban y tenían muy buena amistad con él. Incluso compró con otros un solar cercano al pueblo con intención de crear allí un nuevo campamento de jóvenes, que sí hizo en otras fincas al lado del río.
En esta tarera fue fiel continuador del entusiasmo y dedicación de su compañero, Jose Antonio Novoa, primer Consiliario del Movimiento Junior fallecido tras un trágico
accidente a los 25 años de edad.
Abandonó esta experiencia enriquecedora al sr nombrado Secretaro particular del Arzobispo D. Gabino Díaz Merchán durante trece años. Al mismo tiempo regentó las parroquias de Peñarudes y La Piñera, en Morcín.
Por fin, en 1992 fue nombtrado Canónigo de la CATEDRAL de Oviedo y Capellán de las Agustinas.
En 2008 fue administrador parroquial de varias poblaciones en la zona de Mieres.
Deteriorada ya mucho su salud física se retiró a la Casa Sacerdotal asistiendo cuando se encontraba un poco aliviado al Coro de la Catedral.
De nuevo fue ingresado en Hospitales: volvió a la Casa Sacerdotal donde falleció el 21 de agosto de 2021. Tenía 88 años de edad- Su funeral fue oficiado por el Arzobispo de Oviedo en la Catedral el lunes 23 de Agosto y fue sepultado en el Cementerio de El Salvador.
Descanse en paz.
Tus compañeros del 64 te recordarán en sus oraciones y en sus reuniones.
“In Paradisum deducant te angeli… et perducant te in civitatem sanctam Jerusalem”
Cayo González
JOSE PÉREZ BARCIA
El pueblo - VILASECA (Negueira, Lugo) - donde Pepe vivió su primer amanecer el día 10 de marzo de 1940, hijo de José Antonio y América, bebe del río Navia y de las nieves de Pedras Apañadas para regar los fértiles huertos, las laboriosas tierras de cultivo y los viñedos cuidados con celo.
Esta tierra feraz, en el curso del río Navia, quedó empobrecida al ser anegadas sus mejores vegas por el embalsamiento de las aguas del pantano de Salime; era entonces ‘una tierra que manaba leche y miel… y vino’
En esta remota aldea se desarrolló su niñez con el cuidado de sus padres y hermanos y donde él aprendió a amar la tierra, el aire, el agua y el fuego, amor y cuidado que él practicó también con sus propias manos de niño, primero y de adolescente después, en los períodos vacacionales del Seminario.
A la edad de 10 años fue trasplantado a un pueblo de Boal, Rozadas, tierra original de su madre y donde estuvo al cuidado de sus tíos maternos.
Allí, a la sombra de sus tíos sacerdotes D. José y D. Cándido Barcia Rubio nació su vocación infantil al sacerdocio; así, en el año 1952, inició una nueva etapa en su vida, junto con una centena más de críos, en el Seminario Menor de Covadonga.
Desde aquel lejano día 2 de octubre de 1952 hasta la fecha de su fallecimiento, el 30 de noviembre de 2021, siguieron muy unidos los caminos de muchos de nosotros.
¡Cuántos sacerdotes fueron sobrinos de otro sacerdote, como Pepe por partida doble! Ahora no se prodiga esta relación ‘tío-sacerdote/sobrino-seminarista…’
En los años de estudios Eclesiásticos, Pepe fue nombrado ‘Antiguo’ que era una categoría de ‘primus inter pares’ para cuidar de sus compañeros, en consideración a sus cualidades de bonhomía, discreción y afabilidad como escribe su compañero Ramón Alonso Nieda en escrito obituario el día de su muerte: ‘desde aquella altura suya nos miraba con modestia y sus ojos claros se plisaban en un guiño indeciso entre la timidez y la ironía… por su estatura y seriedad nos hacía olvidar que era tan niño como los demás’.
Así seguíamos recibiéndolo en nuestras reuniones periódicas.
