COVADONGA
 

0.2 Arzobizpo Osoro
En Covadonga: un encuentro excepcional
Cuánto se ha escrito, versificado, narrado y cantado sobre la Madre de Jesús! De Jacopone a Péguy,a Claudel y Eliot; de Dante a Lope de Vega, a Bernanosy a Hopkins; de Tetrarca a Turoldo. Por otra parteestán los santos como San Buenaventura, San Bernardo,San Bernardino. Y junto a todo esto estáCovadonga. Recuerdo que San Ignacio de Loyola oían las flores el murmullo del Creador; San Juan dela Cruz sentía las montañas, los valles solitarios, las ínsulas extrañas, el silbo de los vientos, el espejo de una fuente como si fueran cristales donde reverbera el Amado. ¿Qué sucede en Covadonga? ¿Qué latidos provoca? ¿Qué razones comienzan? ¿Qué trama construye la vida? En Covadonga, el poema, la narración, el escrito,  la composición musical, todo está dicho y todo se escucha en lo más hondo del alma.
Y es que, como decía, antes es territorio del alma o del espíritu. En Covadonga volvió a surgir una pasión por anunciar a Jesucristo, como el Camino único que tiene el ser humano para situarse como hermano y servidor de los demás. La misión, el “id por el mundo y anunciad el Evangelio”, tuvo audición especial en Covadonga de la mano de la Santina. Somos herederos de esta pasión y de esta misión. Hablar de Covadonga es describir un “lugar de experiencia”, un “territorio especial”, una “experiencia fontal”; quizá la expresión que mejor convenga para Covadonga es decir que es “un territorio donde la presencia de la Virgen María es tan singular, que el ser humano siente que en la vida hay que poner ese alma o espíritu que lo invade y penetra todo. Sin ese espíritu, todo es un sin sentido”. Esa percepción de lo que es el ser humano y la vida misma la tenemos de una  manera excepcional en Covadonga, junto a la Santina. Por eso escribir estas páginas para vosotros, en el primer número de la revista que sale de vuestra asociación, no sólo no me cuesta nada, sino que es un deber responder a quienes desean colaborar en seguir entregando lo más sagrado que en  Covadonga comenzó a darse desde el siglo VIII: una manera de entender la vida humana que es la que nos describe Jesucristo y que la Santina, como Madre que está siempre al lado de sus hijos, nos presenta en sus brazos. María se hizo presente entre aquel grupo de cristianos y les acompañó desde el comienzo de aquella experiencia de oscuridad que amenazaba la vida, como era no saber de uno mismo, para entregar a tantos hombres y mujeres la experiencia que funda la vida en la claridad más grande, como es acoger en la vida a Jesucristo, como Camino, Verdad y Vida. Covadonga, territorio para experimentar, que sin alma y sin espíritu, todo es vacío.
En este santuario mariano de Covadonga, singular por su estructura, ya que es todo un conjunto, se fraguaron y se forjaron acontecimientos singulares. Todos los factores que en Covadonga se encuentran, tejen un tapiz envolvente de grandes significados, donde el centro de todos ellos se encuentra en la Santa Cueva, donde la presencia de la Santina, Madre de Dios y nuestra, tiene una fuerza especial que hace que todo el entorno se impregne de una fuerza que abre el espíritu a la presencia de Dios. Es muy normal que en Covadonga las palabras de la Virgen María,
“hágase en mí según tu Palabra”, suenen y cojan tal armonía, que penetren la existencia humana y nos hagan decir a  todos los que allí acudimos también un sí a Dios de confianza para que sea Él quien dirija nuestra vida. Covadonga es un acontecimiento. Muy a menudo, cuando he tenido que hablar de la fe, dije que era un acontecimiento. Y es cierto, es ese acontecimiento en el que consiento que entre Dios en mi vida con todas las consecuencias y que comience a vivir desde razones mucho más hondas y fuertes que las que nacen de mí mismo o de otros como yo, pues son las razones de Dios las que determi an mi vida. En Covadonga es posible la experiencia de fe, porque este lugar es un acontecimiento por la presencia singular de la Virgen María, en él Ella nos remite a su Hijo y nos hace ver la hondura y el valor de la vida desde Dios mismo. Desde hace más de 1.330 años, es Covadonga morada de nuestra Madre.
Con gran afecto, os bendigo.


D. Carlos Osoro. Arzobispo de Oviedo.