II. Coronado con la hiedra,
Ha resaltado la falta de un verdadero cantor épico de Pelayo y de Covadonga: Tres o cuatro veces se eligió a Pelayo por héroe de ese poema épico que hemos sabido hacer pero no escribir, y tres, cuatro veces, nuestros vates o abandonaron la empresa o únicamente produjeron obras infinitamente inferiores al objeto de sus inspiraciones. La vida anterior de Pelayo, magnate godo, ha sido igualmente objeto de leyendas, como:
cercado de peñas duras,
aunque de más duros pechos,
está Pelayo en Asturias.
Viéndose rey eligido,
y como por tal le juran,
tales razones dezía
aquella gente robusta.
-Al arma, al arma, guerra fiera y dura,
muera la Morería, y viva Asturias.
Homes ricos, ricos homes,
fidalgos de sangre pura
aduechados a vengar
las españolas injurias...
Diziendo esto y viva España
Santiago y la Virgen pura,
a la chusma de los moros...
Un romance extractado y traducido por R. Menéndez Pidal se refiere a la traición de don Opas:
El obispo Opa, subiendo a un ribazo frente a la Cueva Sagrada (cova dominica, Covadonga), [habló): Pelayo, ¿dónde estás? El cual, respondiendo [desde una] abertura (o natural ventana) de la peña, dijo: [Heme aquí...!] Nuestra esperanza está en Cristo: este pequeño [monte será] la salvación de España, y de la gente de los [godos...] El obispo se vuelve al ejército (sarraceno, y [dice): Apresuraos a combatir: ya veis cómo ha [respondido...] Pero Dios lo hizo, que las piedras lanzadas por las catapultas, al llegar al altar de la Santa Virgen María que está dentro de la Cueva, retrocedían y mataban a [los sarracenos;] arremeten los de Asturias...
También sobre Pelayo y el triunfo de Covadonga escribió un poema Cristóbal de Mesa, a principios del siglo XVII, con el título de La restauración de España. Parece un buen poema aunque, desde luego, no una obra maestra. Durán insertó en su Romancero dos romances sobre Pelayo, de escaso valor. Se conoce el de la Elección del rey Pelayo, impreso en Alcalá en 1607, con otros dos de su autor. Tenemos referencias de dos poemas de Pedro Montequín, uno publicado en Madrid (El Rodrigo. Romance épico. Madrid, 1793) y otro en Nápoles (Pelayo. Poema épico. Nápoles, 1820).
A mediados del siglo XIX, Domingo María Ruiz de la Vega, escribe su poema El Pelayo (Poema épico. Madrid, 1839-1840, dedicado a Isabel II) que en su inicio parece imitar la Eneida de Virgilio, pero que después, a pesar de su enorme extensión (XXVII cantos, en 3 vols.) resulta un tanto pesado. Así comienza el canto primero:
Canto I:
Las armas canto del Astur ilustre
que a España restauró; y a la pujanza
del alárabe fiero con arrojo
impávido se opuso y fuerte diestra.
Sufrió reveses mil; y en duros trances
probarle quiso y afligirle el alto
Árbitro del poder, y los destinos,
hasta que al fin favoreciendo el cielo
su constancia y valor, le dio que, hurtada
la indómita cerviz el férreo yugo,
quebrantara con fuerza vencedora
al domador de Egipto, y Asia y Libia...
José de Espronceda escribió hermosos fragmentos sobre Pelayo:
Fragmento I:
De los pasados siglos la memoria
trae a mi alma inspiración divina,
que las tinieblas de la antigua historia
con sus fulgentes rayos ilumina:
virtud contemplo, libertad y gloria,
crímenes, sangre, asolación, ruina,
rasgando el velo de la edad mi mente,
que osada vuela a la remota gente.....
Cabeza de Don Opas.
Hasta Nueva York nos lleva el seguimiento de los poemas en torno a Pelayo. Así encontramos
a Elisabeth Portes Breach con su poema Pelayo. Nueva York, 1864.
Ramón de Campoamor, el de las Doloras, el poeta de Navia, brevemente pero con acierto
canta a Covadonga:
Cuna de España y de la Arabia tumba,
luchan de Covadonga en la ancha cueva
ciento contra cien mil; el viento zumba;
¡más sangre que agua ya destila el Deva!
A millares los árabes derrumban
los troncos desgajados del Auseva.
Todo luchó por milagroso modo:
Naturaleza, Dios, el Hombre, todo.