José Pérez Barcia (con frecuencia, entre nosotros Barcia, ‘olvidando’ el apellido del padre), ‘D. José’ (‘Don Jo’, como se le conocía cariñosamente en Cudillero) era ‘el Señor Cura’ que todos quisiéramos ser: discreto, perseverante, afable, disponible, bondadoso… Estas reconocidas cualidades de Pepe nos hacen recordar los atributos que los cristianos ponemos en la propia persona de San José.
En 1964 se estrenó como sacerdote en la Cuenca del Nalón, en la parroquia de San Andrés de El Entrego y a los pocos años fue llamado al Seminario para ser Formador-Preceptor de ‘los latinos’, que eran los seminaristas pequeños, valorando así en Pepe ‘su buena mano’ con los adolescentes.
En 1970, ‘vellis-nollis’, es designado para ayudar temporalmente a su tío, Don José, que era el párroco de Cudillero y había sido nombrado Vicario de Occidente y ‘la provisionalidad’ duró 50 años hasta que menguaron un poco sus fuerzas y aceptó retirarse con ‘todos los trabajos bien hechos’ como sacerdote, como vecino y como acompañante según los testimonios de los vecinos pixuetos:
‘sin duda vivirá en Cudillero, al menos otros cincuenta años más’,
‘nunca buscó fotos pero en la trastienda era un pilar para muchas personas’,
‘nos enseñó a ser buenos con alegría y con paciencia’,
‘siempre recordaré su cariño’,
‘se fue siendo lucense de nacimiento, pero “un pixueto más”, el mejor ejemplo de hijo adoptivo del concejo’.
En su ‘curriculum’ figuran los cargos que fue desempeñando: Coadjutor, Formador, Regente, Encargado, Párroco, Arcipreste, Consejero, Vicario, Consultor, Consiliario, Capellán… que indican claramente la estima y valoración de sus compañeros y la apreciación de sus Obispos.
En la Casa Parroquial de Cudillero residieron hasta su muerte sus tíos sacerdotes Don José, fallecido en el año 1972 y D. Cándido en el año 2017 después de una larga y dolorosa enfermedad. Pepe y su hermana Celia fueron los cuidadores pacientes para ellos y otros familiares.
En estos últimos meses en la Casa Sacerdotal, acompañado desde siempre de su hermana mayor Celia, fue disciplinado y buen compañero, realizando las tareas que le iban encomendando. En los últimos días, según palabras del Director de la Casa, estaba ensayando con los demás residentes los cantos de Adviento y Navidad; su participación notable en la’ cuerda de bajos’ de la Schola Cantorum del Seminario y su preparación como director de coro le venían de atrás, de su etapa en el Seminario.
Se podría decir, pues, que ‘le sobrevino el ictus en esta cultivada actividad artística’.
Las muertes de compañeros del Curso 1952-1964 van repitiéndose cada vez con mayor frecuencia; en lenguaje popular: ‘los tiros suenan cada vez más cerca’. San Pablo nos advierte: ‘aún cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día’ (2 Co 4, 16).
Como él leyó y predicó tantas veces en su vida de sacerdote, que sea recibido con júbilo eterno:
‘eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco: pasa al Banquete de tu Señor’ (Mt 25,21).
Ceferino Álvarez Bermúdez
LAURENTINO GÓMEZ MONTES
Hace ocho años, nuestro compañero sacerdote Laurentino escribió para la página web covadonga52.es la memoria póstuma de su condiscípulo Silverio Cerra, a quien recordaba como su primer mentor y profesor de latín allá por el verano de 1956, colaborando en su preparación para iniciar el 4º curso de ‘latinos’ en el Seminario, año en el que se incorporó a ‘nuestro curso 1952-1964’; entonces definía a Silverio como ‘cura hasta la sepultura’.
Según tú mismo confirmaste de ti mismo al despedirte de tu última parroquia, podemos resumir hoy tu propia vida: ‘Laurentino, cura hasta la sepultura’.
Había nacido en el barrio de Lago, en Turón. ¡Él siempre se consideró ‘turonense’!
