COVADONGA
 

Significado  de Covadonga
Gabino Díaz Merchán.Arzobispo Emérito de Oviedo

El Santuario de Covadonga, situado a la entrada a los Picos de Europa, es uno de los lugares más emblemáticos de Asturias. Visitar el Principado y no acercarse a Covadonga es considerado un fallo fenomenal de quien desea conocer nuestra tierra y sus valores culturales básicos. No hay en esto discrepancia alguna entre los asturianos: “Covadonga es un sitio muy especial, que habla a lo profundo de su ser y cuyo recuerdo siempre conmueve, aunque uno viva muy lejos de Asturias”.
Basílica y Cruz de Priena
Pero, ¿en qué consiste el atractivo de Covadonga para los asturianos? ¿Qué clase de valores encierra este bello lugar donde la imagen de la Santina es venerada en la Santa Cueva? ¿Qué ha sido Covadonga a lo largo de la historia y qué es ahora, en nuestros días, para los millones de visitantes que cada año visitan y rezan a la Santina, o que simplemente se detienen en el Santuario a su paso hacia los Lagos o de regreso de ellos? ¿Qué está llamada a ser Covadonga en el futuro?
Estas preguntas merecerían un análisis más amplio y detenido del que yo puedo hacer en este escrito. Me propongo únicamente estimular y reflexionar sobre este tema, tan importante para el presente y futuro de nuestro Santuario. Para lograr mi propósito he de recordar algunas cosas ya muy conocidas de todos, y sugeriré posibles caminos para una reflexión más profunda y completa, que podrían llevar a cabo otras personas interesadas en este tema.
Covadonga hunde sus raíces en lo profundo del alma de los asturianos sin distinción. Descubrir esta realidad de profundo calado humano es una tarea necesaria para evitar su devaluación en el curso de la presente transformación social. La vida actual nos somete a cambios incesantes con velocidad de vértigo, nos sumerge en un mar de fugaces impresiones y nuevas ideas con tal celeridad, que resulta imposible discernirlas y asimilarlas con detenimiento. Las palabras y las realidades más familiares se desgastan, cambian su significado y modifican constantemente los valores, que fundamentan nuestra propia cultura, sin que apenas nos demos cuenta. Este fenómeno de cambio —profundo y acelerado— afecta de lleno a las realidades y valores cristianos que configuraron nuestra vida de creyentes. La falta de discernimiento explicaría por sí sola en gran medida la crisis de fe que muchos padecen. Pero es que, además, la fe cristiana ha de iluminar las nuevas realidades, que aparecen en nuestra vida y hacerlas fermentar con el Evangelio, para poder vivir como hijos de Dios y discípulos de Cristo. La luz de la fe cristiana, como lo avala la experiencia histórica del cristianismo, es capaz de iluminar todas las culturas y las situaciones más diversas de los pueblos en fecundo diálogo con ellos. Las realidades humanas siempre ofrecen elementos abiertos a la trascendencia y por ello, el Evangelio puede encontrar siempre una tierra apta para arraigar y dar fruto.
,  El Santuario Real de Covadonga
El origen de la devoción a la Virgen de Covadonga se remonta por lo menos hasta el siglo VIII, en que don Pelayo, invocando a la Virgen en la Santa Cueva, mantuvo victorioso una lucha a muerte con un ejército de los invasores musulmanes. Aunque los datos de esta batalla (aprox. 718) no puedan describirse con precisión documental, parece bien probado que el puñado de cristianos que luchó en aquella batalla se consideró sostenido por la devoción a la Virgen María. Desde  entonces, una imagen de María es venerada en la Cueva, y Covadonga es considerada reino asturiano. Hay noticias muy cercanas a la batalla de Covadonga que hablan ya del culto a la Santina en un rústico templo, dentro de la misma Cueva, y de unos monjes, probablemente de la familia benedictina, consagrados al culto de Nuestra Señora en un humilde Claustro situado al pie del monte Auseva. La Cueva es panteón de don Pelayo y del Rey Alfonso I, el Católico, y lugar protegido por un Patronato Real, como lugar representativo de la restauración de la nación española. Fernando III, el Santo, confirmó y amplió los privilegios otorgados a Covadonga por sus antecesores, y lo mismo hicieron su hijo, Alfonso X, el Sabio, y sus sucesores. El Santuario primitivo “en el siglo XIV era regido por un Colegio de Canónicos Regulares de San Agustín bajo la dependencia de los obispos ovetenses, según el libro Becerro del famoso Prelado D. Gutierre (1383)(1)”. En el siglo XVI, reinando Felipe II y siendo Obispo don Diego Aponte de Quiñones, el claustro primitivo fue sustituido por la Colegiata, dedicada a San Fernando, y se facilitó el acceso a la Cueva desde ella por la escalera de piedra, que aún se conserva. Hacia 1635, con el apoyo de Felipe IV, se creó un Colegio de Canónigos Seculares y se renovó el Patronato Real de Covadonga, que tenía derecho de presentación de los beneficios eclesiásticos para el culto. La concurrencia de fieles para venerar la imagen de la Santina no debió ser muy numerosa en aquel tiempo, salvo en los días en torno a la fiesta de la Santina. El acceso a Covadonga era difícil y penoso para todos, incluso para los canónigos que solían vivir durante el año en la parroquia cercana de La Riera.
