COVADONGA
 

 
0.9
In Memoriam Juan Pablo I
I
Luis M. Álvarez Fernández

En el frontal izquierdo de la entrada del túnel que conduce al interior de la Santa Cueva, hay una lápida esculpida sobre la piedra que textualmente dice así: PEREGRINO DE LA FE. S. S. JUAN PABLO II. VISITÓ NUESTRA DIÓCESIS LOS DÍAS 20 Y 21 DE AGOSTO DE 1989. EN LA SANTA CUEVA ORÓ LARGAMENTE ANTE LA SANTINA Y CELEBRÓ LA EUCARISTÍA EN LA EXPLANADA DE LA BASÍLICA. EN LA COLEGIATA RECIBIÓ AL PATRONATO REAL PRESIDIDO POR S.A.R. PRINCIPE DE ASTURIAS. “COVADONGA ES UNA DE LAS PRIMERAS PIEDRAS DE UNA EUROPA CUYAS RAICES CRISTIANAS AHONDAN EN SU HISTORIA Y EN SU CULTURA. El REINO CRISTIANO NACIDO EN ESTAS MONTAÑAS PUSO EN MOVIMIENTO UNA MANERA DE VIVIR Y EXPRESAR LA EXISTENCIA BAJO LA INSPIRACIÓN DEL EVANGELIO”. DE LA HOMILÍA.

Efectivamente, el día 20 de Agosto, a las 8,30 de la tarde, la Corporación municipal de Cangas de Onís daba la bienvenida a S. S. el Papa y media hora después llegaba a Covadonga. Después de oír el Himno de Asturias interpretado por la Escolanía del Real Sitio se retiró a descansar en la Casa de Ejercicios, próxima a la Santa Cueva. Atrás quedaba una jornada, nunca mejor dicho,maratoniana. El Papa, procedente de Santiago de Compostela, había llegado en un avión de Iberia que tomó tierra en el aeropuerto de Asturias a las 13.30. Un helicóptero lo trasladó a Oviedo. En el campo de fútbol del Seminario lo recibieron las autoridades y una gran multitud de asturianos que le aplaudieron a su paso por las calles de la ciudad. Visitó la Cocina Económica, la Catedral y la Cámara Santa. Se tomó un pequeño descanso en la Casa Sacerdotal y de nuevo, después de comer, continuó con su visita. En el aeródromo de la Morgal esperaba al Santo Padre la mayor concentración de personas que jamás se  había celebrado en Asturias. Allí celebró la Eucaristía.
Tienen especial relieve las palabra de Juan Pablo II en su homilía. Propuso la creación de una nueva cultura del trabajo, alejándose de los dos sistemas predominantes en el mundo: el materialismo ateo y el neocapitalismo. Son palabras textuales suyas en las que denuncia:
La radical ambivalencia del proceso obtenido, donde el dominio cada vez mayor sobre las cosas va acompañado por la desorientación sobre el sentido de la vida del hombre, donde el gran desarrollo técnico del trabajo no consigue realizar los principios esenciales de dignidad y solidaridad, provocando consecuentemente una mayor masificación, desinterés y explotación, donde el hombre pasa de ser dominador de la naturaleza a ser su destructor.
Cuando el Papa terminó la celebración de la Santa Misa, sin papeles en la mano y de viva voz, dio las gracias a los presentes por su entusiasmada acogida personalizando en los obispos asturianos y demás autoridades. Fue uno de los momentos de gran tensión en la organización del viaje. El Santo Padre había llegado a la Morgal con 38 °C de temperatura. Dimos órdenes para poner en funcionamientoel plan B, que consistía en trasladar al Papa a Covadonga en automóvil, ya que el helicóptero le agrava la dolencia. Lo recuerdo bien, el Padre Tuchi, hoy cardenal y entonces organizador del Vaticano de los viajes del Pontífice, se me acerca y dice: “Cuando el Papa habla sin papeles es señal clara de que está bien. Volvamos al plan A, es decir, viaje en helicóptero”.
El día 21 amaneció en Covadonga un día esplendoroso, como lo había sido el día anterior. Un poco más tarde de las 8.30 de la mañana, después de recibir a los miembros del Patronato del Real Sitio, presididos por el príncipe don Felipe, el Santo Padre se acercó a la Gruta para rezar ante la Santina. No sabemos lo que allí ocurrió, lo cierto es que tuvieron que advertirle, después de 20 largos y silenciosos minutos, que había que cumplir el programa y continuar con el acto  siguiente.
Este momento está recogido en la fotografía, quizás más representativa de la visita, en la que el Santo Padre está de rodillas ante la Santina con la cabeza entre las manos.
No es de extrañar que como cuentan las crónicas vaticanas, pasados unos años, en el transcurso de una de las visitas que por grupos hacen habitualmente los obispos cada cinco años, el grupo perteneciente a la Provincia Eclesiástica de Toledo le habló del santuario y la Virgen de Guadalupe y el Papa, quizás un poco distraído, volvió a incorporarse a la conversación y dijo: “Ah sí,  Covadonga, Covadonga...”.
Sin lugar a dudas que le traicionó el subconsciente. La visita a nuestra tierra, hasta tal punto le impactó, que al finalizar la visita a Asturias manifestó: “Esta tierra es la segunda más bella que he visto en mi vida”. En la explanada de la Basílica de Covadonga, a primeras horas de la mañana, se celebró la Eucaristía. La comisión organizadora del viaje habíamos recibido de los expertos la orden, por razones de seguridad y una mínima comodidad de los asistentes, de no permitir el acceso al acto de Covadonga a más de 6.000 personas. Los días anteriores al acto, una vez ya cubiertas todas las plazas, recibimos presiones de unos y otros que solicitaban credenciales de acceso a Covadonga. Lo cierto es que no hubo “reventa” porque nada se vendía, pero sí falsificación, porque al final en Covadonga asistieron unas 7.000 personas. La homilía del Papa fue especialmente cariñosa con la Santina y con los asturianos, haciendo los mayores elogios de Covadonga y su significado europeo. Como recoge textualmente la placa que transcribimos al principio, el Papa, no solamente manifiesta que Covadonga es referente para la identidad de España sino que también los es para la propia Europa. De algún modo podríamos decir que propone la internacionalización de Covadonga. Finalmente, antes de despedirse de Asturias y los asturianos, el Sumo Po ntífice subió a los lagos,