El primer pensamiento, al escribir de él, es que Laurentino “dejó huella en muchas personas”;
su vitalidad y su presencia dinámica en todo lo que emprendió (que fue mucho!!) fueron constatadas repetidamente por cuantos le tratamos.
De su paso por el Seminario en los ocho años siguientes 56-64 solo apuntar dos pinceladas:
- era reconocida ‘su vida de piedad’ y la prestancia con que asistía a todos las ceremonias litúrgicas, llegando a ser nombrado por ello (y merecidamente) ‘Maestro de Ceremonias’
- sus dificultades con el latín (las lecciones de teología eran explicadas en latín e, igualmente, tenían que ser expuestas por el alumno, cuando tocaba, en latín…). ¡Quién lo diría entonces: que llegaría a ser profesor de latín!
El 14 de marzo de 1964 recibimos la Ordenación Sacerdotal (le gustaba repetirnos que el adelanto de la fecha de junio a marzo era debido a la mediación que Silverio y él hicieron ante el Arzobispo).
Desde aquella fecha nuestros caminos de sacerdotes seculares se ramificaron por las distintas parroquias de Asturias, pero mantuvimos la conexión de ‘compañeros de curso’ sabiendo que por la ‘missio’ no somos solo compañeros de trabajo, sino ante todo ‘amigos en el Señor’.
Su itinerario sacerdotal fue variado: Gijón (parroquia de Fátima), Teverga (en varias parroquias donde pisó barro ¡!), Corvera (parroquia de a Sagrada Familia de Las Vegas, donde él dejó parte de su corazón), Gijón (Parroquia de Jove) y Oviedo (Parroquia de Santa María la Real de la Corte).
‘Desde el inicio de la labor pastoral dio muestras de una intensa labor social, además de un dinamismo en todos los ámbitos de la parroquia’, escribe F. del Busto en el periódico El Comercio del día 25 de junio de 2022.
En este mismo escrito leemos: “Nuevamente mantuvo en la parroquia de Jove, Gijón, su alto nivel de intensidad alimentando numerosas vocaciones sacerdotales, como era habitual allá por donde pasaba. En Gijón llegaron a decir que fuesen las novias las que acudiesen a los trámites para el matrimonio ya que, si iban ellos, podían terminar en el Seminario”.
Vivió la vida sacerdotal con vehemencia pues todo lo que tocó lo hizo con apasionamiento
y a tiempo completo.
Otro trabajo pastoral, muy importante para él, fue la atención y promoción de la ARPU
(Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo Sacramento).
El 24 de noviembre de 1989 la Conferencia Episcopal nombre a D. Laurentino Gómez Montes Consiliario General Nacional de la ARPU. .
Este nombramiento le acarreó muchos viajes a otras diócesis de España y… ¡una visita al Papa Juan Pablo II! Visita que él guardó siempre en su corazón.
Siendo D. Laurentino Gómez Montes Consiliario Nacional de ARPU durante 20 años, se desarrollaron 20 Congresos (uno en Fátima) y 3 Encuentros Nacionales para sacerdotes, religiosas y seminaristas. Podemos decir que fue Consiliario ‘perpetuo’.
No era un monje, pero sí un místico, convencido de que ‘la vocación cristiana ha de ser contemplativa, pero también testimonial’
Se le conocían otras facetas ‘menores’: poeta-versificador, compositor ocasional de piezas litúrgicas (como buen entendido y amante de la música).
Varios enlaces en Facebook dan testimonio de ello.
En 2011 le llegó la jubilación (no voluntaria, sino por motivos de su salud quebrantada).
Como era un comunicador- evangelizador convencido, siguió con su publicación semanal on line ‘Reflexiones entre amigos’ que enviaba regularmente, cada semana, a más de un millar de participantes. Ahora, esta comunicación queda sin voz.
¡Qué buen servidor para tan gran Señor! ‘Pasa al banquete de tu Señor’
Ceferino Álvarez Bermúdez
CONSTANTINO MENÉNDEZ MARRÓN
En marzo del año 2023 no se envía la comunicación para la reunión prevista a Constantino Menéndez Marrón; ha fallecido inesperadamente el 29 de enero.