José Joaquín Villanueva escribe en el siglo XIX
El Santuario de Covadonga (Soneto A la Reina doña Isabel II en el acto de visitar el Santuario
de Covadonga).
Al grito de la patria, en esta cueva,
Lázaro armado apareció Pelayo:
Dios fue con él y, de las lides rayo,
las huestes moras sepultó en el Deva.
Fiel a la voz que desplumó el Auseva,
sacude Iberia el funeral desmayo,
y del Cántabro mar hasta Moncayo
himnos de redención el viento lleva.
Así al menguar de la morisca luna
creció radiante el sol de las Españas
que hoy demandan de ti mayor fortuna.
Llega, reina Isabel, y en las montañas
donde Alfonso primero vio su cuna
inspira al nuevo Alfonso sus hazañas.
Juan Menéndez Pidal escribe un libro en 1885
(Poesía popular: Colección de los viejos roman-
III
Al blando son de la armoniosa lira
oigo la voz de alegres trovadores,
el aura siento que fragancia respira,
y al eco escucho murmurando amores;
al sol contemplo que a occidente gira
reverberando fúlgidos colores,
do la corte del godo poderío
se alza orgullosa sobre el áureo río...
Se debe reseñar al menos el Pelayo, año 719, de Alfonso García Tejero, incluido en su obra
El romancero histórico o vidas de españoles célebres, publicado en Madrid en 1856.
En una breve leyenda el Duque de Rivas recuerda también Covadonga:
Leyenda.
El valeroso Pelayo
cercado está en Covadonga
por cuatrocientos mil moros,
que al Zancarrón adoran;
Sólo cuarenta cristianos,
y aun tiene veinte de sobra,
pues la Virgen le ha ofrecido
darle completa victoria.
Igualmente podemos citar la obra Covadonga. Ensayo épico en tres actos, un folleto publicado
por Domingo Hevia en Oviedo en 1867.
De 1864 podemos citar Pelayo en Covadonga: romance histórico, de Manuel Candela, editado
en Valencia en 1870. Es un romance muy extenso de 187 páginas .
La Santina.
1º
Eterno Dios que entre rodantes nubes
tu trono asientas y a la luz presides,
asistido por tropas de querubes
finísimos de tu Imperio adalides.
Tú que al humilde hasta tu trono subes,
y con el polvo al arrogante mides,
soberano señor, haz que mi canto
se inflame en fuego del Profeta Santo.
2º
Se inflame, sí, para ensalzar tu gloria,
de tu esplendor explendorosa muestra.
¿Qué es el hombre y su nada? Vil escoria,
informe barro que amasó tu diestra.
Canto a los héroes de inmortal memoria,
que del Auseva en la ferial palestra,
instrumentos de tu brazo potente,
doblar hicieron al muslim la frente... (hasta
102 estrofas ).
CANTO SEGUNDO
Argumento: Convocados por Pelayo los principales señores y caballeros, son elegidos los que han de ir en busca de auxilios. Alfonso da muestras de descontento por no ser de los elegidos. Para calmarle, dispone Pelayo una ces que se cantan por los asturianos en la danza prima, esfoyazas y filandones) donde en 360 páginas, presenta los romances recogidos directamente de boca del pueblo, anotados y precedidos de un prólogo. No hay ningún romance especialmente importante sobre Pelayo o Covadonga, contra lo que cabría esperar. No parece que haya sido un tema frecuente y recurrente.
En 1892 aparece en León un folleto de 24 pp. con el título Covadonga. Canto épico, que no hemos podido encontrar. Un libro importante si no por su calidad, sí por su cantidad, es el de Manuel Prado, Covadonga, con sus interminables 548 páginas, publicado en Madrid en 1915. Este libro está compuesto por XVI Cantos. Veamos algunos fragmentos:
CANTO PRIMERO
Argumento: Pelayo en vela, con el pensamiento inquieto por las desgracias del pueblo godo,
repasa en su memoria las glorias y caída de este; el piadoso Argobasto le conforta, le alienta y le predice sus fututos destinos y los de España, salvada por él. Argobasto va a los sitios inmediatos al castillo, donde bajo su dirección y cuidado viven los cristianos que vinieron con él huyendo del furor de los sarracenos.
1º
Alto ya el sol en cielo azul fulgura
sin nubes envidiosas que le empañen:
sitio no hay en el monte, en la llanura,
que sus rayos con viva luz no bañen:
cruzan las ovejuelas la espesura
y en son alegre sus esquilas tañen;
de la choza perdida en la colina
nube de humo se escapa blanquecino.
