COVADONGA
 

0.8 Senderismo
De Oviedo a Covadonga

Ceferino Álvarez Bermúdez


 

Todavía no prendió suficientemente la ‘llamada’ de esta ruta. Este artículo quiere contribuir al “efecto llamada” para que aumente el número de senderistas que se decidan a realizarla y para que la Federación Asturiana de Montañismo se responsabilice de una nueva y necesaria señalización. Según manifestaciones de los vecinos de los pueblos del recorrido, siguiendo el GR 105 “Ruta de las Peregrinaciones”, son pocos los que se deciden a recorrer esta escondida senda. ¿Será una locura pedir que se habiliten en el camino, por parte de la AdministraciónAutonómica o de administraciones locales, algunos albergues que faciliten un recorrido seguido del mismo y animen a muchos a emprender la marcha hacia Covadonga? Son conocidas las ‘Marchas a Covadonga’ que organiza con éxito cada año el Centro Asturiano de Oviedo siguiendo la carretera -634. Algunos grupos montañeros programan travesías parciales de la ruta GR 105. Falta el impulso de muchos que hagan lo posible y lo necesario para ponerla ‘actual’.

El Grupo de Montaña Rivayagüe se encargó en el año 1993 de la señalización del GR 105,editando una guía muy ilustrativa y minuciosa del camino. Esta guía nos sirvió para realizar la ruta y de ella tomo muchos de los datos que aparecen en este trabajo. Un agradecido recuerdoa este Grupo de Montaña de Oviedo. Decidido por fin a realizarla en esta primavera, hubo unas semanas de espera por la climatología adversa, pero no fue un tiempo perdido ya que fue la ocasión de encontrar y leer unos deliciosos libros de ‘Viajes de Oviedo a Covadonga’ con precisas descripciones de los lugares de paso y, especialmente, de los puntos de origen y destino: Oviedo y Covadonga. Antes de emprender la marcha, visita la celda del padre Feijóo para agradecerle su interés personal, durante su enfermedad, y para recibir cualquier indicación o consejo.
Vaya como nuevo capitán adelantado —le dijo el fraile— al redescubrimiento pacífico del RealSitio de Covadonga, sin traernos cabezas de musulmanes, ni espantos sobrecogedores de aquellas bravas tierras. Que sea su estudio y trabaxo el adelanto de una ofrenda colectiva de las futuras peregrinaciones que han de acudir a tan señalado lugar.

EL PRIMER LIBRO al que quiero hacer referencia está editado en Madrid en el año 1965 por Eduardo Martínez Hombre, quien lo recuperó de entre los documentos de la biblioteca familiar.
Relata, en primera persona, la peregrinación realizada por un capitán ovetense, llamado Cipriano González Santirso, que en el año 1759 camina desde Oviedo a Covadonga. Más adelante explica él la razón de este viaje: se trata de cumplir una promesa que su padrehabía hecho de peregrinar a Covadonga en acción de gracias por la curación de este hijoa quien le propone, si se encuentra con fuerzas, realizar la peregrinación ante la imposibilidad,por la edad, de realizarla él mismo. Viaja acompañado de Xuaco, una persona de la casa, hombre fiel y reservado de carácter y disponen de un caballo. Mi buen bruto el airoso Alí ocuparía su grupa con la impedimenta móvil y complicada de ropas, alforxas y atados de caxas, con diversos obsequios, de manera que, una vez cumplida la peregrinación, pudiera volver a estar dispuesto para ser caballo de silla”.

EL JUEVES, 2 DE AGOSTO DE 1759, SALEN DE OVIEDO
Serían las 5 horas de la mañana de aquel xueves, cuando estábamos todos terminando con los últimos preparativos y recordatorios. Desayunamos en casa con la nerviosidad de unos y otros. Un soldado había traído al inquieto Alí, repetía éste los golpes de sus cascos en el enlosado con notoria fuerza y prontitud. Despidiendo a mi señor padre y a mis hermanas, salí a la calle con Xuaco y Alí, que esperaban, pasamos el arco de la Noveda baxando por la fuerte cuesta de La Vega, en busca del camino real de Colloto. Se me hacía extraño apreziar cómo éramos nosotros dos los que caminábamos en contra de la afluenzia de los que ya acudían al mercado del xueves ovetense.

LLEGAN A COVADONGA EL DÍA 7, MARTES
De Covadonga hace una larga y minuciosa descripción.
El orror y eminencia de aquellos riscos asombran más que admiran. Lo fragoso y pendiente de los caminos, el ningún cultibo, mas es en todo el espazio, la soledad; todo confunde, de modo que para el más baliente espíritu es su fúnebre desamparo. Así es la bistta del modelo justamente despreciable a quien ygnora las cualidades de el original, el templo y Sta. Casa de Mª. Santísima. Esta es la Casa de Dios, debe repetirse muchas beces, firme y admirablemente edificada, porque siendo el ayre el fundamento sólido en q.estriba, es sin segunda en el mundo, en que no se cuentta semejante.

EL SEGUNDO LIBRO de viaje data de 1878. De Oviedo a Covadonga. Apuntes de viaje, por Manuel F. Ladreda y Gumersindo Solís de la Huerta. En él se hace también un itinerario descriptivode los lugares del recorrido Nada mas bello ni mas encantador que el paisaje que se ofrece á la vista del romero que en uno de los claros días de Mayo ó Junio sale de Oviedo por la carretera citada en direccion al santuario de Covadonga; apenas abandona las calles de la poblacion deja á su izquierda la magnífica fábrica de armas de la Vega, antiguo monasterio de religiosas benedictinas, y la histórica iglesia de San Julian de los Prados, llamada vulgarmente de Santullano, y contempla despues, entre admirado y confuso, fértiles y bien cultivadas huertas, extensas praderías, frondosos bosques, una vegetacion robusta y exuberante, y todo esto salpicado de alegres caseríos y animado por el canto de sencillos aldeanos.Las dos laderas de la cañada van cerrándose por grados y creciendo en elevacion y aspereza hasta no dejar mas que estrecho paso al riachuelo y angosta senda al caminante, que abstraído con lo imponente del paisaje olvida la sangrienta jornada que allí tuvo lugar y llega sin apercibirse de ello al pueblo de la Riera: constituía éste en lo antiguo un coto en el que ejercía jurisdicción civil y criminal el Abad de Covadonga.; agregado, después de la supresión de los derechos señoriales, al concejo de Cangas, el Abad, que tiene en él su habitual residencia, solo conserva como resto de su pasada grandeza el derecho de presentación para el curato. Tres kilómetros más arriba de la Riera está el campo de Repelao, sincope o contracción de Rey Pelayo, sin duda llamado así por haberse verificado en aquel sitio la proclamación de este monarca:un sencillo monumento levantado á expensas de los Duques de Montpensier recuerda el notable hecho y es al propio tiempo severa lección dada á nuestra provincia por su incuria y su abandono. Recorre el viajero un kilómetro no más y de repente, al desembocar en el cerrado valle detiénese asombrado ante la selvática grandeza que a su vista se presenta: inaccesibles riscos estrechan de todos lados el horizonte; a sus pies el Deva, siempre ruidoso y violento; en frente la venerada cueva, que taladra la dormida roca sobre la cual se eleva como gigantesca cúpula la montaña; á su espalda las encrespadas alturas del Reinazo, cuyos picos parece que rasgan el azul del firmamento.

 

UN TERCER LIBRO, escrito para el Centro asturiano de La Habana, tiene un acusado tono lírico. Asturias, de Oviedo a Covadonga, por José Fernández González. Oviedo, año 1892.

ASÍ COMIENZA LA DESCRIPCIÓN DEL VIAJE ERAN las ocho de la mañana del 29 de Julio de 1889, cuando salimos de Oviedo con dirección a Covadonga. El día estaba hermosísimo, 1a bóveda azul hallabase límpida de nubecillas. Íbamos fijos en el camino que recorríamos observando el extenso panorama que se nos ofrecía a la vista. Querer describir éste seria tarea superior a nuestra imaginación, y sí obra de un poeta. Descendimos por la calle de la Vega y pronto entramos en la carretera que termina en Santander Pasada ya la Tenderina, éntrase en un valle hermosísimo de fértiles y bien cultivadas haciendas, grandes maizales, extensas praderas y bosques frondosos, denotando todo una vegetación exuberante, propia de las América; caseríos herniosos en apiñada profusión, con sus anchos tejados y salientes galerías. Las carreteras se hallan continuamente transitadas por coches-diligencias, de alquiler y particulares, así como por infinidad de personas á pie, semejándose en esto á una calle céntrica de La Habana, tal es el movimiento que se observa”.

ASÍ TERMINA EL VIAJE DESEADO
Una vez que llegamos al lugar de nuestros ensueños, Covadonga, nos apeamos del coche que nos conducía —pues que se puede ir así hasta el mismo parquecito que está al pie de la venerada Cueva-longa— subiendo seguidamente á postrarnos ante la sagrada imagen que anida en la abrupta peña, como así también ante los heroicos restos del héroe D. Pelayo y de su yerno D. Alfonso I el Católico, que allí reposan, subiendo á la gruta por una escalera de piedra bastante espaciosa, aunque algo pendiente, con la misma veneración como si por ella ascendiéramos á la más alta colina del monte del Calvario. Cumplidos, pues, 1os deberes religiosos, nos dedicamos á examinar la misteriosa cueva. Era el 30 de Julio de 1889.

UN ÚLTIMO LIBRO de viajes nos conduce también a Covadonga. Andanzas de peregrinos.De San Salvador a Santa María de Covadonga, de Antonio García Miñor. Oviedo, año 1957.

SALIDA DE OVIEDO
En la mañanita de una primavera nueva, incipiente, una luz azulada e indecisa, queda todavía prendida entre los muros estrechos del Callejón de Santa Bárbara. A la derecha, queda el testigo mudo y secular del ábside Cueva Santa, para salir más abajo, en forma de cascada blanca y sonora. Oraban, porque en aquel momento, olvidados ya del camino y de la aventura, del cansancio, de las historias y las fantasías, pensaban sólo en la interioridad de su ser, donde se albergaban el dolor o el problema, la ilusión, el proyecto, la esperanza o el temor...
Y el silencio, interrumpido sólo por los ronquidos del Deva, entre las rocas ocultas de la montaña, siguió ducho absoluto del lugar, mientras los peregrinos desmenuzaban ante la Santa Madre sus grandes y pequeñas cosas.Y las sombras, bruscamente, como en todos los valles profundos de la tierra, fueron surgiendo de los bosques y de las oquedades.viejo de San Tirso, sostenido en amoroso abrazo por la juvenil mampostería de ahora. Al frente, vetusta y nostálgica, humilde y callada, está la calle de Santa Ana, con los palacios de la historia reciente, frente a las casuchas de la vida diaria, de la ciudad que fue pequeña. Aquellas casitas entre las que en una esquina angosta, hay todavía una tienda de exvotos. Aquellas casitas son las herederas de los suelos, sobre los que un día se levantaron las de los clérigos y los servidores, las de los obispos de aquí y de allá.Y en suelo duro, liso e igual, en recta que se pierde, bordeada por los mismos “prados” que rodean a la basílica de San Julián, el sonido de las voces, el roce de las sandalias y el seco percutir de los bordones, va perdiéndose, lentamente, a lo lejos.

