COVADONGA
 

MISA CENTENARIO EN COVADONGA. José Antonio Olivar

Después de escuchar el vídeo en diferido que emitió la RTPA el día 25 de diciembre hacia las 13 horas con la llamada Misa-Centenario de Covadonga, me quedé tranquilo el comprobar que se trataba de una retransmisión en forma de concierto y no de celebración litúrgica, o sea, no de misa cantada con oficiantes. De haber sido así, el acto se parecería más a un despropósito litúrgico que a otra cosa. Lo digo porque los cantos llamados 'del común' (Kyries, Gloria, Sanctus, Benedictus y Agnus) estaban en latín y los textos ¡del propio’ (Entrada, Ofertorio, Comunión y Despedida), fueron en castellano y versificados por José Antonio Olivar, el periodista y poeta llastrín que tiene muy buena mano para estos menesteres. La música se escribió para que no cantase nada la asamblea, el pueblo fiel, sólo “especialistas” musicales. O sea, una “Misa Concierto”, algo que el Directorio Litúrgico-Pastoral del Concilio Vaticano II intentó e intenta siempre evitar. El elenco musical restante era diverso. La solista Tina Gutiérrez, el coro de Escolanos del Santuario (cuya vocalización no facilitaba el entendimiento del texto cantado), una mini orquesta de cuerda dirigida por el ruso muy afincado en Asturias, Yuri Nashuskin y al órgano portátil, el compositor de la partitura general, Guillermo Martínez. A medida que avanzaban los números y se iban pasando páginas, mi interés musical decaía de forma inevitable. La principal razón estaba en directa relación con el tipo de música que iba surgiendo y que mostraba un parecido mayor a un musical Disney formado de líneas melódicas convencionales sin una clara identidad autóctona. Sí se echó mano del tópico melódico ("La Virgen de Covadonga") en la intervención de una violinista en un sólo llamado ‘de Consagración’ y cuyas glosas sonoras dejaban bastante que desear en cuanto a inventiva creativa. Hubo una nueva alusión al tópico musical al llegar al texto final de despedida de la misa. Se trató de los primeros acordes del Himno oficial de Busca y Sagastizábal, que se fueron diluyendo para coger nuevos derroteros musicales e intentar concluir con un cierto "arreón" de la orquesta de cuerda que presagiaba el cierre final. En fin, yo esperaba mucho más, pues esta efeméride única planificada para el próximo año, bien merecía otro tipo de tratamiento en este terreno tan cercano al corazón como es el de la música. Me sorprendió bastante un escrito en prensa del Sr Arzobispo titulado ‘Tarde de concierto en Covadonga’. En él habla de “una puesta de largo memorable, llena de belleza, de unción, de hondura…” (¿?) Ahora yo me hago estas ingenuas preguntas: La iniciativa de esta idea musical ¿se origina en el propio Santuario o fuera del mismo? ¿Es esta muestra sonora ya la definitiva? ¿Se supone que el próximo año sonara urbi et orbi en los días de la solemne celebración? ¿Se trata con esto más bien de un ensayo, de una prueba aunque ya esté grabado el disco, editado y disponible a la venta? Los asesores musicales y litúrgicos del arzobispado ovetense ¿han dado su placet al invento o están a la espera de decisiones? No vendría mal alguna respuesta al respecto.

Fernando Menéndez Viejo