2º
Pelayo, sacudiendo el perezoso
sueño, abandona el lecho con presteza:
no da al cuerpo vagar, no da reposo,
que la salud está en la ligereza.
A uno con el de Roma arte famoso,
rico aposento y apartada pieza,
sus leales más íntimos convoca,
y al resuelto pensar abre la boca...
(hasta 47 estrofas).
CANTO TERCERO
Argumento: Satanás muestra su alegría por a extensión de su poder, acrecentado con la invasión triunfante de los árabes en España. La envidia llama su atención hacia los cristianos refugiados con Pelayo en las asperezas de Asturias. Vuela Satanás al palacio del Destino, y este pone ante su vista la representación de los hechos culminantes y más gloriosos de la historia de España.
1º
En el centro del mundo a donde todo
cuerpo por atracción irresistible
constante inclina cual si de este modo
en su amor a lo bajo y perecible
quisiera de su origen de vil lodo
darnos una señal clara y tangible,
vasta, hórrida mansión se abre espantable
de llanto y luto y pena perdurable...
(134 estrofas)
CANTO CUARTO
Argumento: Muza en su alcázar de Gijón se muestra inquieto por la tardanza de su fiel Hassam, mandado por él a Damasco para justificarse de las acusaciones del despojado Tarif. Asmodeo tomando la forma de Hassam, se le presenta inopinadamente, le engaña con la relación falsa del buen éxito de su embajada.
1º
De Mayo era una plácida mañana,
penetraba del sol con temblorosa
luz un rayo a través de la ventana
de una apartada estancia suntuosa;
suavísima fragancia la temprana
esparcía en el aire fresca rosa,
saltando entre los árboles las aves
modulaban sus tiernos cantos suaves...
(145 estrofas)
CANTO DECIMOSEXTO
Estrofa 78 y última
A raudales, después esplendorosa
nube, toda de pronto disipada,
en calma tierra y aire deleitosa,
La estrella del Enol.
Dicen antiguas leyendas,
que siempre el pueblo guardó,
que fue un tiempo vega hermosa
lo que hoy es lago de Enol.
Allí jóvenes pastoras,
como en otras vegas hoy,
apacentaban sus vacas
cantando con dulce voz.
Una tarde del estío
un áspero nubarrón
truenos horribles lanzaba
y rayo amenazador.
Las pastoras de la vega,
no todas tienen temor
a las iras del Eterno
ni todas piadosas son,
y en vez de rezar contritas
pidiéndole a Dios perdón,
todo alegra su lumbre deseada.
Atruena monte y valle esplendorosa
multitud que se agita alborozada,
suenan vibrantes los que al cielo envía
cantos de triunfo, gritos de alegría.
El mismo autor tiene también otro poema:Covadonga, poema épico, editado en Madrid en1916 con 20 páginas.
De 1899 tenemos un Romancero de Covadonga de Antonina Cortés Llanos con romances como “La estrella de Enol”, “El molino del diablo”, “El Re-Pelao”, “El campo de la jura”, “El incendio del antiguo templo de Covadonga”... Veamos alguna pequeña muestra de este Romancero:
desafían sus furores,
y cantan coplas de amor...
Nunca te dejo, que piadosa soy;
la Imagen de la Cueva ha de mirarte
del mismo modo que te miro yo...
Don Opas convertido en piedra.
Al bajar de la Riera de Covadonga
hay un peñón tajado que picos forma;
allí el traidor Don Opas por su delito
en piedra berroqueña fue convertido.
Lo cual no impide,
que allá en el roi-roi, moliendo sigue.
El Re-Pelao (tradición):
Don Pelayo con los suyos
sigue limpiando la tierra
de la canalla morisca
que ha tantos años la infesta.
Marchan a la desbandada,
huyendo con gran presteza
y en las breñas que de Cangas
circundan hermosas vegas,
por un momento creyeron
que seguridad encuentran,
sin pensar los miserables
que don Pelayo está cerca.
Este baja con los suyos
de las montañas de Auseva,
y en un llano bien pequeño
que sobre el Deva se ostenta
hacen alto los valientes
y al bravo infante se acercan,
con el cristiano entusiasmo,
que en sus pechos se acrecienta.
Dieron el grito solemne
que repercute en Auseva:
“desde este mismo momento
Rey nuestro Pelayo sea”...
La Virgen de las batallas
nos mira desde su Cueva
dándonos su bendición
y es preciso obedecerla.
El incendio del antiguo templo de Covadonga:
El templo que en Covadonga
el “milagro” se llamaba
hace ya más de cien años
que fue preso de las llamas.