La fama del Santuario de Covadonga creció paradójicamente en toda España con ocasión del devastador incendio de 1777, que destruyó la rústica capilla de la Cueva y hasta la primitiva imagen de la Virgen. El obispo don Agustín González Pisador, el Rey Carlos III, presidente del Patronato Real, el Principado de Asturias y los próceres asturianos con el apoyo popular, se sintieron en el deber de reconstruir el Santuario con la magnificencia que requería su simbólica importancia. El arquitecto Ventura Rodríguez desarrolló un grandioso proyecto de un imponente templo, que se había de levantar delante de la Cueva e inmediato a ella. Muy pronto se dio  comienzo a la ejecución de este proyecto, asentando sus sólidos cimientos al pie de la Cueva, pero afortunadamente se desistió de llevarlo a término por su elevado coste y porque en opinión de muchos rompía la brava naturaleza del santo lugar.
Hubo de esperar Covadonga hasta el siglo XIX, para que se iniciara y se llevara a término la actual Basílica en el monte Cueto, (concebida por Frassinelli y acabada por el arquitecto Aparici), que consagró el Obispo asturiano Ramón Martínez Vigil, en los días 7 y 8 de diciembre de 1901. Este emplazamiento respetaba la naturaleza donde se emplaza la Cueva y la Colegiata de San Fernando, a una conveniente distancia y visiblemente relacionado con ambas. En los primeros años del siglo XX fue canónigo de Covadonga San Pedro Poveda Castroverde (1906-1913), que en el recogimiento del Santuario y al calor de la Virgen María, concibió su genial obra, La Institución Teresiana, que había de dar tantos frutos en la formación de la juventud en todo el mundo.
En 1918 la Santina fue coronada canónicamente siendo obispo de Oviedo Francisco Baztán y Urniza. Aquella coronación dejaría un reguero de luz mariana proyectada sobre toda España y sobre el mundo de Hispanoamérica. Don Francisco Javier Lauzurica y Torralba, primer arzobispo de Oviedo, restauró y mejoró los edificios, y promovió la Escolanía, el Seminario y la Casa de Ejercicios, emplazada en la Colegiata de San Fernando. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX el Santuario de Covadonga ha sido un semillero de cristianos y de sacerdotes, que allí recibieron formación apostólica y templaron su fe en el Seminario, en la Casa de Ejercicios y en las actividades pastorales del Santuario.
El Cardenal Roncalli (futuro Juan XXIII) visitó Covadonga poco antes de ser elegido Papa. Y de manera especial recordamos la visita de Juan Pablo II, que los días 20 y 21 de agosto de 1989 visitó el S  antuario dejándonos un recuerdo entrañable e inolvidable de su paso. Desde aquel día, el Papa Wojtyla siempre que oía hablar de Asturias musitaba con fervor: ¡Covadonga!(2) .
Turismo y piedad
Aspecto muy característico de la actual cultura es sin duda el turismo, que al promover visitas al macizo montañoso de los Picos de Europa y a los Concejos asturianos cercanos, no puede prescindir de la visita al Santuario de Covadonga. Los turistas se mezclan con los peregrinos,
Los intereses de promoción del oriente asturiano con el interés religioso de los visitantes, que en su mayoría acuden a rezar a los pies de la Santina movidos por su devoción. En la práctica es imposible discernir las motivaciones de los visitantes. A veces Dios mueve los corazones a la conversión y a la renovación de la fe, por intercesión de la Santina, cuando menos lo espera el que se acerca a su Santuario. Otras veces el paso de los turistas no parece dejar huella alguna religiosa en los visitantes. Al tomar las medidas necesarias para que el magno crecimiento de las visitas en el presente pueda desenvolverse satisfactoriamente, parece obligado tener en cuenta la naturaleza religiosa del Santuario, de suerte que, respetando siempre la libertad de los visitantes, se les ofrezca con nitidez un espacio apropiado para el recogimiento y la vivencia del sentido religioso mariano, que constituye la identidad fundamental de este santo recinto.