LLEGADA A COVADONGA
Entonces, un extraño impulso se apoderó de los peregrinos más jóvenes e impacientes que emprendieron rápida carrera, y dejando a su izquierda el pozo de las aguas verdes y obscuras, y la fuentecilla del fondo a la que el vulgo con su inocencia y su buen humor, había atribuido extrañas virtudes, subieron con respirar fatigoso y sonoro, la empinada escalinata y se postraron ante la imagen de la Santa Virgen, que desde lo alto de su altar ya la claridad del sol y de mil luces ofrecidas por tantas y tantas manos atribuladas o agradecidas, contemplaba a los caminantes, mientras en su mano ofrecía la rosa simbólica de la pureza espiritual, como virtud bella y perfumada. El bisbiseo de las oraciones musitadas, quedaba apagado por el rugido del Río Deva que filtrándose por las gigantescas grietas de la montaña y estrellándose aquí y allá contra las rocas, pasaba por detrás del retablo de la Santina.
Situémonos ya en el objetivo del artículo para el primer número de la revista Foro Covadonga: breve descripción del GR 105 Ruta de las Peregrinaciones y algunas anotaciones. Según el Decreto 58/98 de 9 de octubre del Principado de Asturias se clasifica los senderos en tres grupos:

GRAN RECORRIDO (GR): Aquellos cuya duración excedan en más de dos jornadas o de 30 ikilómetros de longitud total. La señalización, en flechas de madera, piedras, rocas, árboles…son rectángulos de pintura en rojo y en blanco.

PEQUEÑO RECORRIDO (PR): Cuando no rebasen los 30 kilómetros y se puedan realizar en una jornada.

LOCALES (SL): Los pequeños recorridos de senderismo de menos de 10 kilómetros de longitud que permiten acceder a puntos concretos de interés local, generalmente partiendo de un GR o de un PR. El sendero que nos ocupa, el GR de Oviedo a Covadonga, tiene el nº 105, asignado por la Federación de Montañismo y la ERA (Asociación Internacional de Senderismo) y el sobrenombrede Ruta de las Peregrinaciones. Esta ruta tiene en total 105 kilómetros si se inicia en la Capilla de Covadonga, de la parroquia de San Esteban de las Cruces, en Oviedo, y se termina en el Real Sitio de Covadonga.
El recorrido tiene algunas dificultades que han de tenerse en cuenta al proyectar el viaje y que se pueden resumir en estas tres:
• Deficiente señalización, lo que obliga a ir muy atentos a las señales que se encuentran para noperder demasiado tiempo en recuperar el sendero. La guía “G. R. 105 ‘Ruta de la Peregrinaciones’”del Grupo de Montaña Rivayagüe, que se puede adquirir por Internet, es muy aconsejable si ninguno de los senderistas del grupo conocen la ruta.
• Desniveles de cierta consideración en algunos tramos, lo que obliga a tomarse con calma la ruta de cada día. • La necesidad de un coche de apoyo, ya que los finales de etapa se sitúan algo lejos de las vías de comunicación Oviedo-Covadonga, y no siempre hay albergues o pensiones para poder pernoctar.
1ª senda marcada.
Estas consideraciones indican que no es conveniente realizar la ruta uno solo sino en pequeño grupo. Las compensaciones son muchas más. Además de cumplir el objetivo de caminar a Covadonga con toda la carga de emoción que esto supone, están otras muchas: el conocimiento de zonas poco conocidas de los montes del Oriente asturiano, el descubrimiento de la belleza y tranquilidad contagiosa de majadas solitarias, la contemplación de los picos de lasmontañas “altas” de Asturias y las gozadas que cada senderista disfruta, como nuevas, cuantas veces se calza las botas de caminante y se abrocha la mochila.
Las cinco etapas, que se proponen (pueden ampliarse a 7 o reducirse a 4), responden a estos criterios:
• Etapas para senderistas con una preparación media.
• Etapas de 8 o 9 horas de duración como
Final de etapa en una población a donde tenga acceso el coche de apoyo.
Estas son las cinco etapas propuestas:
• San Esteban de las Cruces (Oviedo)-Alto del Espinadal (Nava)
• Alto del Espinadal-Espinaredo (Piloña)
• Espinaredo-La Vega (Piloña)
• La Vega-Cangas de Onís
• Cangas de Onís-Covadonga
Estas etapas se pueden realizar en días sucesivos, o bien en los días elegidos por los senderistas.

PRIMERA ETAPA: Capilla de Covadonga (Oviedo)-Alto del Espinadal (Nava).
Distancia: 32 kilómetros
Dificultad: baja
Horario previsto: 9 horas
La señalización es visible en todo el recorrido.
Este discurre, con pequeños desniveles, por la cima de la Sierra de La Paranza, que se extiende desde el Pico La Grandota (donde se encuentran varias antenas, que sirven de buena orientación para el senderista) hasta el Pico Cadaval. Este comienzo de etapa es muy frecuentado por mucha gente, de uno y otro valle, que lo recorre a menudo, dada su cercanía y fácil caminar. El sendero invita a entonar una cancionina mañanera. A esta etapa primera se le puede asignar una calificación de notable. Se parte del entorno de esta capilla de Ntra. Sra. de Covadonga, situada a la vera de la carretera en el barrio de Covadonga, perteneciente a la parroquia de San Esteban de Las Cruces. Es éste un significativo comienzo del camino. Atravesando El Calderu se comienza una suave subida a La Grandota. límites de los concejos de Siero y Bimenes. Por una pista forestal cruzamos, en dirección este, el cordal de Nava, teniendo ante nuestros ojos las cumbres de Peña Mayor y su entorno; seguidamente se llega a la carretera que une Nava y Bimenes. En este Alto del Espinadal termina esta cómoda primera etapa por el GR 105 de Oviedo a Covadonga, como meta deseada. El Alto del Espinadal está a dos kilómetros de Nava en la carretera que une esta villa con Bimenes.

SEGUNDA ETAPA: Alto del Espinadal (Nava)-Espinaredo (Infiesto).
Distancia: 27 kilómetros
Dificultad: media
Horario previsto: 9 horas
Esta segunda etapa exige un poco más de esfuerzo, pues los desniveles son mayores.
Comienza con una cómoda bajada a la que sigue una prolongada subida por pista hormigonada. La bajada, primero por camino ancho y luego por carretera nos acerca al Puente Miera, en la carretera de Infiesto a la comarca de Caso. Sigue una nueva remontada a la collada del Sellón y un descenso largo hasta el final de En La Grandota converge la derivación GR 105.1 Ruta de la Peregrinaciones, que procede de Mieres del Camino siguiendo una senda recientemente señalizada que discurre por la sierra de Fayedo y el Pico Escobín, desciende a Tudela Veguín y, cruzado éste, remonta por Aviño hasta La Grandota. Durante este cómodo recorrido, la contemplación de la Sierra del Aramo y del macizo de Ubiña, a la derecha y, a su izquierda, las de Oviedo y de la zona central de Asturias acompañarán al caminante un largo trecho y le cautivarán. Lugares como La Paranza, La Teyera, La Pasera, La Zorera no pasarán desapercibidos para el caminante. Desde el Pico Cadaval, donde hay un vértice geodésico y una amplia panorámica del entorno que recorre el río Nora, pasando por Molleo, en poco más de media hora, se llega a La Gargantada, lugar apropiado para descansar y reponer fuerzas.
Desde el Alto de La Gargantada, a través de senderos y carreteras comarcales se pasa por el pueblo de Corripos, la aldea de El Escobal hasta llegar al pueblo de Lamuño; hay que ascender hasta el vértice de La Llosona para después alcanzar la aldea de La Cruz, en los límites de los concejos de Siero y Nimenes
Con renovada disposición hay que emprender esta segunda etapa en el mismo punto de finalización de la anterior. El indicador de Gradátila es la buena orientación. Llegadosrápidamente a esta aldea naveta y, situados en la pequeña plaza que se encuentra en medio del pueblo, se gira a la izquierda, siguiendo un sendero amplio; en el primer cruce aparece,muy desdibujada, una señal de la senda que indica seguir el camino de la derecha, que baja,y nos conduce muy pronto a la preciosa y cuidada aldea de Piloñeta. Se atraviesa el pueblo en dirección al río Fuensanta que se cruza por un bien trazado puente. La pista hormigonada que sube y sube hasta Les Praeres es el buen camino. Hacia la mitad de la cuesta hay una fuente, bien visible, y casi al final, en la última revuelta, a la izquierda, hay otra con amplio abrevadero. Coronamos esta señorial pradera con edificaciones que en otro tiempo sirvieron para guardar el ganado y que hoy son cuidadas cabañas de ‘fin de semana’. La bajada por el ancho sendero se hace pronto un tanto empinada hacia el valle por donde discurre el río Muriosa, que se fue formando de arroyos que proceden de la cordillera de Peña Mayor, al sur, y de los Picos Verdes, alnorte, con sus diferentes cumbres. Son frecuentes cabañas, pequeños rebaños de vacas y buenos pastos. Alcanz ando ya el profundo valle el camino se hace carretera asfaltada que discurre siguiendo el río, al que cruza en varias ocasiones, hasta que éste junta sus aguas con el río La Marea que las lleva hasta el río Piloña. Los armoniosos cantos de los múltiples pájaros que pueblan este valle, el ruido melodioso del río y el acompasado pisar de las botas en los arenasdel camino son una estimada compañía para el caminante. Invitan a tararear tímidamente algunas canciones preferidas. Si no se hizo la parada en Les Praeres para comer los frutos secos y el chocolate, éste es el lugar idóneo. De todas maneras, aquí se impone un largo descaso. El recorrido realizado por carretera y el esfuerzo de estas primeras horas lo piden. Este edificio con el cartel ‘se vende’ puede ser un magnífico albergue. Puente Miera queda a unos 9 kilómetros de Infiesto.
El siguiente tramo de la senda supone un esfuerzo nuevo y aproximadamente cuatro horas de camino, por lo que, si hay algún problema en alguno de los senderistas, aquí se puede acceder al coche de apoyo. La salida de Puente Miera se hace recorriendo 100 m. de carretera en dirección sur (hacia Arnicio) y tomar un camino que sale a la izquierda, antes de la primera curva; en unárbol hay una señal de la senda.Subiendo por él, decidirse por el camino de la derecha, en los cruces que se encuentran hasta llegar a la aldea de Fresnedal. Antes de entrar en el pueblo se encuentra una buena fuente así como hay otra con lavadero a la salida, la fuente de Riega el Campo; una vez atravesada esta aldea, una visible señal de la senda, grabada en un árbol, nos encamina hacia la segunda ascensión: la de la sierra del Sellón. En el pueblo de Fresnedal conviene enterarse bien del mejor sendero para ganar al collado de La Rasa; no precipitarse en coger senderos equivocados que nos introducirían en el monte, donde es más difícil avanzar.
Una vez en el collado de La Rasa, el pico del Sellón queda a la izquierda y a la derecha aparecen unos cuantos pueblos que pertenecen a la parroquia de Santo Toribio de Tozo. Sin descender al pueblo de Moro, el queda más cercano, se avanza por la ladera del Sellón, dejando a la izquierda el barranco donde nace el río Quintana, hasta el collado de La Llamosa, donde se marcan los límites de los concejos de Piloña y Caso y por donde cruza un Camino Real que iba desde Villaviciosa hacia Tarna y San Isidro. En todo este recorrido desde la salida de Fresnedal quizá no se encuentre señal del camino hasta esta collada de La Llamosa. Pasada la braña del Sellón, donde a la izquierda se encuentra una fuente, aparecen restos de una antigua capilla, al final a laderecha, y un camino pindio comienza a bajar hasta el final de esta etapa. Llegando a un cruce de caminos, en el lugar donde hay unas cuadras a la derecha, se puede optar por el camino de la izquierda (que parece más complicado) o seguir de frente hacia la aldea de Omedal, de la  arroquia de Espinaredo. A partir de esta aldea quedan tres kilómetros de carretera hasta llegar al final de etapa. En Espinaredo queda tiempo, mientras el coche de apoyo se acerca a buscarnos, de descalzarse junto a las limpias aguas del río Espinaredo (más arriba, río del Infirnu), para acercarse a uno de los bares y tomar una merecida botella de sidra y para admirar la belleza de este conjunto artístico que es este pueblo piloñés. La carretera que une Espinaredo con la capital del concejo, de la que dista 6 kilómetros, arranca nada más cruzar la villa de Infiesto en dirección a Arriondas.
TERCERA ETAPA: Espinaredo (Piloña)-La Vega (Piloña)
Distancia: 15 kilómetros
Dificultad: media
Horario previsto: 7 horas
Esta etapa es una de las que marcarán más alcaminante. Es ‘otra cosa’ en cuanto a la belleza y la soledad de las tierras del alto Piloña. No es demasiado larga ni difícil, pero necesita un día claro, sin nieblas, para no equivocar el camino. Por ella sola, merece la pena realizar esta ruta. No  importa detener la marcha a menudo y poder así recrearse en cada una de las solitarias brañas que encontramos: Pendedor, Tebrandi y Corralín. Casi toda la etapa discurre por zona completamente deshabitada, y no se puede esperar encontrar un pastor que puede orientarnos.
Caminemos con alguien que haya recorrido este tramo o tengamos a mano una buena guía del recorrido y estemos atentos a las escasas señales que se encuentran. La cámara de fotos nos podrá acercar tanta crestería como se va divisando y tantos valles frondosos y profundos que aparecen ante nuestros ojos. Sin lugar a dudas, la calificación de la etapa es sobresaliente.
El punto de partida de esta etapa está muy bien señalado en la carretera que arranca de Espinaredo hacia Porciles. A la hora en que se comienza a caminar, los únicos que han de sentir nuestra presencia son los perros que saludan a su modo. A unos trescientos metros,junto a la primera casa de la izquierda, se puede abandonar la carreterina para ascender durante un tramo por caminos, que cruzan este primer poblado de Barro, y un poco más arriba, Escobal para de nuevo encontrar la carretera que llega hasta Porciles. Al volver la vista atrás se contempla una bonita estampa de Espinaredo y de la sierra del Sellón y de la ruta de bajada de la etapa anterior.

