MUJERES BÍBLICAS REBELDES. (1ª PARTE) (Manuel Suárez)
Manuel Suárez González
Introducción
Las mujeres en la Biblia: son todas rebeldes y luchadoras contra leyes divinas o humanas que las marginan, las maltratan, las lapidan, las hacen de menos o las culpabilizan sin razón. Desde Eva hasta María, madre de Jesús, todas de una u otra manera se rebelan, no aceptan ni cumplen unas leyes que suelen ser machistas, patriarcales y falócratas. La Biblia no hace excepción alguna. De aquellas nombradas, que cuenta algún suceso o actividad, todas fueron rebeldes. Cuando el texto bíblico, sin duda escrito por hombres, las critica, acusa o vitupera, en el fondo, sin pretenderlo, las honra, las enaltece, porque fueron personajes que se adelantaron en muchos siglos a lo que hoy es admitido por cualquier mente normal y sana: todos los humanos somos iguales, seamos varones o hembras (“varonas”, como la Biblia denomina a Eva).
Se adelantaron en siglos a quienes defienden y practican la igualdad de derechos y deberes entre ambos sexos. Es tal la aversión de los autores bíblicos contra la mujer que, cuando en contadísimos casos alaban la conducta de alguna, en el fondo la critican. Pues bien, en ese menosprecio de la mujer en los textos bíblicos está su grandeza. La insumisión, la rebeldía, la oposición a leyes y mandatos absurdos contra la mujer, son las aportaciones importantes para la historia de la humanidad. Y la lucha continúa.
La humanidad ha tenido que esperar al siglo XXI para que se fueran reconociendo, al menos sobre el papel de los códigos y reglamentaciones, lo que las mujeres han tenido claro desde tiempos inmemoriales. La Biblia, reprochándolas, ha dejado un testimonio, que en la actualidad nos parece admirable, de lo que ha sido la mujer en la historia del pueblo de Israel.
Es evidente que todo escritor o comentarista tiene predilección y, en consecuencia, nunca es imparcial del todo. No niego que me cae mejor una mujer como Agar, perseguida por leyes o comportamientos patriarcales, que Sara, pues ésta ideó y consumó el destierro de Agar y de su hijo para que murieran desterrados en el desierto. En este sentido (pese a los designios inescrutables de Dios), Sara es mucho más perversa y transgresora que Agar. Lo mismo cabe decir de los varones.
Como es lógico, no están todas las mujeres que son (sí muchas), ni son todas las que están, que respondan al mismo perfil: oprimidas, explotadas, violadas… pero sí rebeldes, transgresoras, inconformistas y luchadoras. Un buen número presenta características comunes; no obstante, cada una ofrece alguna nota peculiar por la que su biografía (o hechos señalados de la misma) mereció que fuera narrada en el texto bíblico. En general, no es exagerado decir que la gran mayoría de las mujeres que, de una u otra manera, grado o intensidad, tienen su página en la Biblia, destacan por su rebeldía, desobediencia e inconformismo ante leyes, principios, actitudes y comportamientos de corte patriarcal o machista.
En contra de lo que pudiera parecer, la lectura de estos textos (los comentarios míos son esbozos o pinceladas para invitar a los lectores a construir los suyos propios) conservan un alto grado de actualidad. En los inicios del siglo XXI, existen aún millones de mujeres en el primero, segundo, tercer (y cuarto o quinto) mundo que sufren las mismas o peores condiciones de vida que las que son señaladas en la Biblia. Por algunas lacras: esclavitud, tráfico y comercio sexual, violación, destierro, torturas, mutilaciones, engaños, desprecios, cuando no lapidación y muerte. Los medios de comunicación se encargan de mostrarnos cada día estas lacras.
El autor sagrado casi nunca las juzga, o en contadas excepciones; en cambio sí lo hace con los varones cuando aplican la ley a su favor y obran de manera injusta: ver caso de Judá, David, y tantos otros.
Como es evidente, se trata de una lectura sencilla, sin pretensiones exegéticas de ningún tipo, aunque marcada por una perspectiva de respeto a los derechos humanos. Por último aconsejo al lector, que antes o después de cada capítulo, lea o repase el episodio bíblico, en el que se narra vida y circunstancias de cada mujer citada.
