COVADONGA
 

GONZALO DEL REY ALCALÁ

 

Gonzalo del Rey Alcalá falleció en Espiel (Córdoba) el día 11 de enero de 2008 a la edad de 78 años. Había sido ordenado sacerdote en la iglesia parroquial de La Felguera el día 14 de marzo de 1964, después de haber trabajado como minero durante unos años en la Cuenca Minera del Nalón.

 

Habiendo desempeñado el primer cargo pastoral como coadjutor de la parroquia de San Miguel de Lada, en 1966 se incorporó a la Diócesis de Córdoba donde ejerció variados y complicados servicios parroquiales, compaginando el servicio de ‘cura’ con la de profesor de Filosofía en distintos Institutos de Enseñanza.
En Cartas al Director del periódico de Los Pedroches, José I. Pérez Peinado escribió una hermosa semblanza de este hombre, ‘compañero del alma’ y de tantas veladas; de esta despedida destaco algunos párrafos que le presentan tal cual era para los que tuvimos la gracia de su compañía y amistad.
“Querido Gonzalo: has bañado nuestras vidas con la luz irrepetible de tu existencia ejemplar. El humanismo y la sencillez, el desprendimiento del dinero y de todo lo material, el trabajo incansable, el compañerismo y la continua disposición al servicio de quienes te necesitaban, el rigor en el cumplimiento de tus deberes, la paz que nunca perdiste ni en medio de las injusticias que soportaste y el continuo apoyo prestado a las causas más nobles han brotado de tu corazón con la misma naturalidad que brota el agua de la fuente.
Para los no creyentes queda tu hombría de bien con valores inconfundibles de incansable bondad. Para los creyentes dejas un testimonio de evangelio puro, muy por encima del cumplimiento de las leyes eclesiásticas y las exigencias de la mera obligación.
La Cuenca Minera de Asturias forjó tus ideales de solidaridad y comunión con los débiles de este mundo y el ingreso en el Seminario de Oviedo hizo que se reforzaran con el vigor de lo sobrenatural. El cáliz que te regalaron tus compañeros de la mina te trajo un mensaje inolvidable: no creían en la Iglesia, en general, pero creían en ti.
Aquí, como en Asturias, dejas tu sendero cuajado de amigos porque al cruzarte con la besana de nuestras vidas has sembrado el amor a manos llenas.”
¿Resta algo por decir? Esto es algo de lo que podemos decir nosotros, el resto es ‘palabra y obra’ de Dios.
Ceferino Alvarez Bermudez
Manuel Gómez Álvarez en el recuerdo
Manuel Gómez Álvarez falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo el día 26 de julio de 2008 a la edad de 68 años. Había nacido en Fresnedo, parroquia de Zardaín (Tineo), lugar de abiertos horizontes y fragosa superficie.
Ingresó en el Seminario de Covadonga, llegado de una ‘perdida’ aldea de las Asturias de occidente como muchos de nosotros, en plena niñez.
Después de doce años de formación y convivencia, se ordenó sacerdote en la parroquia de La Felguera el día 14 de marzo de 1964.
Comenzó a ejercer su dedicación pastoral en la parroquia de Trubia como coadjutor del venerable D. Amador; pasó luego al Oriente de Asturias, a parroquias de Peñamellera Alta, dando a continuación un salto al Occidente: parroquias de la Sierra de Lagos en Pola de Allande.
De aquí es llamado al Centro de Asturias y, en servicios sucesivos, es ‘cura’ en parroquias de Grado y Ribera de Arriba para finalizar su actividad pastoral, ya a edad madura, en la parroquia de juventud: Santa María de Trubia.
En octubre de 2007, por problemas de salud, se ve obligado a jubilarse de servicios parroquiales y pasa a residir en la Casa Sacerdotal de Oviedo. En esta ‘edad dorada’ se traza realizar, con esa disciplina propia de él, varios proyectos de descanso y de actividad posible.
Dispuso de escaso margen de tiempo para tantos planes, porque a principios de diciembre comienza su propio calvario de visitas a médicos, de pruebas en hospitales, de internamientos y de cirugías, de esperanzas en la superación del mal y de optimismo (¡ese optimismo que tanto le caracterizaba!) así como de rendiciones y acato paciente de la realidad que se imponía y así mantuvo el tipo hasta el fin de sus días.
Sirvan, como homenaje de cariño y amistad tantas veces manifestada, algunos párrafos de la homilía que pronunció D. José Manuel Fueyo, el párroco sucesor en Trubia en la emotiva misa de funeral que sus feligreses pidieron y compartieron con emoción.
“Amigo Manuel: todas estas personas que llenan hoy este templo de Trubia, tu primera y última parroquia como servidor del Evangelio, están aquí por ti; tú estás aquí; eres tú quien nos reúne una vez más. Sí, con frecuencia reunías a la gente, ésa era tu vocación: reunir, juntar para orar, reflexionar, agradecer y celebrar. Era tu vocación de sacerdote y tu gracia como persona: estar junto a los hermanos. No eras un ermitaño, sino un pastor de tu pueblo. Y aquí estamos para atestiguar que eras un buen pastor. Nos viene ahora a la memoria todo: tu manera de ser, de acogernos, , tu sonrisa, tu jovialidad, tu brío. Las circunstancias de nuestra vida, las alegras y las tristes, las habías compartido con nosotros y habías sembrado tantas cosas: palabras, silencios, presencias, plegarias, cercanías, apretones de manos, consejos…Tu cama de la Casa Sacerdotal y del Centro Médico han sido Cruz salvadora y tu dolor pasión redentora. Ojalá desde esa misma fe seamos capaces de luchar con todas nuestras fuerzas a favor de la vida y el bien, en contra del dolor y del sufrimiento. Ojalá nos esforcemos en no ser una cruz para los que nos rodean. Ojalá seamos consuelo y ánimo de los que padecen y que sepamos agradecer y valorar, como don precioso, la ofrenda en la cruz de quienes sufren.”
La muerte de Gómez nos dejó un trocín de corazón vacío de vida. ¿Con quién vamos ahora a repetir algunos de los chascarrillos que a él tanto le gustaba repetir y tanto reía?.

Ceferino Alvarez Bermudez