El milagro le llamaban
y un milagro parecía
verle ostentar en el aire
su belleza y gallardía.
Fuertes vigas que en la peña
colocaron con valor
eran el solo cimiento
del templo que se quemó...
Y de 1918 nos queda el siguiente libro editado en Gijón, obra de Valentín Escolar e Iglesias:
La Cruz de la Victoria; episodio histórico en dos actos y en verso.
Veamos ahora algunos fragmentos de Braulio
Antón Ramírez en La religión y la patria:
... Al grito de independencia,
que partió de estas montañas,
tembló el musulmán soberbio,
presintiendo su desgracia.
Penetra ciego de encono,
y arde en frenética rabia
cuando a sus huestes se oponen
los cien bravos que le aguardan.
Dardos despide en su furia,
mas las rocas los rechazan,
tornando a herir con su acero
el pecho de quien los lanza...
El cielo viene en auxilio
de la bandera cristiana,
y los rayos y la lluvia
y los vientos se desatan.
Desplómanse los peñascos
y los árboles se arrancan:
pierden sus cauces los ríos:
la noche lóbrega espanta...
Al héroe de Covadonga
sacro entusiasmo le inflama,
y en nombre de Dios bendice
aquel pueblo de su raza.
La Cruz se eleva en su mano,
la diestra empuña la espada,
con elllas salvó en Asturias
la Religión y la Patria...
También más allá de nuestras fronteras se canta a Covadonga. Así lo hizo el poeta Archer Milton Huntington (1870-1955) en Covadonga, poema:
Covadonga, Covadonga, Covadonga en las montañas,
toda alma de la raza hispana (al son de) esa vieja música
se estremece (y en la entrañas),
de los grises y altos montes donde el cristal
del agua llena
las noches de música,
el alba de las risas,
¡Covadonga en las montañas!
Es el Sanctasantorum, la cuna de la raza,
sólo una cueva oscura y solitaria, un oscuro y solitario
lugar (donde se emplaza),
do unos hombres perseguidos, se reunieron
[(llenos) de cólera]
por su desgracia,
hombres derrotados,
en la cuna de una raza.
De Sur a Norte (sin exceptuar alguno),
desde la lejana Huesca hasta León...
Los romances en torno a Pelayo y Covadonga no han sido excesivos pero en distintas épocas
encontramos alguno. Podemos ver algún romance como los que recoge F. Antonio García
Menéndez en Romances de Covadonga (Gijón, 1918).
I COVADONGA
A diez kilómetros lejos
de antigua villa asturiana,
que fue corte de un gran rey
cuyas cenizas se guardan...
y de altos bienes dotada,
con suntuosos edificios
y con una cueva santa
donde conserva su imagen
la Reina de las Batallas,
encuéntrase Covadonga,
feliz aldea de Cangas,
la que ha servido de cuna...
II BATALLA DE COVADONGA (AÑO 718
(HISTÓRICO);
Desde que el moro Tarik
de árabes huestes al mando
venciera al rey Rodrigo,
que cual heroico soldado
dejó el carro de marfil
y se perdió peleando...
Como jefe te queremos,
noble godo, y a tu mando
todos nosotros sumisos
lucharemos como bravos,
y moriremos gozosos
dando muerte al africano.
Así dijeron a un tiempo
la vista fija en Pelayo.
III ANTE LA VIRGEN DEL AUSEVA: PLEGARIAS...
Tenemos también un poema en octavas reales, obra de Alonso López Pinciano, de muy escaso valor.
De Manuel García, magistral que fue de Covadonga tenemos abundantes poemas. Veremos
ahora una muestra de su poesía heroica:
Romances:
LA INVASIÓN
Palidecen las estrellas
con el resplandor del alba.
Un pastor desde su choza
vio relumbrar unas armas
y ¡los moros en el llano!
gritó con toda su alma.
La voz recorre los valles
resonando en las montañas
y antes de mediar el día
el humo de cien fogatas
apellidaba la tierra
llamando a todos al arma...
LA LUCHA
Un cuerno sonó en la cumbre
y un atambor en el llano
dando a las mujeres miedo
y a los mozos entusiasmo.
En el fondo de la Cueva
rezando está Don Pelayo.
Sobre la cruz de su espada
tiene cruzadas las manos,
y así dice a la Virgen:
¡Abogada de cristianos!
castigo es esto del cielo
por nuestros muchos pecados.
Señora, tú nos ampara...
Cada espada en aquel día
cien cabezas ha segado.