EVA: VARONA DIVINA Y MUJER RADICAL
Predestinada a ser más divina que el varón. Era deífica, o sea imagen más perfecta, más semejante a Dios. Creada el octavo día, tras un preocupado y larguísimo descanso del artista supremo.
Adán, modelado el sexto día, fue producto del cansancio. El mismo creador quedó insatisfecho con el resultado. Durante más de un milenario día, el alfarero-artista proyectó y concibió la obra culminante: la varona, la hembra, la mujer, la madre.
El varón no espabilaba; no tenía arreglo ni remedio. Dormitaba, vivía semiconsciente. Sentado frente al fruto prohibido, aceptaba cualquier orden, por absurda que sea (no hay más que recordar la obediencia militar y otras parecidas); no le cautivaba el misterio. No sentía curiosidad. No preguntaba. No admiraba. No soñaba. Era un ser dormido, límbico; en una palabra, un ser alienado.
Eva revolucionaría la creación. Sacará de quicio la obra del mismo Dios. Su primera acción fue despertar a su compañero.
Eva (que recibió el nombre después de la expulsión) se hacía una y mil preguntas al cabo del día. Dedicaba mucho tiempo (no parece que lo hiciera Adán) a pensar, observar y curiosear. ¿Por qué no podemos comer del dichoso árbol? ¿Qué sentido tiene el afán de saber sin libertad? ¿Preguntar sin encontrar respuesta? ¿Por qué nos impide ser lo que debemos ser? ¿Padece envidia el creador de su propia obra? ¿Acaso somos obra de un Dios celoso?
Ser como dios. Esa es la meta, el sueño, la esperanza. Lo demás es baladí y despreciable. Eva se apresuró a conocer el bien y el mal; ansiaba salir de una existencia sin sentido. Poseía el espíritu de un dios. Su carne era humana (de una costilla), pero su alma era divina. Su conciencia era infinitamente investigadora; la impulsaba a explorar y gustar todo.
Adán se conformaba, aceptaba y soportaba. Llevaba muchos años sin preguntar. Aguantaba y se adaptaba.
- Voy a ser lo que debo ser o no seré nada- le dijo a Adán, en una noche calurosa y de luna llena de verano-.
Este empezó a sudar y temblar.
- No acepto prohibiciones absurdas, ni mandatos de nadie, por muy Dios que sea- insistió Eva de nuevo. ¡No obedeceré! ¡Mañana comeremos la fruta del árbol del bien y del mal!
El eco de su exclamación despertó a todas las criaturas. El paraíso enmudeció.
Apostó, jugó y perdió la partida; sin embargo no se acobardó. Calló ante el castigo, sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda.
A ella no la dominaría nadie. No lloró por la pérdida del paraíso.
"Era como un limbo" - solía decir a sus nietos.
Aquella misma tarde, el hombre no defendió a su mujer. La acusó. Le echó la culpa de la desnudez que padecían, cuando dios los visitó. Eva nunca le perdonó esa cobardía. El marido se hizo acreedor de un desprecio profundo; el mismo que sienten las abejas por el zángano. Sabe que la dominará con la razón de la fuerza, pero nunca con la fuerza de la razón.
Desde ese instante la mujer se convirtió en una amazona dormida ¡Cuidado! El susurro de una astuta serpiente puede despertarla. Nada (o muy poco) espera del varón.
Padeció y resistió el peor infierno que soportarían después muchas otras madres: una guerra fratricida (más adelante se llamarían guerras civiles) que causó la muerte de su hijo predilecto, a manos del propio hermano.
Eva sabía que había otro árbol prohibido, y sigue buscando el camino hacia ese árbol de la vida. Acecha a los querubines que vigilan las puertas del Edén. Aguarda el día en que estos se duerman o descuiden. Entonces los burlará y entrará en el nunca olvidado recinto paradisíaco. Comerá del fruto de este árbol y alcanzará la liberación para siempre.
CUADRO DE : EVA DE LUCAS CRANACH, O EVA PRIMA PANDORA DE JEAN COUSIN...o ALGUNO DE LOSMUCHOS QUE HAY.
Eva, Albertob Durero
EVA: VARONA DIVINA Y MUJER RADICAL
Génesis 2,15-25; 3,1-24:
Tomó, pues Yahvéh Dios al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento:
- De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.
Dijo luego Yahvéh Dios:
- No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.