Llegados al pueblo de Porciles, encaramado en una pendiente ladera, seguimos la ruta indicada por una señal colocada en la casa de entrada al núcleo del pueblo. El camino de subida está recientemente hormigonado y lo hicieron para que durara mucho tiempo. En esta ascensión encontramos una fuente que mana abundantemente. En una revuelta de esta pista dejamos ésta girando hacia la derecha para, después de pasar una cuadra que queda a nuestra derecha, girar hacia la izquierda siguiendo la señal que se encuentra pintada en un árbol. El camino se difumina pero la ascensión ha de llevarnos, por la izquierda, a la masa rocosa que vemos al levantar los ojos.Se va ascendiendo por la izquierda de la cumbre hasta alcanzar la primera collada ‘Campera de Tablaza’ y, de ésta, bordeando por la ladera del pico La Muda, llegar hasta la collada Espina, desde donde se divisa, ya cercana, a la derecha, la majada de

Pendedor. Iniciando esta pequeña bajada, a la izquierda, se encuentra un abrevadero con fuente.
Pendedor es una majada pequeña, con buenas cabañas y la presencia beneficiosa de fresnos.
El camino sigue de frente a partir de la última cabaña (no aparece marca alguna) para ascender
de nuevo por mal sendero en la ladera del Pico La Escoba hasta la siguiente collada
—Sotrepeña— donde crecen unos acebos, visibles a distancia. Mirando de frente aparece la collada y majada de Tebrandi a la que hay que aproximarse bordeando el mismo Pico La Escoba; interesa ‘acertar’ con el sendero que, por el bosque donde predominan los acebos, lleva hasta las Cabañas de Tebrandi. A la llegada se encuentra una abundante y saludable fuente, siendo aquí el lugar idóneo para detener durante un tiempo suficiente la marcha, beber hasta dejarlo correr y saciar el hambre, reponiendo las energías consumidas. La belleza de este entorno quedará  grabada en la retina de cada senderista durante mucho tiempo o quizá hasta que pueda recordar.
El camino continúa ascendiendo al Pico Faedo o Cárcaba de Tebrandi que aparece enfrente.
El panorama es más sugestivo aún desde esta cumbre de 875 metros de altitud. El “universo”
que se contempla es inabarcable. Desde la cumbre se ve a los pies la última de las majadas de esta etapa alpina: El Corralín. Se impone la bajada hasta esta frondosa majada que se cruza siguiendo siempre una fea alambrada de cierre de finca, alambrada que es una buena guía hasta el abrevadero y fuente, también de agua fresca y gratuita. En el barcal de esta fuente se crían miles de renacuajos y esto, según uno de los compañeros de viaje, es la mejor señal de que el agua es buenísima, lo que lleva a considerar que si no hay estos alevines de ranas, es mejor “pasar” de esa fuente. ¡Cómo se puede apreciar aquí el inestimable don de la gratuidad! El aire, la luz y el calor del sol, el verdor y demás colorido de la vegetación, la amistad y cercanía de los que acompañan…
Comienza la larga y un tanto costosa bajada hasta cruzar el río Color, de significado desconocido
para este senderista, pero muy significativo por el entorno. Aparecen señales que nos indican la bajada ‘en vertical’ hasta encontrar dos cabañas en la cima de unos prados; continuar bordeando estas prados hasta encontrar otra cabaña y siguiendo el sendero de la derecha que lleva a un camino más ancho y a una pista que hay que dejar cuando empieza a subir, cogiendo una desviación a la derecha que ha de llevar al caminante al rústico y viejo puente que cruza el río Color. Una vez cruzado el río, se asciende hasta el poblado de La Matosa.
Desde esta aldea de La Matosa, por el sendero que tira hacia abajo y cruzando prados y fincas
cerradas se llega, una vez cruzado el río Tendi, hasta La Vega, aldea situada en la carretera
de Sevares e Sellaño. La Vega dista de Sevares 5 kilómetros. Vienen a la memoria los versos
de San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura / y,
lléndolos mirando, / crisola su figura / vestidos los dejó de hermosura”. Aquí termina esta evocadora etapa alpina.
CUARTA ETAPA: La Vega (Piloña)-Cangas de
Onís
Distancia: 17 kilómetros.
Dificultad: media.
Tiempo: 8 horas.
El comienzo de esta etapa está situado en el concejo de Piloña. Durante su recorrido, la mayor dificultad está a la salida: hay que ascender unos 500 metros hasta la sierra de Bodes, para recorrerla de oeste a este, entrando ya en el concejo de Parres. Este esfuerzo es compensado por las excelentes panorámicas que se ofrecen al caminante: Sierra del Sueve, y Cordal de Cetín así como múltiples valles en los Montes de Sevares. Pasada la sierra, comienza la bajada hasta el pueblo de Llames de Parres. La segunda parte del recorrido es totalmente distinta; discurre por camino llano, muy bien marcado y con historia: el Camino de la Reina. Es una de las etapas más variadas en el camino a Covadonga. Según apreciación personal, la calificación de esta cuarta etapa es de notable. La salida tiene lugar en La Vega, punto final de la etapa anterior. Una señal del GR 105, pintada con claridad en una de las casas de la carretera de Sevares a Sellaño, indica el buen camino a seguir. Comienza ya la ascensión al pueblo de Villarcazo por un camino ancho, que pronto se hace sendero, hasta el pueblo, como primer referente. Se dispone de buena fuente para refrescarse. Pasado el pueblo, por senda durante un trecho y por una estrecha carretera se llega al pueblo de Fresnidiello, aldea que ya pertenece al concejo de Parres. En Fresnidiello, como en muchas otras aldeas del recorrido, celebran con gran devoción a San Antonio de Padua el día 13 de junio; son varias las ermitas dedicadas a este santo patrono que se encuentran en el camino y en general, están bien conservadas. Dejando la aldea, se camina por una carretera que va en dirección a Caldevilla y Tendi hasta la primera collada en la que se gira hacia la derecha con el objetivo de ganar la cumbre de la Sierra de Bodes, que se recorre cresteando durante aproximadamente sus tres kilómetros de longitud. A partir de la última cima de la Sierra comienza la bajada hacia el pueblo de Llames de Parres; las escasas señales que quedan pueden ayudar poco en este descenso, que puede hacerse molesto. Llegar a Llames es como haber ganado la etapa de hoy, ya que el siguiente tramo hasta Cangas es de lo más cómodo del camino desde Oviedo a Covadonga.
En Llames se impone volver la vista atrás para observar el último trayecto recorrido, usar la cámara fotográfica para dejar constancia del paso por este pueblo (que merece mayor cuidado tanto municipal como vecinal) y hacer “parada y fonda”.
Aquí, entre la capilla dedicada a San José y la escuela se accede de nuevo al buen camino que conduce hasta Cangas, pasando por La Vega de los Caseros. El camino conduce al caminante, sin pérdida alguna, hasta el Puente Romano que separa, o mejor dicho, une los dos concejos de  Parres y de Cangas de Onís. Se termina aquí felizmente la etapa cuarta, donde hay ocasión de percibir fuertes y suaves olores, gozar de tanto y tan variado colorido, sentir cansancio y sed, saciarse de naturaleza y entonar a pleno pulmón o quedamente, como en otros muchos momentos del camino, alguna canción preferida. En Cangas, ya se “siente” Covadonga, meta de la ruta iniciada.
QUINTA ETAPA: Cangas de Onís-Següenco-
Covadonga
Distancia: 15 kilómetros.
Dificultad: baja.
Tiempo: 5.30 horas.
El final de la marcha está cercano y el senderista quiere hacer esta última etapa con la misma ilusión del comienzo y valorando positivamente los duros momentos que pudieron Aquí la senda Ruta de las Peregrinaciones se une a un camino muy anterior en el tiempo, el conocido como Camino de La Reina; a este pueblo de Parres llega también el Camín a Covadonga,
el GR 108, que viene desde Gijón; así pues, Camino de la Reina, Ruta de las Peregrinaciones y Camín a Covadonga se hacen uno. Antes de comenzar el comentario de la segunda parte de la etapa de hoy, se recoge una referencia muy significativa sobre este Camino de la Reina; el nombre le viene de un importante acontecimiento que marca un momento álgido en la historia del Santuario de Covadonga: la venida de la reina Isabel II, quien, acompañada de su hijo, el Príncipe de  Asturias, viaja a Covadonga.Este viejo “camino” parece que fue calzada romana, pero la  importancia le viene desde 1858, año en que se realiza la histórica visita. Posteriormente a la visita de la reina, sigue usándose el camino por parte de los lugareños en sus faenas agrícolas. Hoy tiene, además, otra aplicación extraordinariamente útil: sendero abierto y delicioso en la aproximación a Cangas de Onís. Se parte por la carretera que sale de Llames en dirección este hasta la iglesia de Viabaño que se encuentra a pocos metros, la cual rodeamos para encontrar el camino a la derecha que nos lleva inmediatamente al pequeño río La Beleña, cuyas aguas mueven las aspas de un molino. El camino continúa bien indicado y bastante bien conservado, con pequeñas zonas de barro y agua estancada, siguiendo el curso sonoro del río Piloña, hasta el hermoso pueblo de Romiyo, que se cruza hasta encontrar una carretera que viene de Ozanes; se hace un giro a la izquierda y, a los 200 m., se gira a la derecha en la dirección a Cangas. Se cruza
el puente sobre un pequeño riachuelo, el río Mampodre, siguiendo por la carretera asfaltada
hasta llegar a la capilla de San José, en el pueblo de Romiyín. Es una balconada sobre una inmensidad de paisaje verde y blanco en la temporada que se hizo la travesía. El lugar idóneo para detener la marcha por el tiempo que antoje está a la salida del pueblo donde hay un pequeño bar (¿cerrado?) y una cuidada y abundante fuente, la “juente del Carril, agua medicinal”, que  siempre está abierta, invitando a saciar la sed y a refrescar, al menos, la cara y pies del caminante.
Se deja el pueblo siguiendo el camino de la izquierda; en el recorrido de Picos que sigue hasta la majada de Nafuentes la señalización es completa. Dejada atrás esta majada, conviene ir atentos
para no dejar pasar, en el corto remonte al que se llega, la indicación hacia la izquierda que aparece marcada en rojo y que conduce a la majada de Soperi de Arriba. Hay que cruzar esta majada hacia el valle que queda a la derecha siguiendo las señales del camino porque esta es la zona del recorrido presentarse. ¡Ojalá no hayan ocurrido, ni ocurran en esta etapa, percances serios! Una posible opción para llegar hasta la Cueva de La Santina es seguir la carretera que conduce hasta el Santuario, aprovechando la acera que existe en todo el recorrido.
El GR 105, no obstante, sigue un recorrido distinto: subida al pueblo cangués de Següenco,
rodeo de la Sierra Moruña y bajada a Covadonga por la majada de Peñalba. Este es el camino elegido.
La impresión que se capta es que este recorrido mete al senderista en una zona de Picos con
las características propias, excepto la altitud, de cualquier otro recorrido que se pueda hacer
por el Parque de Covadonga. El esfuerzo que supone el itinerario elegido es compensado con creces por la belleza de la zona que se patea. Usando una vez más una expresión académica,
la calificación de la etapa es sobresaliente. La salida de Cangas lleva al senderista por la
iglesia de Cangas de arriba, donde también está ubicada el Aula de la Monarquía Asturiana,
hacia el Área Recreativa, conocida como Llano del Cura, que ofrece a los cangueses, que suban a pie, un ejercicio físico muy saludable. Merece la pena detenerse en esta Área, amplia y bien sombreada, antes de coger el amplio camino que en cómoda ascensión remonta los 260 m. de desnivel hasta alcanzar un primer collado y, después de unos metros que se presentan llanos, ganar otros 100 m. de nuevo desnivel que sitúan al senderista en el poco conocido, pero digno de serlo, pueblo de Següenco. Haber pasado una parte de la vida en Covadonga y no haber visitado nunca este aislado y soleado pueblo es, al menos, una dejadez culpable. Está sin sendero marcado pero permite ver en la ladera de enfrente, la cara oeste del Monte Auseva, un sendero bastante marcado. Hay que ganar este sendero y seguirlo con cuidado para evitar una fácil caída durante un corto espacio en el que el camino discurre entre peñascos. Superado este tramo, queda el colofón del viaje. Se llega a la majada de Peñalba, desde la cual ya se avista la Basílica, la de las “dos torres gemelas” y por camino “señorial” se acerca el senderista /peregrino /caminante / aventurero al Real Sitio de Covadonga y al Santuario de Nuestra Señora de Covadonga, la Santina,
a cuya cueva, después o antes de lavarse los pies del polvo del camino y consciente de las pequeñas o grandes miserias humanas, se acerca al altar de la Virgen y musita o reza  confiadamente una oración de gratitud y de súplica. ¡Ha llegado el caminante al final de uno de sus sueños!
Fin de trayecto para los montañeros
La Diócesis facilita uno de sus edificios en Covadonga para albergue de caminantes y servicios de urgencia para asearse. La citada y recomendada Guía del grupo Rivayagüe termina con un poema de Mª Dolores Díaz Velasco que me permito copiar.
Camino, camino hice por veredas y montañas
sobre torrentes y ríos, sobre el verde de las
brañas.
En la espesura del bosque, entre la verde
pradera,
fuimos formando un senda que lleve a los
peregrinos
desde Oviedo al Monte Auseva.
Caminata larga y dura en recuerdos y en
belleza
saboreando los dones que Asturias ha recibido
de nuestra naturaleza.
Poesía en el paisaje, emoción en el ambiente…
un pajarín… una hoja… una quintana… una
fuente…
Una lagrimina de agua derramada de un
espino,
que el rocío iba empapando
y dando brillo al camino.
Todas estas emociones reunía en mi corazón
y al llegar ante la Virgen quiero explicárselas
hoy.
Porque ella ye asturiana como el monte y
como yo
y estoy segura que i cuenta estes cosines a
Dios.
0.9
In Memoriam Juan Pablo II
Luis M. Álvarez Fernández
En el frontal izquierdo de la entrada del túnel que conduce al interior de la Santa Cueva, hay una lápida esculpida sobre la piedra que textualmente dice así: PEREGRINO DE LA FE. S. S. JUAN PABLO II. VISITÓ NUESTRA DIÓCESIS LOS DÍAS 20 Y 21 DE AGOSTO DE 1989. EN LA SANTA CUEVA ORÓ LARGAMENTE ANTE LA SANTINA Y CELEBRÓ LA EUCARISTÍA EN LA EXPLANADA DE LA BASÍLICA. EN LA COLEGIATA RECIBIÓ AL PATRONATO REAL PRESIDIDO POR S.A.R. PRINCIPE DE ASTURIAS. “COVADONGA ES UNA DE LAS PRIMERAS PIEDRAS DE UNA EUROPA CUYAS RAICES CRISTIANAS AHONDAN EN SU HISTORIA Y EN SU CULTURA. El REINO CRISTIANO NACIDO EN ESTAS MONTAÑAS PUSO EN MOVIMIENTO UNA MANERA DE VIVIR Y EXPRESAR LA EXISTENCIA BAJO LA INSPIRACIÓN DEL EVANGELIO”. DE LA HOMILÍA.
Efectivamente, el día 20 de Agosto, a las 8,30 de la tarde, la Corporación municipal de Cangas de Onís daba la bienvenida a S. S. el Papa y media hora después llegaba a Covadonga. Después de oír el Himno de Asturias interpretado por la Escolanía del Real Sitio se retiró a descansar en la Casa de Ejercicios, próxima a la Santa Cueva. Atrás quedaba una jornada, nunca mejor dicho,maratoniana. El Papa, procedente de Santiago de Compostela, había llegado en un avión de Iberia que tomó tierra en el aeropuerto de Asturias a las 13.30. Un helicóptero lo trasladó a Oviedo. En el campo de fútbol del Seminario lo recibieron las autoridades y una gran multitud de asturianos que le aplaudieron a su paso por las calles de la ciudad. Visitó la Cocina Económica, la Catedral y la Cámara Santa. Se tomó un pequeño descanso en la Casa Sacerdotal y de nuevo, después de comer, continuó con su visita. En el aeródromo de la Morgal esperaba al Santo Padre la mayor concentración de personas que jamás se  había celebrado en Asturias. Allí celebró la Eucaristía.
Tienen especial relieve las palabra de Juan Pablo II en su homilía. Propuso la creación de una nueva cultura del trabajo, alejándose de los dos sistemas predominantes en el mundo: el materialismo ateo y el neocapitalismo. Son palabras textuales suyas en las que denuncia:
La radical ambivalencia del proceso obtenido, donde el dominio cada vez mayor sobre las cosas va acompañado por la desorientación sobre el sentido de la vida del hombre, donde el gran desarrollo técnico del trabajo no consigue realizar los principios esenciales de dignidad y solidaridad, provocando consecuentemente una mayor masificación, desinterés y explotación, donde el hombre pasa de ser dominador de la naturaleza a ser su destructor.
Cuando el Papa terminó la celebración de la Santa Misa, sin papeles en la mano y de viva voz, dio las gracias a los presentes por su entusiasmada acogida personalizando en los obispos asturianos y demás autoridades. Fue uno de los momentos de gran tensión en la organización del viaje. El Santo Padre había llegado a la Morgal con 38 °C de temperatura. Dimos órdenes para poner en funcionamientoel plan B, que consistía en trasladar al Papa a Covadonga en automóvil, ya que el