Rojo se ha tornado el río...
En la revista Covadonga, en 1947, aparece Covadonga: Canto épico, de Casimiro Cienfuegos.
Y por fin, terminando por ahora el recuento de poesía épica, que algún día se ampliará, podemos citar un amplio libro publicado en La Habana, en 1950, con 242 páginas, obra de José Rubinos: Covadonga. Epopeya en XV Gestas, Texto gallego y versión castellana.
Poesía lírica
Este tipo de poesía es mucho más abundante. Siguiendo el mismo criterio de mezclar poesías famosas con otras más desconocidas, y sin ánimo de citar todo lo escrito, presentamos algunas de las poesías encontradas sobre Covadonga y su entorno, no sin el deseo de poder ampliar mucho más en otra ocasión. Una muestra importante de esta poesía la tenemos en el Certamen poético de la Academia Mariana de Lérida, dedicado el año 1866 a la Virgen de Covadonga (Rev. Covadonga).
Se presentaron unas 70 composiciones. Quedaron desiertos los primeros premios, pero diez composiciones premiadas se conservan impresas en un volumen de 150 páginas. Tenemos poesías anteriores pero de no demasiada calidad. Se podrían citar Covadonga, Oda, publicada en Granada en 1849 por Luis Antonio Olgueras y Sion, o poesías de T.C. de Agüero, de 1854, o Poesía de Félix Pérez, 1858. De escaso valor es la referencia de El puñal del godo, de José Zorrilla, obra en un acto, que al final afirma por boca de D. Rodrigo, hablando después de su derrota y sólo con el noble
Theudia:
... ¿Dices que ha levantado en la montaña
pendón un noble, de venganza rayo?
Pues, bien, ¿qué hacemos en la tierra extraña?
Vamos, Theudia, a lidiar por nuestra España,
y a triunfar o caer con don Pelayo;
no diga nunca el mundo venidero
que ni supe ser rey ni caballero...
Mañana
partiremos a Asturias...
... Partamos con Pelayo a la montaña,
y logremos, oh Theudia, por lo menos,
morir en nuestra patria como buenos.
Aproximadamente de 1858 tenemos una poesía
de J. E. HARTZENBUSCH, J. E.: A N. S. de Covadonga.
Madre del Redentor, que en esa cueva
la redención de España comenzaste,
cuando la cumbre del enhiesto Auseva
sobre las tropas de Alcamad lanzaste,
y de la muerta España, España nueva
nació con felicísimo contraste,
vuelto al fin español el pueblo todo,
bastarda mezcla de romano y godo:
Inspira al tierno Alfonso el noble aliento
del héroe por tu diestra defendido:
que alce sobre fortísimo cimiento
de su patria el poder; y agradecido
al fiel amor de los que en lides ciento
sostuvieron el trono combatido
de la excelsa Isabel, próspero mande
renovando el blasón de Alfonso el Grande.
Recogemos un poema de Alfonso Camín en
Poemas (Antología,1931):
Desde el alto peñón baja el torrente
y ora es manto de espuma en el vacío,
ora un collar que se nos fue en rocío,
ora epopeya de tambor batiente.
Llega hasta abajo, se transforma en fuente;
va más abajo, se transforma en río;
más abajo, un clamor, un vocerío
de alguien que lucha con extraña gente.
Voz que en el viento su vigor prolonga,
de pastor en pastor, de braña en braña,
ruge en Onís y repercute en Ponga.
¡Es la voz de Pelayo en la montaña,
que empieza resonando en Covadonga
y acaba resonando en toda España!
A finales de siglo, Teodoro Cuesta canta a la
Santina en Glorias de Asturias y a la Santísima
Virgen de Covadonga. Poesías (en la obra
Poesías asturianas.. de Cuesta. Oviedo, 1895).
Podemos citar también a Enrique Cevallos y
Quintana, autor de Covadonga. Fantasía en
tres cuadros y en verso. Madrid, s/a.
La ya citada en la poesía épica, Antonina Cortés
Llanos, tiene un bello poema a la Virgen:
Una flor de Covadonga:
¡Virgen de Covadonga! ¡Madre mía!,
al daros este nombre idolatrado
y al subir la montaña apresurado,
muestro mi amor, que en vuestro amor confía:
al llegar, ¡oh! Señora, en este día,
peregrino a tus plantas, prosternado,
te ofrezco el corazón que no ha dejado
nunca de amarte, Celestial María.