Y Yahvéh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró la ayuda adecuada. Entonces Yahvéh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó unas de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvéh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces este exclamó:
-Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona, porque del varón ha sido tomada.
Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer y se hacen una sola carne.
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvéh Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
- ¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?
Respondió la mujer a la serpiente:
- Podemos comer de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: no comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.
Replicó la serpiente a la mujer:
- De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.
Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr la sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvéh Dios por entre los árboles del jardín. Yahvéh Dios llamó al hombre y le dijo:
- ¿Dónde estás?
Este contestó:
- Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.
El replicó:
- ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?
Dijo el hombre:
-La mujer que mediste por compañera me dio del árbol y comí.
Dijo, pues, Yahvéh Dios a la mujer:
- ¿Por qué lo has hecho?
Y contestó la mujer:
- La serpiente me sedujo, y comí.
Entonces Yahvéh Dios dijo a la serpiente:
- Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañal.
A la mujer le dijo:
- Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos:
Con trabajos parirás los hijos. Hacia el marido irá tu apetencia, y él te dominará.
Al hombre le dijo:
- Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y en polvo tornarás.
El hombre llamó a su mujer "EVA", por ser ella la madre de todos los vivientes. Yahvéh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió. Y dijo Yahvéh Dios.
- ¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.
Y le echó Yahvéh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo donde había sido tomado. Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
Adá y Silá (Mujeres de Lámek )
Después de Eva, las primeras mujeres que se citan en la Biblia, con nombre propio, son las de viejo Lámek. Adá era su primera mujer. Su segunda mujer se llamaba Sil.lá (Gen. 4,18).
El texto bíblico cuenta solamente que Adá engendró a Yabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganados (los nómadas),y a su hermano Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta (los artistas).
Sil.lá, por su parte, dio aluz a Tubal-Caín, padre de todos los forjadores de cobre y hierro (los artesanos). La hermana de Túbal-Caín fue Naamá (sólo conocemos su nombre).
Lámek ostenta el honor de dictar la primera orden machista a sus mujeres, que describe la Biblia. Ni Adán, Caín, Abel, Set o algún otro patriarca antidiluviano se atrevieron a pronunciar las terribles amenazas que Lámek dirigió contra sus esposas.
Habrá que concluir que Lámek pretendía dejar claro a sus dos mujeres que no le contradijeran en lo más mínimo. Esas palabras de bravucón y bocazas no tenían sentido, sino es para dominarlas?
Cientos de miles de mujeres, cada año en todos países del mundo (llámense o no desarrollados), no sólo son amenazadas con esta clase de improperios, (y otros más refinados), sino que son torturadas o asesinadas porque al Lámek de turno se le antoja. Vamos a suponer que el Lámek bíblico no llegó a tal extremo.
Génesis 4,23-24)
“Y dijo Lámek a sus mujeres:
Adá y Sil.lá, oíd mi voz;
mujeres de Lámek escuchad mi palabra:
Yo maté a un hombre por una herida que me hizo
Y a un muchacho por un cardenal que recibí.
Caín será vengado siete veces,
mas Lámek lo será setenta y siete” (Gén.4,23-24)
AGAR: PRIMERA MADRE DE ALQUILER Y PRIMERA PALESTINA DESTERRADA.
AGAR E ISMAEL EN EL DESIERTO
“Despide a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac” (Génesis 21,10)
Te arrojaron al desierto, primer campo de refugiados conocido. Los exiliados se les expulsa a tierra de nadie, denominada, científico modo, "anecúmene".
¿Por qué Abraham abandonó a su hijo, Ismael, y a ti con él? ¿Por qué expulsó a su hijo, (lo sintió mucho, es cierto) a morir en el desierto? Muerte terrible, que era aplicaba a los apestados y esclavos. Tú eras esclava, pero y ¿el hijo? ¿Acaso no te obligaron a prestar tu vientre?
Fuiste la primera madre de alquiler que se cita en la historia. Saray, la estéril, te otorgó ese título; y Sara, preñada, (modificó el nombre) intentó matarlo. No lo consiguió. Si el hijo de Sara, Isaac, tuvo gran descendencia, mucho más numerosa ha sido la de tu hijo. Un gran pueblo lleva con orgullo tu nombre (agarenos), y también el nombre de tu hijo (ismaelitas).
