12 VILLANCICOS ASTURIANOS La posibilidad de escuchar hoy en concierto estos villancicos es el resultado de una vieja amistad entre sus autores, el de los textos, José Antonio Olivar –natural de Lastres- y el de la música, Fernando M. Viejo, -natural de Oviedo-. Olivar conoce bien Asturias y los entresijos del alma de los asturianos, algo que deja claro en los textos de estos villancicos. Aunque las temáticas son originales, se puede descubrir en ellas un arraigado concepto de tradicionalidad. A través de una versificación en su mayoría octosilábica, con un perfecto dominio de la asonancia entre los versos, utilizando multitud de figuras literarias (metáforas, hipérboles, antítesis, comparaciones, personificaciones, etc.) y en un asturiano perfectamente comprensible, los textos van recorriendo la geografía asturiana de oriente a occidente y de norte a sur, con alusiones expresas a localidades concretas (Unquera, Llanes, Covadonga, Ribadesella, Lastres, Colunga, Pajares, Lena, Luarca, el Pontón, la Espina…), a lugares emblemáticos de nuestra montaña (Puertu de Payares, el Sueve, el Fitu, Picos de Europa, Mirador de Ordiales, Peña Santa, los Lagos Enol y Ercina…), o a comarcas como la Cuenca Minera, la zona vaqueira, el puerto de mar, etc. Tampoco faltan las alusiones tanto a figuras religiosas de especial relieve regional (la Santina, San Pedro), como a alguna figura mitológica -la xana-, a nuestro instrumentario musical -gaita, pandero- o a algunos de los alimentos básicos más populares -manteca, pan, queso, boroña-… En definitiva, todo un conjunto de situaciones y de relevantes contrastes perfectamente armonizados y ambientados en su oportuno contexto narrativo, donde cada poema se envuelve en una familiar atmósfera de ternura, de intimidad navideña y hasta de esa ironía tan propia del carácter astur, como es el caso del villancico “Covadonga” (“Pudo haber sío Covadonga / el sitiu’n que Dios nació / y si nun lo fue sería / porque nun se-y ocurrió”. Y concluye: “Si aquí hubiere Dios nacío / y non onde un día nació, / tal vez xamás y pasara / lo q’un día-y sucedió”). O en el titulado “Aquella divina estrella” (“… que en Navidá rellucía / nun ye otra que la estrella / que a los asturianos guía”), y en este mismo poema, aludiendo al brillo de la estrella, concluye: “y el so brillu ye hoy el mesmu / que’l brillu de la Santina / que por algo Asturias ye , con el doble sentido que puede encerrar este verso conclusivo. También hay que destacar el tratamiento oportuno y acertado de los textos en “Navidá marinera”, en la añada “Dexáilu dormir” o en “Qué pensaría la mula”, villancico éste en el que se tiene en cuenta a las dos figuras imprescindibles en todos los belenes, la mula y el buey, animales navideños que, no hace mucho, han sido objeto de polémica al dudar de su presencia en el pesebre, pero a los que Olivar dedica un ocurrente y simpático texto. Y poner de relieve, finalmente, el hecho de haber aludido a una temática poco tratada en los repertorios de los cancioneros navideños populares como es la fiesta de fin de año, donde el autor alude en las estrofas al símil de los vagones como los años que pasan y al de la estación final a la que nos conduce ese tren en el que ya no hay viaje de vuelta. Esta primorosa y sencilla manera de abordar la presente temática navideña por parte de Olivar, encandiló, del primero al último verso, al músico asturiano Fernando Menéndez Viejo, que intentó revestir de frescura y sabor asturianos la música de estos doce villancicos cuyos textos completos se adjuntan aquí y algunos de ellos se ofrecen en versión polifónica a cuatro voces mixtas a capella.