helicóptero le agrava la dolencia. Lo recuerdo bien, el Padre Tuchi, hoy cardenal y entonces
organizador del Vaticano de los viajes del Pontífice, se me acerca y dice: “Cuando el Papa habla sin papeles es señal clara de que está bien. Volvamos al plan A, es decir, viaje en helicóptero”.
El día 21 amaneció en Covadonga un día esplendoroso, como lo había sido el día anterior. Un poco más tarde de las 8.30 de la mañana, después de recibir a los miembros del Patronato del Real Sitio, presididos por el príncipe don Felipe, el Santo Padre se acercó a la Gruta para rezar ante la Santina. No sabemos lo que allí ocurrió, lo cierto es que tuvieron que advertirle, después de 20 largos y silenciosos minutos, que había que cumplir el programa y continuar con el acto  siguiente.
Este momento está recogido en la fotografía, quizás más representativa de la visita, en la que el Santo Padre está de rodillas ante la Santina con la cabeza entre las manos
No es de extrañar que como cuentan las crónicas vaticanas, pasados unos años, en el transcurso de una de las visitas que por grupos hacen habitualmente los obispos cada cinco años, el grupo perteneciente a la Provincia Eclesiástica de Toledo le habló del santuario y la Virgen de Guadalupe y el Papa, quizás un poco distraído, volvió a incorporarse a la conversación y dijo: “Ah sí,  Covadonga, Covadonga...”.
Sin lugar a dudas que le traicionó el subconsciente. La visita a nuestra tierra, hasta tal punto le impactó, que al finalizar la visita a Asturias manifestó: “Esta tierra es la segunda más bella que he visto en mi vida”. En la explanada de la Basílica de Covadonga, a primeras horas de la mañana, se celebró la Eucaristía. La comisión organizadora del viaje habíamos recibido de los expertos la orden, por razones de seguridad y una mínima comodidad de los asistentes, de no permitir el acceso al acto de Covadonga a más de 6.000 personas. Los días anteriores al acto, una vez ya cubiertas todas las plazas, recibimos presiones de unos y otros que solicitaban credenciales de acceso a Covadonga. Lo cierto es que no hubo “reventa” porque nada se vendía, pero sí falsificación, porque al final en Covadonga asistieron unas 7.000 personas. La homilía del Papa fue especialmente cariñosa con la Santina y con los asturianos, haciendo los mayores elogios de Covadonga y su significado europeo. Como recoge textualmente la placa que transcribimos al principio, el Papa, no solamente manifiesta que Covadonga es referente para la identidad de España sino que también los es para la propia Europa. De algún modo podríamos decir que propone la internacionalización de Covadonga. Finalmente, antes de despedirse de Asturias y los asturianos, el Sumo Po ntífice subió a los lagos,
donde se retiró a descansar solo durante más de media hora en la orilla del lago Ercina. Si a la llegada al aeródromo de la Morgal la niña Ana G. Tresguerres le había entregado una montera picona, como signo identificativo de la región, en el incomparable marco de los lagos se le ofreció al Papa una prueba de la bebida asturiana. El Papa dijo que no bebía alcohol. Alguien un poco escondido en el grupo, por lo de la «mentirijilla» dijo:
“No tiene alcohol”. El Papa accedió a beber un “culete de sidra” y acto seguido dijo: “Tiene  alcohol”.
De nuevo en el Aeropuerto de Asturias, al caer la tarde del día 21 de agosto de 1989, despidió a Su Santidad en nombre de los españoles y asturianos, el entonces presidente del gobierno, don Felipe González. Mientras se perdía por el horizonte el DC-9 de la compañía Alitalia rumbo a Roma, todos los que habíamos tenido alguna responsabilidad en la organización del viaje papal respiramos con alivio hondamente. Nos sentimos satisfechos de haber participado en un evento que logró dar a conocer Asturias a través de las portadas de las principales cadenas mundiales de TV. Todos ya éramos conscientes de que en Covadonga iba a haber un antes y un después de la visita del Papa. Si a la visita de S. S. Juan Pablo II sumamos la pasión por el ciclismo televisado camino de los lagos, nos dará como resultado esa espectacular subida de visitantes que ya es anualmente millonaria. No es de extrañar que la muerte de Su Santidad se haya convertido en el mayor evento mediático que jamás se ha producido en torno a una sola persona. Para algunos este despliegue mundial no tenía fácil explicación; nosotros, que le seguimos paso a paso durante dos días, lo hemos entendido perfectamente. Su personalidad tenía algo que no solamente cautivaba a los jóvenes, sino a todo aquel que se acercaba a él.
Gracias, Juan Pablo II. Tu visita ha sido un regalo de lo alto, una bendición cargada de estímulo y aliento para los católicos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Asturias ha quedado en deuda contigo, tu paso por Covadonga sigue echándonos, aún hoy, una mano en el necesario y tan deseado despegue de nuestra maltrecha economía autonómica, que abre su esperanza a nuevos visitantes.
Todavía no prendió suficientemente la ‘llamada’ de esta ruta. Este artículo quiere contribuir al “efecto llamada” para que aumente el número de senderistas que se decidan a realizarla y para que la Federación Asturiana de Montañismo se responsabilice de una nueva y necesaria señalización. Según manifestaciones de los vecinos de los pueblos del recorrido, siguiendo el GR 105 “Ruta de las Peregrinaciones”, son pocos los que se deciden a recorrer esta escondida senda. ¿Será una locura pedir que se habiliten en el camino, por parte de la AdministraciónAutonómica o de administraciones locales, algunos albergues que faciliten un recorrido seguido del mismo y animen a muchos a emprender la marcha hacia Covadonga? Son conocidas las ‘Marchas a Covadonga’ que organiza con éxito cada año el Centro Asturiano de Oviedo siguiendo la carretera -634. Algunos grupos montañeros programan travesías parciales de la ruta GR 105. Falta el impulso de muchos que hagan lo posible y lo necesario para ponerla ‘actual’.
El Grupo de Montaña Rivayagüe se encargó en el año 1993 de la señalización del GR 105,editando una guía muy ilustrativa y minuciosa del camino. Esta guía nos sirvió para realizar la ruta y de ella tomo muchos de los datos que aparecen en este trabajo. Un agradecido recuerdoa este Grupo de Montaña de Oviedo. Decidido por fin a realizarla en esta primavera, hubo unas semanas de espera por la climatología adversa, pero no fue un tiempo perdido ya que fue la ocasión de encontrar y leer unos deliciosos libros de ‘Viajes de Oviedo a Covadonga’ con precisas descripciones de los lugares de paso y, especialmente, de los puntos de origen y destino: Oviedo y Covadonga. Antes de emprender la marcha, visita la celda del padre Feijóo para agradecerle su interés personal, durante su enfermedad, y para recibir cualquier indicación o consejo.
Vaya como nuevo capitán adelantado —le dijo el fraile— al redescubrimiento pacífico del RealSitio de Covadonga, sin traernos cabezas de musulmanes, ni espantos sobrecogedores de aquellas bravas tierras. Que sea su estudio y trabaxo el adelanto de una ofrenda colectiva de las futuras peregrinaciones que han de acudir a tan señalado lugar.
EL PRIMER LIBRO al que quiero hacer referencia está editado en Madrid en el año 1965 por Eduardo Martínez Hombre, quien lo recuperó de entre los documentos de la biblioteca familiar.
Relata, en primera persona, la peregrinación realizada por un capitán ovetense, llamado Cipriano González Santirso, que en el año 1759 camina desde Oviedo a Covadonga. Más adelante explica él la razón de este viaje: se trata de cumplir una promesa que su padrehabía hecho de peregrinar a Covadonga en acción de gracias por la curación de este hijoa quien le propone, si se encuentra con fuerzas, realizar la peregrinación ante la imposibilidad,por la edad, de realizarla él mismo. Viaja acompañado de Xuaco, una persona de la casa, hombre fiel y reservado de carácter y disponen de un caballo. Mi buen bruto el airoso Alí ocuparía su grupa con la impedimenta móvil y complicada de ropas, alforxas y atados de caxas, con diversos obsequios, de manera que, una vez cumplida la peregrinación, pudiera volver a estar dispuesto para ser caballo de silla”.
EL JUEVES, 2 DE AGOSTO DE 1759, SALEN DE OVIEDO
Serían las 5 horas de la mañana de aquel xueves, cuando estábamos todos terminando con los últimos preparativos y recordatorios. Desayunamos en casa con la nerviosidad de unos y otros. Un soldado había traído al inquieto Alí, repetía éste los golpes de sus cascos en el enlosado con notoria fuerza y prontitud. Despidiendo a mi señor padre y a mis hermanas, salí a la calle con Xuaco y Alí, que esperaban, pasamos el arco de la Noveda baxando por la fuerte cuesta de La Vega, en busca del camino real de Colloto. Se me hacía extraño apreziar cómo éramos nosotros dos los que caminábamos en contra de la afluenzia de los que ya acudían al mercado del xueves ovetense.
LLEGAN A COVADONGA EL DÍA 7, MARTES
De Covadonga hace una larga y minuciosa descripción.
El orror y eminencia de aquellos riscos asombran más que admiran. Lo fragoso y pendiente de los caminos, el ningún cultibo, mas es en todo el espazio, la soledad; todo confunde, de modo que para el más baliente espíritu es su fúnebre desamparo. Así es la bistta del modelo justamente despreciable a quien ygnora las cualidades de el original, el templo y Sta. Casa de Mª. Santísima. Esta es la Casa de Dios, debe repetirse muchas beces, firme y admirablemente edificada, porque siendo el ayre el fundamento sólido en q.estriba, es sin segunda en el mundo, en que no se cuentta semejante.
EL SEGUNDO LIBRO de viaje data de 1878. De Oviedo a Covadonga. Apuntes de viaje, por Manuel F. Ladreda y Gumersindo Solís de la Huerta. En él se hace también un itinerario descriptivode los lugares del recorrido Nada mas bello ni mas encantador que el paisaje que se ofrece á la vista del romero que en uno de los claros días de Mayo ó Junio sale de Oviedo por la carretera citada en direccion al santuario de Covadonga; apenas abandona las calles de la poblacion deja á su izquierda la magnífica fábrica de armas de la Vega, antiguo monasterio de religiosas benedictinas, y la histórica iglesia de San Julian de los Prados, llamada vulgarmente de Santullano, y contempla despues, entre admirado y confuso, fértiles y bien cultivadas huertas, extensas praderías, frondosos bosques, una vegetacion robusta y exuberante, y todo esto salpicado de alegres caseríos y animado por el canto de sencillos aldeanos.Las dos laderas de la cañada van cerrándose por grados y creciendo en elevacion y aspereza hasta no dejar mas que estrecho paso al riachuelo y angosta senda al caminante, que abstraído con lo imponente del paisaje olvida la sangrienta jornada que allí tuvo lugar y llega sin apercibirse de ello al pueblo de la Riera: constituía éste en lo antiguo un coto en el que ejercía jurisdicción civil y criminal el Abad de Covadonga.; agregado, después de la supresión de los derechos señoriales, al concejo de Cangas, el Abad, que tiene en él su habitual residencia, solo conserva como resto de su pasada grandeza el derecho de presentación para el curato. Tres kilómetros más arriba de la Riera está el campo de Repelao, sincope o contracción de Rey Pelayo, sin duda llamado así por haberse verificado en aquel sitio la proclamación de este monarca:un sencillo monumento levantado á expensas de los Duques de Montpensier recuerda el notable hecho y es al propio tiempo severa lección dada á nuestra provincia por su incuria y su abandono. Recorre el viajero un kilómetro no más y de repente, al desembocar en el cerrado valle detiénese asombrado ante la selvática grandeza que a su vista se presenta: inaccesibles riscos estrechan de todos lados el horizonte; a sus pies el Deva, siempre ruidoso y violento; en frente la venerada cueva, que taladra la dormida roca sobre la cual se eleva como gigantesca cúpula la montaña; á su espalda las encrespadas alturas del Reinazo, cuyos picos parece que rasgan el azul del firmamento.
UN TERCER LIBRO, escrito para el Centro asturiano de La Habana, tiene un acusado tono lírico. Asturias, de Oviedo a Covadonga, por José Fernández González. Oviedo, año 1892.
ASÍ COMIENZA LA DESCRIPCIÓN DEL VIAJE ERAN las ocho de la mañana del 29 de Julio de 1889, cuando salimos de Oviedo con dirección a Covadonga. El día estaba hermosísimo, 1a bóveda azul hallabase límpida de nubecillas. Íbamos fijos en el camino que recorríamos observando el extenso panorama que se nos ofrecía a la vista. Querer describir éste seria tarea superior a nuestra imaginación, y sí obra de un poeta. Descendimos por la calle de la Vega y pronto entramos en la carretera que termina en Santander Pasada ya la Tenderina, éntrase en un valle hermosísimo de fértiles y bien cultivadas haciendas, grandes maizales, extensas praderas y bosques frondosos, denotando todo una vegetación exuberante, propia de las América; caseríos herniosos en apiñada profusión, con sus anchos tejados y salientes galerías. Las carreteras se hallan continuamente transitadas por coches-diligencias, de alquiler y particulares, así como por infinidad de personas á pie, semejándose en esto á una calle céntrica de La Habana, tal es el movimiento que se observa”.
ASÍ TERMINA EL VIAJE DESEADO
Una vez que llegamos al lugar de nuestros ensueños, Covadonga, nos apeamos del coche que nos conducía —pues que se puede ir así hasta el mismo parquecito que está al pie de la venerada Cueva-longa— subiendo seguidamente á postrarnos ante la sagrada imagen que anida en la abrupta peña, como así también ante los heroicos restos del héroe D. Pelayo y de su yerno D. Alfonso I el Católico, que allí reposan, subiendo á la gruta por una escalera de piedra bastante espaciosa, aunque algo pendiente, con la misma veneración como si por ella ascendiéramos á la más alta colina del monte del Calvario. Cumplidos, pues, 1os deberes religiosos, nos dedicamos á examinar la misteriosa cueva. Era el 30 de Julio de 1889.
UN ÚLTIMO LIBRO de viajes nos conduce también a Covadonga. Andanzas de peregrinos.De San Salvador a Santa María de Covadonga, de Antonio García Miñor. Oviedo, año 1957.
SALIDA DE OVIEDO
En la mañanita de una primavera nueva, incipiente, una luz azulada e indecisa, queda todavía prendida entre los muros estrechos del Callejón de Santa Bárbara. A la derecha, queda el testigo mudo y secular del ábside Cueva Santa, para salir más abajo, en forma de cascada blanca y sonora. Oraban, porque en aquel momento, olvidados ya del camino y de la aventura, del cansancio, de las historias y las fantasías, pensaban sólo en la interioridad de su ser, donde se albergaban el dolor o el problema, la ilusión, el proyecto, la esperanza o el temor...
Y el silencio, interrumpido sólo por los ronquidos del Deva, entre las rocas ocultas de la montaña, siguió ducho absoluto del lugar, mientras los peregrinos desmenuzaban ante la Santa Madre sus grandes y pequeñas cosas.Y las sombras, bruscamente, como en todos los valles profundos de la tierra, fueron surgiendo de los bosques y de las oquedades.viejo de San Tirso, sostenido en amoroso abrazo por la juvenil mampostería de ahora. Al frente, vetusta y nostálgica, humilde y callada, está la calle de Santa Ana, con los palacios de la historia reciente, frente a las casuchas de la vida diaria, de la ciudad que fue pequeña. Aquellas casitas entre las que en una esquina angosta, hay todavía una tienda de exvotos. Aquellas casitas son las herederas de los suelos, sobre los que un día se levantaron las de los clérigos y los servidores, las de los obispos de aquí y de allá.Y en suelo duro, liso e igual, en recta que se pierde, bordeada por los mismos “prados” que rodean a la basílica de San Julián, el sonido de las voces, el roce de las sandalias y el seco percutir de los bordones, va perdiéndose, lentamente, a lo lejos.
LLEGADA A COVADONGA
Entonces, un extraño impulso se apoderó de los peregrinos más jóvenes e impacientes que emprendieron rápida carrera, y dejando a su izquierda el pozo de las aguas verdes y obscuras, y la fuentecilla del fondo a la que el vulgo con su inocencia y su buen humor, había atribuido extrañas virtudes, subieron con respirar fatigoso y sonoro, la empinada escalinata y se postraron ante la imagen de la Santa Virgen, que desde lo alto de su altar ya la claridad del sol y de mil luces ofrecidas por tantas y tantas manos atribuladas o agradecidas, contemplaba a los caminantes, mientras en su mano ofrecía la rosa simbólica de la pureza espiritual, como virtud bella y perfumada. El bisbiseo de las oraciones musitadas, quedaba apagado por el rugido del Río Deva que filtrándose por las gigantescas grietas de la montaña y estrellándose aquí y allá contra las rocas, pasaba por detrás del retablo de la Santina.