Grabada en él, tu dulce Imagen lleva;
para mi patria, tu piedad implora,
y esta flor que ha crecido en el Auseva
llevo también de tu vergel, Señora;
Tú la viste nacer desde la Cueva,
y le diste perfumes en su aurora.
El Santuario 22 23 FORO COVADONGA
Emilia Danero de Ramayón tiene una amplia
Poesía escrita en el Álbum del histórico Santuario,
8 pp. (“Testimonio de amor a la Santísima
Virgen de Covadonga en el fausto día
de su solemne Coronación” con verso inicial
de A. F. Grilo). Madrid, 1918, 8 pp.
Nicolás Suárez Cantón tiene también una
poesía titulada A S. M. la Reina doña Isabel II
al presentarse con el príncipe D. Alfonso en el
Santuario de Covadonga, (1h).
... Cual brilla entre las sombras
inestinguible y pura
en esa cueva oscura
la luz ante el altar,
cual brota al pie del ara
y en ondas se desata
Vega de Enol.
ese raudal purísimo,
y crece y se dilata
corriendo hacia la mar.
Así la fe sencilla
del pueblo de Pelayo
cual luminoso rayo
sus pasos alumbró;
así de siglo en siglo
Dios dilató su imperio,
cuyos humildes gérmenes
por un alto misterio
en él depositó...
Del mismo autor tenemos: Poesías: A la reina Isabel II. El Santuario de Covadonga.
El jesuita Nazario Pérez, con el título: En la fiesta del nombre de María (primer aniversario
del 12 de Septiembre de 1923), recogido en la revista Covadonga rememora tiempos pasados
y la presencia permanente de la Virgen:
Una vez más, dulcísima María, triunfó tu nombre santo:
bajo tu excelso manto otra vez renació la patria mía...
Por ti renacen siempre nuestras glorias:
De la morisma rayo tú en Covadonga alumbras a Pelayo;
con tus templos señalan sus victorias
los Alfonsos, Ordoños y Ramiros...
Casimiro Cienfuegos escribe la poesía A María (plegaria), dedicada al gran poeta de “La Virgen de la Montaña”, el muy Ilustre D. Luciano García:
Lucero de la aurora, rosa dorada,
imán de Serafines y de canciones,
los ángeles te llaman Inmaculada,
¡oh flor de las humanas generaciones!
Los hombres que sollozan y desfallecen
en esta estrecha cárcel, honda y oscura,
el corazón levantan y te lo ofrecen
-el cáliz de la mirra de la amargura-!
Otra cosa no tienen, Virgen María,
que el cristal de sus sueños y de sus penas:
cólmalo tú, Señora, de tu ambrosía,
de luz de tus azules pupilas buenas...!
Si a mí vuelves tus ojos, se me disuelve
en lágrimas el hielo de la amargura:
¡pues, Señora, tus ojos de aurora vuelve
y envuélvanos la gracia de su luz pura!
Henos aquí a tus hijos, henos de hinojos;
escucha la plegaria de nuestro anhelo:
Vuelve a nos, oh María, tus dulces ojos,
¡así harás que a la tierra se incline el cielo!
Es obligado citar entre la poesía generada por Covadonga el Himno a la Virgen de Covadonga
(música impresa) de Ignacio Busca de Sagastizábal, con letra de Restituto del Valle (O.S.A.)
y colofón de Emiliano de la Huerga, Covadonga,
Bendita la reina de nuestra montaña,
que tiene por trono la cuna de España
y brilla en la altura más bella que el sol.
Es Madre y es Reina. Venid, peregrinos,
que ante ella se aspiran amores divinos
y en ella está el alma del pueblo español.
Dios te salve, Reina y Madre
del pueblo que hoy te corona
y en los cánticos que entona
te da el alma y corazón.
Causa de nuestra alegría,
vida y esperanza nuestra,
bendice a la Patria y muestra
que sus hijos tuyos son.
que sus hijos tuyos son
(siguen otras dos estrofas)
Moisés García Fernández-Vallín escribe una Oda a la Virgen de Covadonga, (Gijón, 1918, 4 pp).
Adolfo de Miguel Garcilópez escribe en la revista Covadonga esta poesía:
En un rincón de Asturias,
abrupta cuna de la Madre España,
donde ha doce centurias
que la agarena saña,
vencida, sucumbió ante la montaña,
Se eleva un santuario
que erigieron con fe nuestros mayores,
y es urna y relicario
de todos los amores
de Asturias y sus nobles moradores.
Sobre una roca ingente
que emerge hacia el final de una cañada,
del Sella a sus pies siente
la marcha apresurada
y de los vientos la caricia helada...