A Saray no le gustó que lucieras tu embarazo. Paseabas el vientre fecundado, delante de su mal disimulada envidia. Se dedicó a maltratarte (también se da el maltrato sutil y perverso entre mujeres dentro de la misma casa).En el fondo, repudió tu fruto antes de nacer.
Y se cumplió la profecía de unos ángeles que pasaron a visitar al gran patriarca. Saray, la elegida, la privilegiada, quedó encinta a sus ochenta años. ¡Milagro! Toda la heredad (la tierra palestina) sería propiedad exclusiva de Isaac, hijo de la señora.
Tu hijo sobrababa y estorbaba. No tenía derecho siquiera a ser un esclavo, en la tierra donde recibió la primera caricia del sol. El hijo de la esclava debería morir sin dejar rastro. Había que convertirlo en un desaparecido, un nadie, un olvidado (un sin-recuerdo). Como no se practicaba la incineración, quedarían solamente unos limpios huesos, con suerte en una fosa común con otros animales, en espera de un más que improbable reconocimiento de su ADN.
La suerte estaba echada. La sentencia debía cumplirse. Esa era la voluntad divina. El padre se mostró inconmovible e inmisericorde. Los besos y llantos, que prodigaste en la última noche, junto con las caricias de un niño indefenso, no sirvieron para nada. Serían los últimos.
Como regalo, para prolongar la agonía, te dieron un pedazo de pan, y un odre con agua. Cargaste al niño en el rebozo y te encaminaste hacia el desierto. ¡Cuán míseray mezquina fue la retribución por tantos servicios prestados¡
Ante tal parricidio, el autor del Génesis se espanta, y lo atribuye a los designios insondables del todopoderoso. El ángel de Dios os salvó "in extremis”, (Sin duda algún mercader nómada, verdadero ángel, que por allí pasaba)pues oyó los lamentos del niño, convertidos en grito por tu boca. Estabas lejos. No querías consentir la agonía de tu hijo.
Chacales y buitres carroñeros se preparaban para el banquete inesperado.
¡Gloria a ti, Agar!
Madre de niños con las gargantas rotas por el llanto!
Madre de vírgenes con el flujo envenenado antes de concebir!
Madre de jóvenes con la saliva amarga del miedo!
Madre de hombres con la sangre reseca del odio!
Madre de un pueblo desheredado!
Madre de una patria sin alma, sin sueños, sin futuro.
¿Hasta cuándo seguirán los hijos de Agar condenados al destierro y confinamiento? ¿Acaso no existen ángeles de Dios? ¿Dónde están?¿Dónde se esconden? ¿En qué ocupan su tiempo y su sabiduría? ¿No oyen los gritos rotos de las madres, ni el llanto apagado de sus hijos?
Algún día, las gentes que buscan la paz, la justicia y la solidaridad (los ángeles de verdad, en esta tierra) ayudarán a las madres esclavas, madres-vientres de alquiler, madres desterradas. Y estas darán a luz onagros humanos, y ningún padre-dictador tendrá el poder de desheredarlos y desterrarlos.
Texto bíblico: Génesis c.16 vv. 1-15
Saray, mujer de Abraham, no le daba hijos. Pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba Agar, y dijo Saray a Abram:
- Mira, Yahvéh me ha hecho estéril. Llégate, pues, te lo ruego, a mi esclava. Quizá podré tener hijos de ella.
Y escuchó Abram la voz de Saray.
Así, al cabo de diez años de habitar Abram en Canaán, tomó Saray, la mujer de Abram, a su esclava Agar la egipcia, y diósela por mujer a su marido, Abram. Llegóse, pues, él a Agar, la cual concibió. Pero luego, al verse encinta, miraba a su señora con desprecio. Dijo entonces Saray a Abram:
- Mi agravio recaiga sobre ti. Yo puse a mi esclava en tu seno, pero al verse ella encinta me mira con desprecio. Juzgue Yahvéh entre nosotros dos.
Respondió Abram a Saray:
- Ahí tienes a tu esclava en tus manos. Haz con ella como mejor te plazca.
Saray dio en maltratarla y ella huyó de su presencia.
La encontró el Ángel de Yahvéh junto a una fuente de agua en el desierto -la fuente que hay en el camino de Sur- y dijo:
- Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Contestó ella:
- Voy huyendo de la presencia de mi señora Saray.