Varias expresiones religiosas
El significado estrictamente religioso de Covadonga está abierto a toda clase de devotos de la Virgen María, a cristianos de las más diversas culturas, edades, y situaciones. El pueblo cristiano, procedente  de todas las regiones asturianas, asiste en gran número con gozo a los actos litúrgicos, muchos aprovechan la visita para acercarse al sacramento de la penitencia y las parroquias colaboran todos los años promoviendo en sus comunidades la visita piadosa a la Santa Cueva y participando en las fiestas litúrgicas más señaladas, especialmente en la novena de septiembre.
Al mismo tiempo, sin organización alguna, la religiosidad popular se expresa en Covadonga con signos evidentes de espontaneidad y viveza. En tiempos en los que se está produciendo el oscurecimiento de la fe de no pocos cristianos, esta manifestación religiosa, espontánea y viva, puede tener mucha importancia de cara al futuro para reavivar la experiencia religiosa al calor del amor a la Virgen María. La acogida de la imagen de la Virgen cuando ha visitado las zonas asturianas con motivo del Año Mariano, tuvo manifestaciones muy emotivas, que hicieron renacer la fe personal en muchos cristianos dormidos o sumergidos en la indife-rencia. María evoca y provoca la fe. Lleva a Jesús resucitado, vivo y operante en la Iglesia.
Interpretación de Covadonga
Covadonga es, sin duda, un referente cultural rico en significados. El consenso de considerar este lugar asturiano como un elemento integrante de los valores de la asturianía, aceptado por todos, es prueba inequívoca de sus varias interpretaciones posibles, no siempre excluyentes entre sí. Pero esta misma variedad de significados obliga a la Iglesia de Asturias a tutelar con el mayor discernimiento posible su valor religioso.
Proteger Covadonga de otras apropiaciones
Covadonga puede ser —y de hecho ha sido— expresión de sentimientos de identidad regional, bandera de movimientos culturales y recurso de estímulo para algunos partidos políticos (normalmente conservadores), con la finalidad de afianzar el arraigo a opciones culturales o de restaurar antiguas formas políticas cristianas bajo el manto de la Santina, como en otras épocas de la historia. En el siglo XIX y XX hubo asociaciones de carácter nacional que, con distintos matices, quisieron amparar su causa con la apelación religiosa de Covadonga. La pastoral diocesana estuvo atenta durante la última transición política española, para evitar esta indebida apropiación. En algunos otros casos Covadonga quiso ser instrumentalizada para presionar sobre reivindicaciones laborales. Con ocasión de las fiestas religiosas se colgaron pancartas y se manifestaron piquetes informativos, invadiendo el recinto y hasta las celebraciones religiosas. Este medio de presión hiere los sentimientos de todos los amantes del Santuario y, desde luego, no es apropiado para este fin, aunque se pretenda reivindicar derechos o se denuncien abusos.
Porque estas reivindicaciones han de resolverse en otras instancias, cuando hay libertad para hacerlo en la sociedad democrática. Creo que las apropiaciones indebidas son rechazadas hoy por la mayoría de los ciudadanos, que consideran al Santuario de Covadonga como un lugar sagrado que ha de protegerse en su propia identidad religiosa. No obstante, este abuso puede ser recurrente en el futuro y será necesario mantenerse vigilantes para que el Santuario mantenga su significado religioso propio y no perjudique a la devoción mariana del pueblo cristiano en el futuro.
con la ayuda de María
La nueva evangelización
La identidad religiosa de Covadonga adquirió una valiosa clarificación con las palabras del Papa Juan Pablo II en su histórica visita al Santuario en agosto de 1989. El Santo Padre alentó a los asturianos a promover la devoción a la Santina, para renovar las raíces religiosas de nuestro pueblo. Subrayó la importancia de la Virgen María, Madre de la Iglesia, para renovar la fe cristiana bajo su guía y protección. Orientó a los cristianos a hacerse presentes en  la sociedad para ser un fermento evangelizador. Impulsaba así una pastoral de nueva evangelización, necesaria especialmente en las Iglesias de antigua cristiandad.
Entre otras cosas el Papa nos dijo: El Santuario mariano es testigo de la fe de María y del pueblo cristiano María es la que ha creído.Es la creyente por excelencia… Los Santuarios marianos dan testimonio eficaz de este hecho. Y lo da también el Santuario de Covadonga. La Cueva de Nuestra Señora y el Santuario que el pueblo fiel ha consagrado a esta imagen “pequeñina y galana”, con el Niño en brazos y en su mano derecha una flor de oro, son un monumento de la fe del pueblo de Asturias y de España entera. La presencia de la Madre de Dios, vigilante y solícita en este lugar, realiza idealmente una unión sensible entre la primera comunidad apostólica de Pentecostés y la  Iglesia establecida en esta tierra. Allí y aquí la presencia de María sigue siendo garantía de una auténtica fe católica y de una genuina esperanza nunca perdida(3).