Y por eso al Auseva,
de nuestra libertad cuna divina,
cual incienso, se eleva
la voz de la tierrina
que aclama a España y reza a la Santina.
Luciano García, Magistral que fue de Covadonga, compuso una bella poesía a la Virgen de Covadonga que tuvo el privilegio de ser publicada por Juan Valera en su Florilegio. Posteriormente el propio Luciano (1926, en la Rev. Covadonga) rehizo esta poesía, dándole más vigor y concentrando más los pensamientos:
Monolito del Repelao
LA REINA DE LA MONTAÑA
El AUSEVA
¡Recuerdos bulliciosos de mis hogares...!
¡Alegres romerías...! ¡Montaña santa...!
¡Flores pobres y humildes, cual los cantares,
que brotan temblorosos de mi garganta...!
... Auroras de mi patria... la luz divina
dadme de vuestros cielos y vuestros soles,
para decir amores a la Santina,
porque nunca la olviden los españoles...!
Su historia es muy humilde... No la he inventado.
No la juzguéis, por mía, rara y extraña.
La he aprendido a sus plantas: me la han
[contado]
los vientos y torrentes de la montaña.
... Y aunque pobre, de hinojos hay que leerla,
que ella encierra milagros de poesía,
como la humilde concha guarda su perla.
como guarda tesoros la mar bravía.
Allá... donde los montes, como titanes,
que aun levantan rebeldes el cetro roto,
se alzan bravos y altivos entre huracanes
desafiando al rayo y al terremoto...
Sobre un trono de rocas, cual rey guerrero,
presto siempre a su lucha, se alza el Auseva,
velando día y noche la santa Cueva,
que guarda los destinos de un pueblo entero.
El sol de las batallas quemó su frente,
y hoy, tendido a la sombra de la Cruz Santa,
sueña nuevas conquistas para su gente,
en tanto que un torrente le arrulla y canta...
LA PEREGRINA
Por la vega florida de los pastores,
cual reina perseguida pobre y hermosa,
iba un día la Virgen, cogiendo flores
para un Niño que lleva, de nieve y rosa.
... ¿Quién es esta que llega? cantó la brisa;
¿Quién? responden los ecos de la espesura,
que alegra la montaña con su sonrisa,
que ilumina los cielos con su hermosura...!
SANTA MARÍA. La Santina
Así llegaste un día, Reina adorada.
Desde entonces, de el cielo de tu mirada
recibe claridades la luz del día,
te bendice la gloria de la alborada.
La montaña te canta con armonía
de la selva, del viento, de la cascada,
mis padres te llamaron ¡“Santa María”!
y el Auseva te dieron por morada.
Delante de tu imagen juntas rezaron,
las que fueron, cristianas generaciones.
Por ti fueron valientes, por ti triunfaron,
por ti fue España reina de las naciones...
Y otro Magistral, casi perenne en Covadonga por su longevidad, nos ha dejado preciosas poesías, normalmente publicadas en la revista Covadonga a partir del año 1923. Comencemos por:
LA CANCIÓN DEL TORRENTE. (Rev. Covadonga, 28-08-23);
... ¡Qué día de guerra!
¡Qué horrible matanza!
Al que respetaron la espada y la lanza
la nube preñada de rayos lo alcanza
o se abre a sus plantas el monte y lo entierra.
... Al saber la rota dirá algún anciano
mientras acaricia la barba su mano
¡así estaba escrito!
Mal haya aquel monte que os tornó la flechas
dirán los que entonen cásidas y endechas.
¡Cuitados! No saben que el Leño bendito
sobre la cristiana hueste relucía
y que bajo el vuelo de su regio manto
les daba cobijo la Virgen María...
El mismo D. Manuel dedica una poesía a la Virgen de Samsó, que como él explica en prosa: “Es la que se venera en la Basílica, bellísima y de un valor artístico extraordinario... Cuando llegó a Covadonga se la llamó la Virgen de la Silla. Samsó fue el escultor que la creó. En ella se conjugan de una manera admirable la belleza, la majestad y la ternura. Don Antonio Maura, que se extasiaba contemplándola, solía decir: aunque otros motivos no hubiera, sólo por contemplar esta Virgen merece la pena venir a Covadonga”. Este D. Manuel tiene el privilegio de escribir en la Rev. Covadonga en los aniversarios o bodas de la construcción de la Basílica. Veamos fragmentos de las bodas de Plata y de Oro:
POESÍA: EN EL 25 ANIVERSARIO DE LA BASÍLICA.