- Vuelve a tu señora- Contestó el Ángel de Yahvéh- y sométete a ella.
Y dijo el Ángel de Yahvéh:
- Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su multitud no podrá contarse.
Y díjole el Ángel de Yahvéh:
- Mira que has concebido, y darás a luz un hijo,
al que llamarás Ismael,
porque Yahvéh ha oído tu aflicción.
Será un onagro humano.
Su mano contra todos, y la mano de todos con él;
y enfrente de todos sus hermanos plantaré su tienda.
Dio Agar a Yahvéh, que le había hablado el nombre de "Tú eres El- Roi, pues dijo:
- ¿Si será que he llegado a ver aquí las espaldas de aquel que me ve?
Por eso se llamó aquel pozo "Pozo de Lajay-Roy". Está entre Cadés y Béred.
Agar dio a luz un hijo a Abram, y Abram llamó al hijo que Agar le había dado, Ismael. Tenía Abram ochenta y seis años cuando Agar le dio su hijo Ismael.
Génesis 21, 8-20
Creció el niño y fue destetado, y Abraham hizo un gran banquete el día que destetaron a Isaac. Vio Sara al hijo que Agar la egipcia había dado a Abraham jugando con su hijo Isaac, y dijo a Abraham:
- Despide a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac.
Sintiólo muy mucho Abraham, por tratarse de su hijo, pero Dios dijo a Abraham:
- No lo sientas ni por el chico ni por tu criada. En todo lo que te dice Sara, hazle caso; pues aunque por Isaac llevará tu nombre una descendencia, también del hijo de la criada haré una gran nación, por ser descendiente tuyo.
Levantóse,pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se la dio a Agar, le puso al hombro el niño, y la despidió.
Ella se fue y anduvo por el desierto de Berseba. Como llegase al faltar el agua del odre, echó el niño bajo una mata, y ella misma fue a sentarse enfrente a distancia como de un tiro de arco, pues decía:
- No quiero ver morir al niño.
Sentada, pues, enfrente, se puso a llorar a gritos.
Oyó Dios la voz del chico, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo:
¿Qué te pasa Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico en donde está. ¡Arriba! levanta al chico y tenle de la mano, porque he de convertirle en una gran nación.
Entonces abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio de beber al chico.
Dios asistió al chico, que se hizo mayor y vivía en el desierto, y llegó a ser arquero. Vivía en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer del país de Egipto.
LA MUJER DE LOT: DESOBEDIENCIA ANUNCIADA.
"Escapa, por tu vida! No mires atrás ni te pares...no vayas a ser barrido" (Génesis 19,17).
“La mujer de Lot miró atrás,y se convirtió en estatua de sal” (Génesis 19,26).
Lot y los dos ángeles no conocían de verdad a la mujer. ¡Angelical Lot! ¡Cándidos enviados! Tres ingenuos del género masculino. Se les ocurrió la idea de exigir que una mujer renunciase a no mirar; no pensar; no sentir; no amar. Prohibirle ejercer su curiosidad divina.
¡Qué gran absurdo!
La mujer no fue creada para obedecer; ha sido hecha para cosas mejores. La mujer no vino a este mundo para estar subyugada por nadie, y menos por un marido, que es capaz de entregar a sus propias hijas para que unos sodomitas, borrachos de vino y sedientos de lujuria, disfrutaran de una noche loca.
La mujer de Lot repudiaba la ley de la hospitalidad. Los rabinos la explicaban en la escuela, pero convencían a los varones, porque les venía como anillo al dedo, y a unas pocas mujeres sumisas.
Para cualquier mujer normal, fuera madre, hija o esposa, era una ley absurda, una norma machista e irracional; como lo es también la ablación del clítoris o la exigencia de la fidelidad, nunca merecida, a fuerza de insultos, golpes y puñaladas.
Lot entregó a sus hijas (otros a sus esposas) a los violadores, para librar a unos forasteros de ser penetrados por el culo. ¡Que cada cual cuide de su trasero! pensaba la mujer de Lot. En aquella ocasión, los mensajeros de Dios salvaron la situación.
La mujer de Lot podía llegar a perdonar, si hubiera habido propósito de la enmienda, pero nunca olvidaría de lo que era capaz de hacer “su hombre”. Le quedaron grabadas a fuego aquellas inmisericordes palabras: “mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón; os las sacaré y haced con ellas lo que os plazca”. Con estas dos frases Lot quedó ya juzgado; indicaba de manera inconfundible qué clase de personaje era.