Situémonos ya en el objetivo del artículo para el primer número de la revista Foro Covadonga: breve descripción del GR 105 Ruta de las Peregrinaciones y algunas anotaciones. Según el Decreto 58/98 de 9 de octubre del Principado de Asturias se clasifica los senderos en tres grupos:
GRAN RECORRIDO (GR): Aquellos cuya duración excedan en más de dos jornadas o de 30 ikilómetros de longitud total. La señalización, en flechas de madera, piedras, rocas, árboles…son rectángulos de pintura en rojo y en blanco.
PEQUEÑO RECORRIDO (PR): Cuando no rebasen los 30 kilómetros y se puedan realizar en una jornada.
LOCALES (SL): Los pequeños recorridos de senderismo de menos de 10 kilómetros de longitud que permiten acceder a puntos concretos de interés local, generalmente partiendo de un GR o de un PR. El sendero que nos ocupa, el GR de Oviedo a Covadonga, tiene el nº 105, asignado por la Federación de Montañismo y la ERA (Asociación Internacional de Senderismo) y el sobrenombrede Ruta de las Peregrinaciones. Esta ruta tiene en total 105 kilómetros si se inicia en la Capilla de Covadonga, de la parroquia de San Esteban de las Cruces, en Oviedo, y se termina en el Real Sitio de Covadonga.
El recorrido tiene algunas dificultades que han de tenerse en cuenta al proyectar el viaje y que se pueden resumir en estas tres:
• Deficiente señalización, lo que obliga a ir muy atentos a las señales que se encuentran para noperder demasiado tiempo en recuperar el sendero. La guía “G. R. 105 ‘Ruta de la Peregrinaciones’”del Grupo de Montaña Rivayagüe, que se puede adquirir por Internet, es muy aconsejable si ninguno de los senderistas del grupo conocen la ruta.
• Desniveles de cierta consideración en algunos tramos, lo que obliga a tomarse con calma la ruta de cada día. • La necesidad de un coche de apoyo, ya que los finales de etapa se sitúan algo lejos de las vías de comunicación Oviedo-Covadonga, y no siempre hay albergues o pensiones para poder pernoctar.
1ª senda marcada.
Estas consideraciones indican que no es conveniente realizar la ruta uno solo sino en pequeño grupo. Las compensaciones son muchas más. Además de cumplir el objetivo de caminar a Covadonga con toda la carga de emoción que esto supone, están otras muchas: el conocimiento de zonas poco conocidas de los montes del Oriente asturiano, el descubrimiento de la belleza y tranquilidad contagiosa de majadas solitarias, la contemplación de los picos de lasmontañas “altas” de Asturias y las gozadas que cada senderista disfruta, como nuevas, cuantas veces se calza las botas de caminante y se abrocha la mochila.
Las cinco etapas, que se proponen (pueden ampliarse a 7 o reducirse a 4), responden a estos criterios:
• Etapas para senderistas con una preparación media.
• Etapas de 8 o 9 horas de duración como
Final de etapa en una población a donde tenga acceso el coche de apoyo.
Estas son las cinco etapas propuestas:
• San Esteban de las Cruces (Oviedo)-Alto del Espinadal (Nava)
• Alto del Espinadal-Espinaredo (Piloña)
• Espinaredo-La Vega (Piloña)
• La Vega-Cangas de Onís
• Cangas de Onís-Covadonga
Estas etapas se pueden realizar en días sucesivos, o bien en los días elegidos por los senderistas.
PRIMERA ETAPA: Capilla de Covadonga (Oviedo)-Alto del Espinadal (Nava).
Distancia: 32 kilómetros
Dificultad: baja
Horario previsto: 9 horas
La señalización es visible en todo el recorrido.
Este discurre, con pequeños desniveles, por la cima de la Sierra de La Paranza, que se extiende desde el Pico La Grandota (donde se encuentran varias antenas, que sirven de buena orientación para el senderista) hasta el Pico Cadaval. Este comienzo de etapa es muy frecuentado por mucha gente, de uno y otro valle, que lo recorre a menudo, dada su cercanía y fácil caminar. El sendero invita a entonar una cancionina mañanera. A esta etapa primera se le puede asignar una calificación de notable. Se parte del entorno de esta capilla de Ntra. Sra. de Covadonga, situada a la vera de la carretera en el barrio de Covadonga, perteneciente a la parroquia de San Esteban de Las Cruces. Es éste un significativo comienzo del camino. Atravesando El Calderu se comienza una suave subida a La Grandota. límites de los concejos de Siero y Bimenes. Por una pista forestal cruzamos, en dirección este, el cordal de Nava, teniendo ante nuestros ojos las cumbres de Peña Mayor y su entorno; seguidamente se llega a la carretera que une Nava y Bimenes. En este Alto del Espinadal termina esta cómoda primera etapa por el GR 105 de Oviedo a Covadonga, como meta deseada. El Alto del Espinadal está a dos kilómetros de Nava en la carretera que une esta villa con Bimenes.
SEGUNDA ETAPA: Alto del Espinadal (Nava)-Espinaredo (Infiesto).
Distancia: 27 kilómetros
Dificultad: media
Horario previsto: 9 horas
Esta segunda etapa exige un poco más de esfuerzo, pues los desniveles son mayores.
Comienza con una cómoda bajada a la que sigue una prolongada subida por pista hormigonada. La bajada, primero por camino ancho y luego por carretera nos acerca al Puente Miera, en la carretera de Infiesto a la comarca de Caso. Sigue una nueva remontada a la collada del Sellón y un descenso largo hasta el final de En La Grandota converge la derivación GR 105.1 Ruta de la Peregrinaciones, que procede de Mieres del Camino siguiendo una senda recientemente señalizada que discurre por la sierra de Fayedo y el Pico Escobín, desciende a Tudela Veguín y, cruzado éste, remonta por Aviño hasta La Grandota. Durante este cómodo recorrido, la contemplación de la Sierra del Aramo y del macizo de Ubiña, a la derecha y, a su izquierda, las de Oviedo y de la zona central de Asturias acompañarán al caminante un largo trecho y le cautivarán. Lugares como La Paranza, La Teyera, La Pasera, La Zorera no pasarán desapercibidos para el caminante. Desde el Pico Cadaval, donde hay un vértice geodésico y una amplia panorámica del entorno que recorre el río Nora, pasando por Molleo, en poco más de media hora, se llega a La Gargantada, lugar apropiado para descansar y reponer fuerzas.
Desde el Alto de La Gargantada, a través de senderos y carreteras comarcales se pasa por el pueblo de Corripos, la aldea de El Escobal hasta llegar al pueblo de Lamuño; hay que ascender hasta el vértice de La Llosona para después alcanzar la aldea de La Cruz, en los límites de los concejos de Siero y Nimenes
Con renovada disposición hay que emprender esta segunda etapa en el mismo punto de finalización de la anterior. El indicador de Gradátila es la buena orientación. Llegadosrápidamente a esta aldea naveta y, situados en la pequeña plaza que se encuentra en medio del pueblo, se gira a la izquierda, siguiendo un sendero amplio; en el primer cruce aparece,muy desdibujada, una señal de la senda que indica seguir el camino de la derecha, que baja,y nos conduce muy pronto a la preciosa y cuidada aldea de Piloñeta. Se atraviesa el pueblo en dirección al río Fuensanta que se cruza por un bien trazado puente. La pista hormigonada que sube y sube hasta Les Praeres es el buen camino. Hacia la mitad de la cuesta hay una fuente, bien visible, y casi al final, en la última revuelta, a la izquierda, hay otra con amplio abrevadero. Coronamos esta señorial pradera con edificaciones que en otro tiempo sirvieron para guardar el ganado y que hoy son cuidadas cabañas de ‘fin de semana’. La bajada por el ancho sendero se hace pronto un tanto empinada hacia el valle por donde discurre el río Muriosa, que se fue formando de arroyos que proceden de la cordillera de Peña Mayor, al sur, y de los Picos Verdes, alnorte, con sus diferentes cumbres. Son frecuentes cabañas, pequeños rebaños de vacas y buenos pastos. Alcanz ando ya el profundo valle el camino se hace carretera asfaltada que discurre siguiendo el río, al que cruza en varias ocasiones, hasta que éste junta sus aguas con el río La Marea que las lleva hasta el río Piloña. Los armoniosos cantos de los múltiples pájaros que pueblan este valle, el ruido melodioso del río y el acompasado pisar de las botas en los arenasdel camino son una estimada compañía para el caminante. Invitan a tararear tímidamente algunas canciones preferidas. Si no se hizo la parada en Les Praeres para comer los frutos secos y el chocolate, éste es el lugar idóneo. De todas maneras, aquí se impone un largo descaso. El recorrido realizado por carretera y el esfuerzo de estas primeras horas lo piden. Este edificio con el cartel ‘se vende’ puede ser un magnífico albergue. Puente Miera queda a unos 9 kilómetros de Infiesto.
El siguiente tramo de la senda supone un esfuerzo nuevo y aproximadamente cuatro horas de camino, por lo que, si hay algún problema en alguno de los senderistas, aquí se puede acceder al coche de apoyo. La salida de Puente Miera se hace recorriendo 100 m. de carretera en dirección sur (hacia Arnicio) y tomar un camino que sale a la izquierda, antes de la primera curva; en unárbol hay una señal de la senda.Subiendo por él, decidirse por el camino de la derecha, en los cruces que se encuentran hasta llegar a la aldea de Fresnedal. Antes de entrar en el pueblo se encuentra una buena fuente así como hay otra con lavadero a la salida, la fuente de Riega el Campo; una vez atravesada esta aldea, una visible señal de la senda, grabada en un árbol, nos encamina hacia la segunda ascensión: la de la sierra del Sellón. En el pueblo de Fresnedal conviene enterarse bien del mejor sendero para ganar al collado de La Rasa; no precipitarse en coger senderos equivocados que nos introducirían en el monte, donde es más difícil avanzar.
Una vez en el collado de La Rasa, el pico del Sellón queda a la izquierda y a la derecha aparecen unos cuantos pueblos que pertenecen a la parroquia de Santo Toribio de Tozo. Sin descender al pueblo de Moro, el queda más cercano, se avanza por la ladera del Sellón, dejando a la izquierda el barranco donde nace el río Quintana, hasta el collado de La Llamosa, donde se marcan los límites de los concejos de Piloña y Caso y por donde cruza un Camino Real que iba desde Villaviciosa hacia Tarna y San Isidro. En todo este recorrido desde la salida de Fresnedal quizá no se encuentre señal del camino hasta esta collada de La Llamosa. Pasada la braña del Sellón, donde a la izquierda se encuentra una fuente, aparecen restos de una antigua capilla, al final a laderecha, y un camino pindio comienza a bajar hasta el final de esta etapa. Llegando a un cruce de caminos, en el lugar donde hay unas cuadras a la derecha, se puede optar por el camino de la izquierda (que parece más complicado) o seguir de frente hacia la aldea de Omedal, de la  arroquia de Espinaredo. A partir de esta aldea quedan tres kilómetros de carretera hasta llegar al final de etapa. En Espinaredo queda tiempo, mientras el coche de apoyo se acerca a buscarnos, de descalzarse junto a las limpias aguas del río Espinaredo (más arriba, río del Infirnu), para acercarse a uno de los bares y tomar una merecida botella de sidra y para admirar la belleza de este conjunto artístico que es este pueblo piloñés. La carretera que une Espinaredo con la capital del concejo, de la que dista 6 kilómetros, arranca nada más cruzar la villa de Infiesto en dirección a Arriondas.
TERCERA ETAPA: Espinaredo (Piloña)-La Vega (Piloña)
Distancia: 15 kilómetros
Dificultad: media
Horario previsto: 7 horas
Esta etapa es una de las que marcarán más alcaminante. Es ‘otra cosa’ en cuanto a la belleza y la soledad de las tierras del alto Piloña. No es demasiado larga ni difícil, pero necesita un día claro, sin nieblas, para no equivocar el camino. Por ella sola, merece la pena realizar esta ruta. No  importa detener la marcha a menudo y poder así recrearse en cada una de las solitarias brañas que encontramos: Pendedor, Tebrandi y Corralín. Casi toda la etapa discurre por zona completamente deshabitada, y no se puede esperar encontrar un pastor que puede orientarnos.
Caminemos con alguien que haya recorrido este tramo o tengamos a mano una buena guía del recorrido y estemos atentos a las escasas señales que se encuentran. La cámara de fotos nos podrá acercar tanta crestería como se va divisando y tantos valles frondosos y profundos que aparecen ante nuestros ojos. Sin lugar a dudas, la calificación de la etapa es sobresaliente.
El punto de partida de esta etapa está muy bien señalado en la carretera que arranca de Espinaredo hacia Porciles. A la hora en que se comienza a caminar, los únicos que han de sentir nuestra presencia son los perros que saludan a su modo. A unos trescientos metros,junto a la primera casa de la izquierda, se puede abandonar la carreterina para ascender durante un tramo por caminos, que cruzan este primer poblado de Barro, y un poco más arriba, Escobal para de nuevo encontrar la carretera que llega hasta Porciles. Al volver la vista atrás se contempla una bonita estampa de Espinaredo y de la sierra del Sellón y de la ruta de bajada de la etapa anterior.
Llegados al pueblo de Porciles, encaramado en una pendiente ladera, seguimos la ruta indicada por una señal colocada en la casa de entrada al núcleo del pueblo. El camino de subida está recientemente hormigonado y lo hicieron para que durara mucho tiempo. En esta ascensión encontramos una fuente que mana abundantemente. En una revuelta de esta pista dejamos ésta girando hacia la derecha para, después de pasar una cuadra que queda a nuestra derecha, girar hacia la izquierda siguiendo la señal que se encuentra pintada en un árbol. El camino se difumina pero la ascensión ha de llevarnos, por la izquierda, a la masa rocosa que vemos al levantar los ojos.Se va ascendiendo por la izquierda de la cumbre hasta alcanzar la primera collada ‘Campera de Tablaza’ y, de ésta, bordeando por la ladera del pico La Muda, llegar hasta la collada Espina, desde donde se divisa, ya cercana, a la derecha, la majada de
Pendedor. Iniciando esta pequeña bajada, a la izquierda, se encuentra un abrevadero con fuente.
Pendedor es una majada pequeña, con buenas cabañas y la presencia beneficiosa de fresnos.
El camino sigue de frente a partir de la última cabaña (no aparece marca alguna) para ascender
de nuevo por mal sendero en la ladera del Pico La Escoba hasta la siguiente collada
—Sotrepeña— donde crecen unos acebos, visibles a distancia. Mirando de frente aparece la collada y majada de Tebrandi a la que hay que aproximarse bordeando el mismo Pico La Escoba; interesa ‘acertar’ con el sendero que, por el bosque donde predominan los acebos, lleva hasta las Cabañas de Tebrandi. A la llegada se encuentra una abundante y saludable fuente, siendo aquí el lugar idóneo para detener durante un tiempo suficiente la marcha, beber hasta dejarlo correr y saciar el hambre, reponiendo las energías consumidas. La belleza de este entorno quedará  grabada en la retina de cada senderista durante mucho tiempo o quizá hasta que pueda recordar.
El camino continúa ascendiendo al Pico Faedo o Cárcaba de Tebrandi que aparece enfrente.
El panorama es más sugestivo aún desde esta cumbre de 875 metros de altitud. El “universo”
que se contempla es inabarcable. Desde la cumbre se ve a los pies la última de las majadas de esta etapa alpina: El Corralín. Se impone la bajada hasta esta frondosa majada que se cruza siguiendo siempre una fea alambrada de cierre de finca, alambrada que es una buena guía hasta el abrevadero y fuente, también de agua fresca y gratuita. En el barcal de esta fuente se crían miles de renacuajos y esto, según uno de los compañeros de viaje, es la mejor señal de que el agua es buenísima, lo que lleva a considerar que si no hay estos alevines de ranas, es mejor “pasar” de esa fuente. ¡Cómo se puede apreciar aquí el inestimable don de la gratuidad! El aire, la luz y el calor del sol, el verdor y demás colorido de la vegetación, la amistad y cercanía de los que acompañan…
Comienza la larga y un tanto costosa bajada hasta cruzar el río Color, de significado desconocido
para este senderista, pero muy significativo por el entorno. Aparecen señales que nos indican la bajada ‘en vertical’ hasta encontrar dos cabañas en la cima de unos prados; continuar bordeando estas prados hasta encontrar otra cabaña y siguiendo el sendero de la derecha que lleva a un camino más ancho y a una pista que hay que dejar cuando empieza a subir, cogiendo una desviación a la derecha que ha de llevar al caminante al rústico y viejo puente que cruza el río Color. Una vez cruzado el río, se asciende hasta el poblado de La Matosa.
Desde esta aldea de La Matosa, por el sendero que tira hacia abajo y cruzando prados y fincas
cerradas se llega, una vez cruzado el río Tendi, hasta La Vega, aldea situada en la carretera
de Sevares e Sellaño. La Vega dista de Sevares 5 kilómetros. Vienen a la memoria los versos
de San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura / y,
lléndolos mirando, / crisola su figura / vestidos los dejó de hermosura”. Aquí termina esta evocadora etapa alpina.
CUARTA ETAPA: La Vega (Piloña)-Cangas de
Onís
Distancia: 17 kilómetros.
Dificultad: media.
Tiempo: 8 horas.