donde se retiró a descansar solo durante más de media hora en la orilla del lago Ercina. Si a la llegada al aeródromo de la Morgal la niña Ana G. Tresguerres le había entregado una montera picona, como signo identificativo de la región, en el incomparable marco de los lagos se le ofreció al Papa una prueba de la bebida asturiana. El Papa dijo que no bebía alcohol. Alguien un poco escondido en el grupo, por lo de la «mentirijilla» dijo:

“No tiene alcohol”. El Papa accedió a beber un “culete de sidra” y acto seguido dijo: “Tiene  alcohol”. De nuevo en el Aeropuerto de Asturias, al caer la tarde del día 21 de agosto de 1989, despidió a Su Santidad en nombre de los españoles y asturianos, el entonces presidente del gobierno, don Felipe González. Mientras se perdía por el horizonte el DC-9 de la compañía Alitalia rumbo a Roma, todos los que habíamos tenido alguna responsabilidad en la organización del viaje papal respiramos con alivio hondamente. Nos sentimos satisfechos de haber participado en un evento que logró dar a conocer Asturias a través de las portadas de las principales cadenas mundiales de TV. Todos ya éramos conscientes de que en Covadonga iba a haber un antes y un después de la visita del Papa. Si a la visita de S. S. Juan Pablo II sumamos la pasión por el ciclismo televisado camino de los lagos, nos dará como resultado esa espectacular subida de visitantes que ya es anualmente millonaria. No es de extrañar que la muerte de Su Santidad se haya convertido en el mayor evento mediático que jamás se ha producido en torno a una sola persona. Para algunos este despliegue mundial no tenía fácil explicación; nosotros, que le seguimos paso a paso durante dos días, lo hemos entendido perfectamente. Su personalidad tenía algo que no solamente cautivaba a los jóvenes, sino a todo aquel que se acercaba a él.

Gracias, Juan Pablo II. Tu visita ha sido un regalo de lo alto, una bendición cargada de estímulo y aliento para los católicos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Asturias ha quedado en deuda contigo, tu paso por Covadonga sigue echándonos, aún hoy, una mano en el necesario y tan deseado despegue de nuestra maltrecha economía autonómica, que abre su esperanza a nuevos visitantes.


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