COVADONGA
 

JOSE VICENTE ORDOÑEZ NORIEGA


Tratando de vivir el ahora, comencemos su historia por el final: era el día 21 de Marzo del 2013; una llamada a hora intempestiva augura noticias dolorosas que corren veloces. Nuestro compañero y amigo había fallecido aquella noche; emprendió el viaje en el que, como meta siempre reconoció unos brazos de Padre, como brújula tenía la Biblia y como compañero al Señor Jesús. Una vez más, y ya son muchas, las maletas se hicieron a toda prisa, o mejor dicho, tomó vuelo con lo puesto y las manos sobre el corazón.
A decir verdad, los preparativos para esta aventura ya comenzaron setenta y dos años antes: era el 15- 01- 41 cuando en La Vega de Tresali el matrimonio formado por Vicente y Marina recibía al segundo de sus tres hijos; poco después vinieron a residir al barrio La Turrá de Nava donde creció, como sabemos por propia experiencia, con las limitaciones de los años de la posguerra, que nos hacían o “espabilar” o acobardar.
NACIDO PARA ALABAR A DIOS; los sobresalientes en griego sabréis decirlo con una sola palabra y quedaría muy elegante. Sí: toda su vida fue un canto al Señor. A los diez años loaba a “la Reina de nuestra Montaña” en la Escolanía de Covadonga y al año siguiente entraba en el Seminario, donde, durante seis años, con clase diaria de música, más los ensayos y oración litúrgica, la alabanza a Dios era tanto o más que el pan nuestro de cada día. Como buen estudiante mereció el sobrenombre de “Cicerón”, acaso invención de D. Oscar.
Su relación con la música continúa como creador, director y mantenedor de por vida del coro “Allegro”, en el que las voces navetas recreaban las maravillas de la creación y agradecían al Dios de la misericordia la presencia de su Hijo y del Espíritu en los días festivos. Su constante colaboración parroquial ensayando cantos a los niños, ofreciendo su fuerte voz en las celebraciones y haciendo vibrar nuestros ánimos al unísono con el órgano, que cuidaba con especial esmero, fue un regalo incalculable para esta comunidad.
En ese disfrute musical se gestó el largo noviazgo que culminó en su matrimonio con Rosaura Cueto Fernández en el año -83; evento que festejaba año tras año con su peregrinación agradecida a la Santina de Covadonga. A su esposa, que vive con entereza ejemplar y cristiana este trance doloroso, la felicitamos por los años vividos con él y, cercanos, sentimos con ella la desdicha con que se vive la muerte de quienes amamos.
Su vida laboral, tras breve tiempo dando clases en una academia y otros trabajos, se estabilizó definitivamente en la Mutua de Seguros Madín, ahora Ibermutua, jubilándose en el 2004. Disfrutó estos nueve años continuando su servicio a la parroquia, al Club Europa de Nava, del que fue presidente durante veinte años, a la vida familiar con exquisita atención a su esposa y largos años a sus ”mamás”, con el trato siempre afectuoso y provocador con sus amigos y vecinos, pero cuidadoso y lejano de todo juicio o comentario inútil. Disfrutando, cómo no, de una entusiasta degustación del ocio por las sidrerías y cafeterías navetas.
Su caminar erguido y acompasado rememoraba el “paso alegre de la paz” al son marcial de los altavoces en la clase de educación física del Seminario o el militar en El Milán, cuando, siendo cabo encargado del botiquín, llegaba sangrante y buscando una baja, su antiguo compañero J. L.G. Nuevo, y él, el cabo, increpaba: ¡soldado, erguido, esto se arregla con un esparadrapo! Pero uno y otro no pudieron disimular las heridas sufridas en las batallas de la vida….
Estremecida “la Villa de la sidra”, solo tenía palabras de elogio: “entusiasta con las cosas de Nava”, “educado y ordenado”, “bellísima persona que estaba en todo”, “servicial y disponible”, “amigo, festivo y digno de admiración”, “humilde y discreto”, “cariñoso, creyente y de trato cordial”, “suyo fue el Europa, el Allegro, la iglesia y la sidra”. Resumido con palabras de su esposa, bañadas en lágrimas: “muy bueno y muy entregado a los demás”.
Te rendimos un cálido y sentido homenaje, mejor, se lo rendimos a Dios por habernos prestado tu vida el tiempo que consideró suficiente; en él se vieron tus muchos amigos, te acompañaron las voces que tu querías y los sones del órgano que tu dejaste mudo, animados tímidamente por tu, nuestro, compañero y creador musical F.M. Viejo.


DESCANSA EN PAZ. HASTA NUESTRO ENCUENTRO PASCUAL.


Angel Solís A.