comienzo de esta etapa está situado en el concejo de Piloña. Durante su recorrido, la mayor dificultad está a la salida: hay que ascender unos 500 metros hasta la sierra de Bodes, para recorrerla de oeste a este, entran ya en el concejo de Parres. Este esfuerzo es compensado por las excelentes panorámicas que se ofrecen al caminante: Sierra del Sueve, y Cordal de Cetín así como múltiples valles en los Montes de Sevares. Pasada la sierra, comienza la bajada hasta el pueblo de Llames de Parres. La segunda parte del recorrido es totalmente distinta; discurre por camino llano, muy bien marcado y con historia: el Camino de la Reina. Es una de las etapas más variadas en el camino a Covadonga. Según apreciación personal, la calificación de esta cuarta etapa es de notable. La salida tiene lugar en La Vega, punto final de la etapa anterior. Una señal del GR 105, pintada con claridad en una de las casas de la carretera de Sevares a Sellaño, indica el buen camino a seguir. Comienza ya la ascensión al pueblo de Villarcazo por un camino ancho, que pronto se hace sendero, hasta el pueblo, como primer referente. Se dispone de buena fuente para refrescarse. Pasado el pueblo, por senda durante un trecho y por una estrecha carretera se llega al pueblo de Fresnidiello, aldea que ya pertenece al concejo de Parres. En Fresnidiello, como en muchas otras aldeas del recorrido, celebran con gran devoción a San Antonio de Padua el día 13 de junio; son varias las ermitas dedicadas a este santo patrono que se encuentran en el camino y en general, están bien conservadas. Dejando la aldea, se camina por una carretera que va en dirección a Caldevilla y Tendi hasta la primera collada en la que se gira hacia la derecha con el objetivo de ganar la cumbre de la Sierra de Bodes, que se recorre cresteando durante aproximadamente sus tres kilómetros de longitud. A partir de la última cima de la Sierra comienza la bajada hacia el pueblo de Llames de Parres; las escasas señales que quedan pueden ayudar poco en este descenso, que puede hacerse molesto. Llegar a Llames es como haber ganado la etapa de hoy, ya que el siguiente tramo hasta Cangas es de lo más cómodo del camino desde Oviedo a Covadonga.