Renovación de Asturias por María
Por eso, si queréis construir una Asturias más unida y solidaria no podéis prescindir de esa nueva vida, fuente de espiritual energía, que hace más de doce siglos brotó en estas montañas a impulsos de la Cruz de Cristo y de la presencia materna de María. La Virgen María, podemos decir, no es sólo la “que ha creído” sino la Madre de los creyentes, la Estrella de la evangelización que se ha irradiado en estas tierras y desde aquí, con sus hijos, misioneros y misioneras, ha llegado al mundo entero(
Nacimiento en la Iglesia por el Espiritu Santo
Aquí, en el Santuario mariano de Covadonga, el pueblo que habita en la península ibérica, y en particular en la tierra de Asturias, percibe de una manera especial su nacimiento por obra del Espíritu Santo. Porque Covadonga es seno maternal y cuna de la fe y de la vida cristiana para la Iglesia que vive en Asturias. Y María es imagen y Madre de la Iglesia y de cada comunidad  cristiana que escucha la palabra, celebra los sacramentos y vive en la caridad, construyendo una sociedad más fraternal y solidaria.(
Las palabras del Papa orientan a la reflexión sobre el valor específicamente cristiano de Covadonga. Se trata de tener siempre presente lo que representa la devoción a María en la Iglesia y el tesoro de gracias que supone esta devoción para los asturianos. María nos conduce siempre a Jesús. Tener devoción a María es la puerta más fácil para entrar en una relación de fe sólida con su Hijo, Jesucristo, el Hijo de Dios, nuestro Salvador. Por María y con su ayuda podemos comprometernos.
En la carta pastoral del Año Mariano 2001 los obispos de Asturias expusimos lo que aporta María para actualizar la fe en las circunstancias concretas de nuestra vida. El estilo de María es el de una religión estrechamente ligada a la vida, al amor fraterno, al servicio humilde de los hermanos más pobres y necesitados(6).
La nueva evangelización exige esfuerzo, conversión personal, nuevas formas de comunión solidaria, apertura a todos y fidelidad a la Palabra de Dios. Este fue el propósito del Año Mariano celebrado en Asturias con motivo del primer centenario de la consagración de la Basílica de Covadonga(7).
Promover la nueva evangelización
En el Santuario de Covadonga los cristianos estamos invitados a profundizar en la verdadera
devoción a María y orientar nuestro camino por la nueva evangelización. Consolidando con la ayuda maternal de María nuestra fe en Cristo podremos orientar nuestro apostolado en el camino de la nueva evangelización. Covadonga es un faro potente que ilumina el futuro de los cristianos cuando acudimos a encontrarnos con María en su Santuario. La transformación profunda de la sociedad operada en nuestros días hace necesaria la nueva evangelización, especialmente en los pueblos de antigua cristiandad. Un mismo Evangelio, el de siempre, ha de iluminar al hombre en la concreta situación en la que vive. En sus éxitos y en sus fracasos, en su búsqueda de la verdad del hombre y de su destino eterno, del amor de Dios que se manifiesta también en nuestro mundo, a pesar de sus luces y sombras. La evangelización es una tarea que Cristo encomendó a la Iglesia para que la llevara a cabo a lo largo de los siglos, hasta que Él vuelva a instaurar el reino de Dios. No podemos olvidar este mandato, o pensar que hoy es imposible realizarlo. La nueva evangelización no consiste en reproducir las fórmulas antiguas de relación de los cristianos con la sociedad. La nueva evangelización es, por esencia, innovadora, porque se establece en diálogo con todas las culturas vigentes. Es, además, una oferta hecha en nombre de Dios, pero no una imposición. Respeta la libertad de la respuesta de cada persona. Es una propuesta de salvación para el que la acoge con fe. Es un enriquecimiento de los valores auténticos de la persona que ayuda a descubrir en profundidad la riqueza y la dignidad que todo ser humano tiene. Por ello, la evangelización tiene futuro y su realización depende no sólo de la gracia de Dios –siempre necesaria— sino también de la responsable participación de los cristianos en cada momento de la historia.
La reflexión sobre Covadonga nos conduce,- como ya hemos dicho, a valorar este Santuario desde muy variadas perspectivas. Cuantos allí acudimos nos sentimos movidos por una fuerza interior, a veces indefinible, pero los cristianos no podemos dejar de subrayar y de vivir en profundidad los valores religiosos que son básicos para comprender lo que es Covadonga y la responsabilidad apostólica, que hemos de fomentar los católicos asturianos para que el Santuario de Covadonga sea en verdad casa de María e imán de nuestros corazones, atraídos por el amor de la Madre del cielo(9).