Ella lo conocía débil y quejica, pero no lo imaginaba tan cobarde. No necesitó castigarlo -en el pecado llevaría la penitencia-sólo desobedecerlo.
Lot con su mujer y sus hijas sumaban cuatro justos. Los ángeles no encontraron a los diez justos necesarios para que dios no destruyera la ciudad. Los yernos y otros parientes tomaron a broma el vaticinio de la destrucción y no quisieron escapar.
Hizo varias preguntas angustiosas a Lot:
¿Por qué no debo mirar atrás? Dame una explicación, una razón.
¿Por qué ibas a entregar a tus hijas para que fueran desvirgadas?
¿Quién lo ordena? ¿Un ser superior, un varón, un rey, un tirano, un rico, un poderoso?
Sólo los imbéciles aceptan la razón de la fuerza.
La sinrazón es incompatible con la lucidez de la mujer. La mujer repudia la obediencia "ciega" de los religiosos, la obediencia "debida" de los militares, la obediencia "comprada" por dinero o por la fuerza; rechaza todos los modelos "civilizados" del dominio varón bruto e irracional.
La mujer de Lot, (castigada a ser innombrada, y a ser convertida en estatua de sal, "como monumento de una alma incrédula"),es, sin embargo, una proclama:
a la racionalidad de las leyes,
a la curiosidad sin limites,
a la rebeldía radical,
a la valentía de desobedecer las órdenes absurdas de quienes detentan el poder.
Cuando alguien prohíbe a una mujer mirar atrás o hacia otra parte, al menos, debería explicar el porqué.
Historia de la mujer de LOT. (Génesis c. 19, vv.1-26)
Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y postrándose rostro en tierra, dijo: Ea, señores por favor desviaos hacia la casa de vuestro siervo. Hacéis noche, os laváis los pies, y de madrugada seguiréis vuestro camino. Ellos dijeron: No, haremos noche en la plaza. Pero tanto porfío con ellos, que al fin se hospedaron en su casa. El les preparó la comida cociendo unos panes cenceños y comieron.
No bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa desde el más mozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción. Llamaron a voces a Lot y le dijeron:
- ¿Dónde están los hombres que han venido donde ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.
Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí, y dijo:
- Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad. Mirad, aquí tengo a dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas lo que os parezca; pero a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido a la sombra de mi techo. Mas ellos respondieron: ¡Quita de ahí! Uno que ha venido como forastero, ¿va a meterse a juez? Ahora te trataremos a ti peor que a ellos. Y forcejearon con el, con Lot de tal modo que estaban a punto de romper la puerta. Pero los hombres sacaron las manos, tiraron de Lot hacia sí, adentro de la casa, cerraron la puerta, y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron deslumbrados desde el chico hasta el grande, de forma que no acertaban a encontrar la entrada.
Los hombres dijeron a Lot:
- ¿A quién tienes todavía aquí? Saca de este lugar a tus hijos e hijas y a quienesquiera que tengas en la ciudad, porque vamos a destruir este lugar, que es grande el clamor de ellos en presencia de Yahvéh, y Yahvéh nos ha enviado a destruirlos.
Salió Lot y habló a sus yernos, los que iban a casarse con sus hijas:
-Levantaos, dijo, salid de este lugar, porque Yahvéh va a destruir la ciudad.
Pero sus yernos le tomaron a broma.
Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo:
- Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, no vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.
Y como él se demorara, los hombres, por compasión de Yahvéh hacia él, le asieron de la mano, lo mismo que a su mujer y a sus dos hijas, le hicieron salir y le dejaron fuera de la ciudad.
Mientras los sacaban fuera, dijo uno:
- ¡Escapa, por tu vida! No mires atrás ni te pares en toda la vega. Escapa al monte, no vayas a ser barrido.
Lot les dijo:
- No, por favor, Señor mío. Puesto que tu siervo ha hallado gracia a sus ojos, y me has hecho el gran favor de dejarme con vida, mira que yo no puedo escaparme al monte sin riesgo de que me alcance el daño y la muerte. Aquí cerquita esta esa ciudad a donde huir. Es una pequeñez. ¡Ea voy a escapar allá -¿verdad que es una pequeñez?- y me quedaré con vida!