En Llames se impone volver la vista atrás para observar el último trayecto recorrido, usar la cámara fotográfica para dejar constancia del paso por este pueblo (que merece mayor cuidado tanto municipal como vecinal) y hacer “parada y fonda”.
Aquí, entre la capilla dedicada a San José y la escuela se accede de nuevo al buen camino que conduce hasta Cangas, pasando por La Vega de los Caseros


El camino conduce al caminante, sin pérdida alguna, hasta el Puente Romano que separa, o mejor dicho, une los dos concejos de  Parres y de Cangas de Onís. Se termina aquí felizmente la etapa cuarta, donde hay ocasión de percibir fuertes y suaves olores, gozar de tanto y tan variado colorido, sentir cansancio y sed, saciarse de naturaleza y entonar a pleno pulmón o quedamente, como en otros muchos momentos del camino, alguna canción preferida. En Cangas, ya se “siente” Covadonga, meta de la ruta iniciada.
QUINTA ETAPA: Cangas de Onís-Següenco-
Covadonga

Distancia: 15 kilómetros.

Dificultad: baja.
Tiempo: 5.30 horas.
El final de la marcha está cercano y el senderista quiere hacer esta última etapa con la misma ilusión del comienzo y valorando positivamente los duros momentos que pudieron Aquí la senda Ruta de las Peregrinaciones se une a un camino muy anterior en el tiempo, el conocido como Camino de La Reina; a este pueblo de Parres llega también el Camín a Covadonga,
el GR 108, que viene desde Gijón; así pues, Camino de la Reina, Ruta de las Peregrinaciones y Camín a Covadonga se hacen uno. Antes de comenzar el comentario de la segunda parte de la etapa de hoy, se recoge una referencia muy significativa sobre este Camino de la Reina; el nombre le viene de un importante acontecimiento que marca un momento álgido en la historia del Santuario de Covadonga: la venida de la reina Isabel II, quien, acompañada de su hijo, el Príncipe de  Asturias, viaja a Covadonga.Este viejo “camino” parece que fue calzada romana, pero la  importancia le viene desde 1858, año en que se realiza la histórica visita. Posteriormente a la visita de la reina, sigue usándose el camino por parte de los lugareños en sus faenas agrícolas. Hoy tiene, además, otra aplicación extraordinariamente útil: sendero abierto y delicioso en la aproximación a Cangas de Onís. Se parte por la carretera que sale de Llames en dirección este hasta la iglesia de Viabaño que se encuentra a pocos metros, la cual rodeamos para encontrar el camino a la derecha que nos lleva inmediatamente al pequeño río La Beleña, cuyas aguas mueven las aspas de un molino. El camino continúa bien indicado y bastante bien conservado, con pequeñas zonas de barro y agua estancada, siguiendo el curso sonoro del río Piloña, hasta el hermoso pueblo de Romiyo, que se cruza hasta encontrar una carretera que viene de Ozanes; se hace un giro a la izquierda y, a los 200 m., se gira a la derecha en la dirección a Cangas. 

Se cruza el puente sobre un pequeño riachuelo, el río Mampodre, siguiendo por la carretera asfaltada hasta llegar a la capilla de San José, en el pueblo de Romiyín. Es una balconada sobre una inmensidad de paisaje verde y blanco en la temporada que se hizo la travesía. El lugar idóneo para detener la marcha por el tiempo que antoje está a la salida del pueblo donde hay un pequeño bar (¿cerrado?) y una cuidada y abundante fuente, la “juente del Carril, agua medicinal”, que  siempre está abierta, invitando a saciar la sed y a refrescar, al menos, la cara y pies del caminante.