Estará presente en nuestros recuerdos compartidos y en nuestra oración el día 15 de marzo en Gijón.
Él había sido compañero en Covadonga y en Oviedo durante siete años, siempre positivo y entusiasta, y así nos ha acompañado puntualmente, a partir del año 2001, en las reuniones de marzo, itinerantes, y de octubre en Covadonga.
Siguió haciendo siempre alarde de ‘somedano’, del numeroso ‘Clan de Somiedo’. Jesús Porfirio tuvo la amabilidad de facilitarme una lista de ’36 sacerdotes nativos de Somiedo’, en cuya lista aparecen algunos tan cercanos a nosotros: D. Rosendo, Rafael Álvarez Rey (de muy grato recuerdo), José Manuel Feito, Jesús Álvarez Feito, Felipe Cabezas, Servando Cano, Diego Riesco, Juan S. Fernández Sierra, Adolfo Marrón… No aparecen en esa larga lista aquellos que estuvieron en el Seminario algunos años, como también nuestro buen compañero y amigo Antonio Cano Álvarez.
Al hablar de Constantino vienen a la memoria las palabras de Jesús a Natanael, el discípulo presentado, “ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño” (Jn 4, 47). Palabras de alabanza y de ternura. Así nos ha parecido siempre él: animoso y respetuoso, conversador tranquilo, aquel de quien uno se puede fiar.
Aurora, su esposa, y sus hijos podrán confirmarlo.
Después de haber compartido con nosotros durante esos años techo, estudios, juegos y sabañones encaminó su vida hacia otros horizontes con un bagaje, eso sí, de experiencias y conocimientos, con madurez suficiente y capacidad para tal decisión.
Una vez hecho el servicio militar obligatorio y después de un tiempo como profesor-tutor en el Colegio San Luis de Pravia, su vida laboral se orientó hacia empresas de metalurgia en la Comarca de Avilés, creando después de unos años su propia empresa CAMO, también del ramo de la metalurgia, hasta que en 1985 cerró CAMO y se integró, como Gerente, en la Empresa ‘Hierros y Carbones’ sita en el polígono de Asipo. Allí permaneció con tesón y responsabilidad hasta la edad de su jubilación.
En el año 1966, con 26 años, se enamoró de una chica de 18, Aurora; después de tres años de noviazgo, en el año 1969 se casaron en la iglesia parroquial de Arcallana
(el pueblo de ella), creando así una nueva familia, Y como en las matemáticas de Dios para la familia, ‘uno y uno’ no son ‘dos’, sino ‘uno’ o ‘tres’, criaron y educaron a sus dos hijos Aurora y Juan, tan agradecidos siempre por la dedicación que les prestaron madre y padre.
¡Cuánto gozaba él con sus dos nietas y cómo sufrieron ellas por la muerte del abuelo!
Eran fieles a la misa dominical en su parroquia querida de San Nicolás de Avilés, en la que participaban activamente. Sus quehaceres ‘de jubilado’ seguían siendo su familia, sus paseos matutinos y vespertinos y la participación, siempre discreta, en la tertulia ‘Los Senadores’. Con una imagen podemos expresar sus diversas actuaciones en la vida: ‘las tortugas ponen muchos huevos y casi nadie se entera; la gallina pone una solo y lo está cacareando al mundo entero’.
‘Poseía un alma delgada, casi transparente’ y, al mismo tiempo, un carácter fuerte y decidido. ‘Todo es bello para quien tiene un alma bella’, escribe el poeta
En la amistad, y, sobre todo, en el amor de esposos siempre se comparte un trozo del propio ser del otro; por eso, en la separación queda esa porción del otro por lo que se produce ese dolor de separación y de cercanía a la vez.
Según me comentaba Aurora, él repetía con frecuencia: ‘estamos aquí de paso’
Y el Gran Paso le llegó al amanecer del día 29 de enero, como un despertar en la nueva morada que Dios tiene preparada.
‘Como has sido fiel en lo poco, pasa al gozo de tu Señor’