Díjole:
- Bien voy a consentirte eso que me dices no arrasando la ciudad de que me hablas.Listo, escápate allá, porque no puedo hacer nada hasta que no entres allí.
Por eso se llamó aquella ciudad Soar
El sol salía sobre la tierra cuando Lot entraba en Soar. Entonces Yahvéh hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego procedente de Yahvéh. Y arrasó aquellas ciudades, y toda la llanada con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
LAS HIJAS DE LOT: INCESTUOSAS POR IMPERATIVO NATURAL.
“Ven, vamos a hacer beber vino a nuestro padre, nos acostaremos con él y así engendraremos de nuestro padre descendencia” (Génesis 19, 32)
Lot se quedó sin mujer, y temía perder a sus hijas. Viejo peregrino, pero avaro y mezquino, se ataba a la vida que le quedaba, como una hiedra vieja a un árbol joven, que eran sus hijas.
Las castigó a vivir en una cueva, pues tenía miedo de habitar en la ciudad de Soar. Enclaustradas, ocultas, no veían a hombre alguno, excepto a su padre.
Sus prometidos no creyeron que Sodoma y Gomorra serían destruidas, cuando Lot les aconsejó que vinieran con él y su familia. Quizás no se habían recuperado de la borrachera y el susto de la noche anterior. Habían participado en la juerga y, como cobardes que eran también, no salieron en defensa de sus futuras mujeres.
Lot negaba a sus hijas el derecho a conocer varón. El decidiría cuándo y con quién se casarían. Seguían siendo vírgenes gracias a los ángeles; no gracias a su padre, que aceptó, sin dudar, entregarlas a los sodomitas, a cambio de que estos respetaran a los enviados de Yahvéh, sus huéspedes.
¿Puede una mujer -aunque sea hija- olvidar tal vejación? ¿Podrá perdonar, al menos, tal felonía en un padre?
Las hijas de Lot urdieron una de las venganzas más refinadas que se relatan en la Biblia. Engañaron al pobre viejo, y consiguieron lograr su condición de ser madres.
Una mujer es capaz de perdonar todo (olvidar es más difícil) menos la cobardía y la tiranía de un hombre (aunque sea su padre) de negarle la posibilidad de ser hembra y madre.
Las hijas de Lot cometieron un incesto por imperativo natural; no tenían otra salida, para dar sentido a su vida. Era una cuestión de ser o no ser. Y ante este dilema la mujer no respeta normas o decretos por muy venerados y proclamados que sean. El texto bíblico no las juzga ni las condena.
Una interpretación piadosa de este duro pasaje bíblico señala que se trata de deshonrar la ascendencia de los moabitas (Moab era el nombre del hijo de la hija mayor de Lot) y los ammonitas (Ben-Ammi era el hijo de la hija pequeña de Lot). Sin embargo, se supone que Lot y sus hijas eran personas justas y obedientes a las leyes divinas, y no unos seres depravados y protervos. Fueron, con su padre, las únicas que se salvaron de la catástrofe masiva en Sodoma y Gomorra. Yahvéh las preservó; al mismo tiempo que permitió que cientos de niños y otras personas inocentes sufrieran una muerte horrible, barridos y abrasados por la gran bola de fuego, “semejante a la humareda de un horno”.
LAS HIJAS DE LOT (Génesis c. 19, vv. 30-35)
Subió Lot desde Soar y se quedó a vivir en el monte junto con sus dos hijas, temeroso de vivir en Soar. El y sus dos hijas se instalaron en una cueva.
La mayor dijo a la pequeña:
- Nuestro padre es viejo y no hay ningún hombre en el país que se una a nosotras, como se hace en todo el mundo. Ven, vamos a hacer beber vino a nuestro padre, nos acostamos con él y así engendraremos de nuestro padre descendencia.
En efecto, hicieron beber vino a su padre aquella misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña:
-Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Hagámosle beber vino también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro padre descendencia. Hicieron, pues beber vino también aquella noche a su padre, y levantándose la pequeña se acostó con él, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre. La mayor dio luz a un hijo, y le llamó Moab: es el padre de los actuales moabitas. La pequeña también dio a luz un hijo y le llamó Ben-Ammí: es el padre de los actuales ammonitas.
(Continuará)