Se deja el pueblo siguiendo el camino de la izquierda; en el recorrido de Picos que sigue hasta la majada de Nafuentes la señalización es completa. Dejada atrás esta majada, conviene ir atentos
para no dejar pasar, en el corto remonte al que se llega, la indicación hacia la izquierda que aparece marcada en rojo y que conduce a la majada de Soperi de Arriba. Hay que cruzar esta majada hacia el valle que queda a la derecha siguiendo las señales del camino porque esta es la zona del recorrido presentarse. ¡Ojalá no hayan ocurrido, ni ocurran en esta etapa, percances serios! Una posible opción para llegar hasta la Cueva de La Santina es seguir la carretera que conduce hasta el Santuario, aprovechando la acera que existe en todo el recorrido.
El GR 105, no obstante, sigue un recorrido distinto: subida al pueblo cangués de Següenco,
rodeo de la Sierra Moruña y bajada a Covadonga por la majada de Peñalba. Este es el camino elegido.
La impresión que se capta es que este recorrido mete al senderista en una zona de Picos con
las características propias, excepto la altitud, de cualquier otro recorrido que se pueda hacer
por el Parque de Covadonga. El esfuerzo que supone el itinerario elegido es compensado con creces por la belleza de la zona que se patea. Usando una vez más una expresión académica,
la calificación de la etapa es sobresaliente. La salida de Cangas lleva al senderista por la
iglesia de Cangas de arriba, donde también está ubicada el Aula de la Monarquía Asturiana,
hacia el Área Recreativa, conocida como Llano del Cura, que ofrece a los cangueses, que suban a pie, un ejercicio físico muy saludable. Merece la pena detenerse en esta Área, amplia y bien sombreada, antes de coger el amplio camino que en cómoda ascensión remonta los 260 m. de desnivel hasta alcanzar un primer collado y, después de unos metros que se presentan llanos, ganar otros 100 m. de nuevo desnivel que sitúan al senderista en el poco conocido, pero digno de serlo, pueblo de Següenco. Haber pasado una parte de la vida en Covadonga y no haber visitado nunca este aislado y soleado pueblo es, al menos, una dejadez culpable. Está sin sendero marcado pero permite ver en la ladera de enfrente, la cara oeste del Monte Auseva, un sendero bastante marcado. Hay que ganar este sendero y seguirlo con cuidado para evitar una fácil caída durante un corto espacio en el que el camino discurre entre peñascos. Superado este tramo, queda el colofón del viaje. Se llega a la majada de Peñalba, desde la cual ya se avista la Basílica, la de las “dos torres gemelas” y por camino “señorial” se acerca el senderista /peregrino /caminante / aventurero al Real Sitio de Covadonga y al Santuario de Nuestra Señora de Covadonga, la Santina,
a cuya cueva, después o antes de lavarse los pies del polvo del camino y consciente de las pequeñas o grandes miserias humanas, se acerca al altar de la Virgen y musita o reza  confiadamente una oración de gratitud y de súplica. ¡Ha llegado el caminante al final de uno de sus sueños!
Fin de trayecto para los montañeros
La Diócesis facilita uno de sus edificios en Covadonga para albergue de caminantes y servicios de urgencia para asearse. La citada y recomendada Guía del grupo Rivayagüe termina con un poema de Mª Dolores Díaz Velasco que me permito copiar.
Camino, camino hice por veredas y montañas
sobre torrentes y ríos, sobre el verde de las
brañas.
En la espesura del bosque, entre la verde
pradera,
fuimos formando un senda que lleve a los
peregrinos
desde Oviedo al Monte Auseva.
Caminata larga y dura en recuerdos y en
belleza
saboreando los dones que Asturias ha recibido
de nuestra naturaleza.
Poesía en el paisaje, emoción en el ambiente…
un pajarín… una hoja… una quintana… una
fuente…
Una lagrimina de agua derramada de un
espino,
que el rocío iba empapando
y dando brillo al camino.
Todas estas emociones reunía en mi corazón
y al llegar ante la Virgen quiero explicárselas
hoy.
Porque ella ye asturiana como el monte y
como yo
y estoy segura que i cuenta estes cosines a
Dios.
0.9
In Memoriam Juan Pablo II
Luis M. Álvarez Fernández
En el frontal izquierdo de la entrada del túnel que conduce al interior de la Santa Cueva, hay una lápida esculpida sobre la piedra que textualmente dice así: PEREGRINO DE LA FE. S. S. JUAN PABLO II. VISITÓ NUESTRA DIÓCESIS LOS DÍAS 20 Y 21 DE AGOSTO DE 1989. EN LA SANTA CUEVA ORÓ LARGAMENTE ANTE LA SANTINA Y CELEBRÓ LA EUCARISTÍA EN LA EXPLANADA DE LA BASÍLICA. EN LA COLEGIATA RECIBIÓ AL PATRONATO REAL PRESIDIDO POR S.A.R. PRINCIPE DE ASTURIAS. “COVADONGA ES UNA DE LAS PRIMERAS PIEDRAS DE UNA EUROPA CUYAS RAICES CRISTIANAS AHONDAN EN SU HISTORIA Y EN SU CULTURA. El REINO CRISTIANO NACIDO EN ESTAS MONTAÑAS PUSO EN MOVIMIENTO UNA MANERA DE VIVIR Y EXPRESAR LA EXISTENCIA BAJO LA INSPIRACIÓN DEL EVANGELIO”. DE LA HOMILÍA.
Efectivamente, el día 20 de Agosto, a las 8,30 de la tarde, la Corporación municipal de Cangas de Onís daba la bienvenida a S. S. el Papa y media hora después llegaba a Covadonga. Después de oír el Himno de Asturias interpretado por la Escolanía del Real Sitio se retiró a descansar en la Casa de Ejercicios, próxima a la Santa Cueva. Atrás quedaba una jornada, nunca mejor dicho,maratoniana. El Papa, procedente de Santiago de Compostela, había llegado en un avión de Iberia que tomó tierra en el aeropuerto de Asturias a las 13.30. Un helicóptero lo trasladó a Oviedo. En el campo de fútbol del Seminario lo recibieron las autoridades y una gran multitud de asturianos que le aplaudieron a su paso por las calles de la ciudad. Visitó la Cocina Económica, la Catedral y la Cámara Santa. Se tomó un pequeño descanso en la Casa Sacerdotal y de nuevo, después de comer, continuó con su visita. En el aeródromo de la Morgal esperaba al Santo Padre la mayor concentración de personas que jamás se  había celebrado en Asturias. Allí celebró la Eucaristía.
Tienen especial relieve las palabra de Juan Pablo II en su homilía. Propuso la creación de una nueva cultura del trabajo, alejándose de los dos sistemas predominantes en el mundo: el materialismo ateo y el neocapitalismo. Son palabras textuales suyas en las que denuncia:
La radical ambivalencia del proceso obtenido, donde el dominio cada vez mayor sobre las cosas va acompañado por la desorientación sobre el sentido de la vida del hombre, donde el gran desarrollo técnico del trabajo no consigue realizar los principios esenciales de dignidad y solidaridad, provocando consecuentemente una mayor masificación, desinterés y explotación, donde el hombre pasa de ser dominador de la naturaleza a ser su destructor.
Cuando el Papa terminó la celebración de la Santa Misa, sin papeles en la mano y de viva voz, dio las gracias a los presentes por su entusiasmada acogida personalizando en los obispos asturianos y demás autoridades. Fue uno de los momentos de gran tensión en la organización del viaje. El Santo Padre había llegado a la Morgal con 38 °C de temperatura. Dimos órdenes para poner en funcionamientoel plan B, que consistía en trasladar al Papa a Covadonga en automóvil, ya que el
helicóptero le agrava la dolencia. Lo recuerdo bien, el Padre Tuchi, hoy cardenal y entonces
organizador del Vaticano de los viajes del Pontífice, se me acerca y dice: “Cuando el Papa habla sin papeles es señal clara de que está bien. Volvamos al plan A, es decir, viaje en helicóptero”.
El día 21 amaneció en Covadonga un día esplendoroso, como lo había sido el día anterior. Un poco más tarde de las 8.30 de la mañana, después de recibir a los miembros del Patronato del Real Sitio, presididos por el príncipe don Felipe, el Santo Padre se acercó a la Gruta para rezar ante la Santina. No sabemos lo que allí ocurrió, lo cierto es que tuvieron que advertirle, después de 20 largos y silenciosos minutos, que había que cumplir el programa y continuar con el acto  siguiente.
Este momento está recogido en la fotografía, quizás más representativa de la visita, en la que el Santo Padre está de rodillas ante la Santina con la cabeza entre las manos
No es de extrañar que como cuentan las crónicas vaticanas, pasados unos años, en el transcurso de una de las visitas que por grupos hacen habitualmente los obispos cada cinco años, el grupo perteneciente a la Provincia Eclesiástica de Toledo le habló del santuario y la Virgen de Guadalupe y el Papa, quizás un poco distraído, volvió a incorporarse a la conversación y dijo: “Ah sí,  Covadonga, Covadonga...”.
Sin lugar a dudas que le traicionó el subconsciente. La visita a nuestra tierra, hasta tal punto le impactó, que al finalizar la visita a Asturias manifestó: “Esta tierra es la segunda más bella que he visto en mi vida”. En la explanada de la Basílica de Covadonga, a primeras horas de la mañana, se celebró la Eucaristía. La comisión organizadora del viaje habíamos recibido de los expertos la orden, por razones de seguridad y una mínima comodidad de los asistentes, de no permitir el acceso al acto de Covadonga a más de 6.000 personas. Los días anteriores al acto, una vez ya cubiertas todas las plazas, recibimos presiones de unos y otros que solicitaban credenciales de acceso a Covadonga. Lo cierto es que no hubo “reventa” porque nada se vendía, pero sí falsificación, porque al final en Covadonga asistieron unas 7.000 personas. La homilía del Papa fue especialmente cariñosa con la Santina y con los asturianos, haciendo los mayores elogios de Covadonga y su significado europeo. Como recoge textualmente la placa que transcribimos al principio, el Papa, no solamente manifiesta que Covadonga es referente para la identidad de España sino que también los es para la propia Europa. De algún modo podríamos decir que propone la internacionalización de Covadonga. Finalmente, antes de despedirse de Asturias y los asturianos, el Sumo Po ntífice subió a los lagos,
donde se retiró a descansar solo durante más de media hora en la orilla del lago Ercina. Si a la llegada al aeródromo de la Morgal la niña Ana G. Tresguerres le había entregado una montera picona, como signo identificativo de la región, en el incomparable marco de los lagos se le ofreció al Papa una prueba de la bebida asturiana. El Papa dijo que no bebía alcohol. Alguien un poco escondido en el grupo, por lo de la «mentirijilla» dijo:
“No tiene alcohol”. El Papa accedió a beber un “culete de sidra” y acto seguido dijo: “Tiene  alcohol”.
De nuevo en el Aeropuerto de Asturias, al caer la tarde del día 21 de agosto de 1989, despidió a Su Santidad en nombre de los españoles y asturianos, el entonces presidente del gobierno, don Felipe González. Mientras se perdía por el horizonte el DC-9 de la compañía Alitalia rumbo a Roma, todos los que habíamos tenido alguna responsabilidad en la organización del viaje papal respiramos con alivio hondamente. Nos sentimos satisfechos de haber participado en un evento que logró dar a conocer Asturias a través de las portadas de las principales cadenas mundiales de TV. Todos ya éramos conscientes de que en Covadonga iba a haber un antes y un después de la visita del Papa. Si a la visita de S. S. Juan Pablo II sumamos la pasión por el ciclismo televisado camino de los lagos, nos dará como resultado esa espectacular subida de visitantes que ya es anualmente millonaria.


 No es de extrañar que la muerte de Su Santidad se haya convertido en el mayor evento mediático que jamás se ha producido en torno a una sola persona. Para algunos este despliegue mundial no tenía fácil explicación; nosotros, que le seguimos paso a paso durante dos días, lo hemos entendido perfectamente. Su personalidad tenía algo que no solamente cautivaba a los jóvenes, sino a todo aquel que se acercaba a él.

Gracias, Juan Pablo II. Tu visita ha sido un regalo de lo alto, una bendición cargada de estímulo y aliento para los católicos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Asturias ha quedado en deuda contigo, tu paso por Covadonga sigue echándonos, aún hoy, una mano en el necesario y tan deseado despegue de nuestra maltrecha economía autonómica, que abre su esperanza a nuevos visitantes.

Ceferino Álvarez Bermúdez