Sobre gigantesco pedestal de rocas
Rasgas con tus flechas el tul de los cielos
Y con el hechizo de tu gracia evocas
Mis años floridos, mis primeros vuelos.
Virgen de Samsó.
Quisiera hacer escala en la playa distante
Donde al son de suspiros y canciones
Centra en Ti su nostalgia el emigrante…
El ave de mi vida fatigada,
Que ya torpe aletea,
Retornó querenciosa e hizo en Ti su morada.
Aquí habrá de esperar su última hora,
Porque ya el sol se inclina;
Y mientras llega el gozo de ver a la Señora,
Contemplará su imagen: ¡la Santina...!
Del mismo D. Manuel es el Canto a la madre de España, (poesía premiada en los Juegos Florales de Larache):
¡Oh madre fecunda de veinte naciones!
¿Quién dijo que has muerto? Tu vida es eterna.
Aún hierve la sangre de tus campeones,
aun el Poderoso tus fastos gobierna.
Agitan tus creencias vientos de montaña,
tu manto de reina desgarrado flota,
de embestir molinos de viento, está rota
tu lanza... ¡No temas, que aún eres España!
Al ara sangrienta de tus glorias llego.
Cual granos de incienso sobre ígneos carbones,
caigan mis estrofas en el sacro fuego
que arde de tus hijos en los corazones...
Buscando placeres arribó a ti el moro
y dio a tus ciudades bullicios de zambra.
De su fantasía te dejó el tesoro
y su sueño divino cuajado en la Alhambra...
Vaciamos el cofre de nuestro tesoro
con el desenfado de un derrochador.
Ni tú te arrepientes, ni yo lo deploro.
Siembra, madre, siembra tu sangre y tu oro,
que siempre, aunque tarde, cosechas amor.
Del Canónigo y posteriormente Abad de Covadonga, Emiliano de la Huerga, tenemos abundantes poemas en la Rev. Covadonga.
Cofre de recuerdos de tiempos mejores,
Hito de grandezas, un juglar errante
Su exvoto te ofrece; déjale que cante
Y que en tus umbrales deshoje sus flores.
Cuando tras la angustia de larga jornada
Se ve desde lejos tu airosa silueta,
Su tono rosado finge una alborada
En la misteriosa noche del poeta.
Impregna sus alas de recio perfume
El viento que en torno de ti se desliza
Y sobre tus aras un ángel atiza
El fuego sagrado que no se consume.
Con tus alarifes te vi cuando niño
Cómo ibas creciendo graciosa y lozana,
Por eso te quiero con doble cariño
Y beso en tus losas carne de una hermana...
Ánfora, custodia, búcaro, incensario
En que la voluta del ensueño flota,
Libro de mis rezos, santo relicario,
Estrella que marcas rumbo en mi derrota…
Alzando la insigne Cruz de la Victoria
Va al frente el Caudillo de faz aguileña.
Ráfagas de gloria levanta su enseña
En la polvorienta senda de la historia.
BODAS DE ORO
Hermana… —la de piedra sonrosada,
Por el sol y la luna acariciada—,
Que te arropas con nieve y te escondes en
[bruma…]
Y que, en la noche oscura,
Frente al sepulcro de Pelayo velas…
Cuando te bate el huracán, pareces
Galeón de la Patria que te meces,
Del bosque milenario sobre las verdes olas
Y te empinas y creces
Por columbrar más tierras españolas.
Y aún tu proa tajante
Lago Enol y lago Ercina.
Las cabañas y la mina.
Los barrenos.
Y los truenos
bujerrean como buenos
bajos: la cuerda divina
en el dúo Enol – Ercina.
Y en invierno, al lago Enol
canta el viento en “si” bemol.
Veamos el de la Basílica dedicado a la novelista de Covadonga, Concha Espina:
POEMA A LA BASÍLICA: (DEDICADA A CONCHA ESPINA)
Vuelo de piedra a la altura,
Piedra aupada y viajera;
Mimo de arcángel orfebre,
Cielo en un giro a la tierra.
Como una grácil gaviota
—al cénit las blancas velas—
ensaya posar su planta
sobre la roca cimera.
El bosque encrespa sus olas
De esmeralda frente a ella…
Peregrina hacia la altura,
Sutil e ingrávida piedra
Que esperas calor a bordo
Y no marchas… ni te quedas.
Catedral —poema rojo
De expiación agarena—
Llévame en tu nave, quiero
Bogar en ti por tu senda.
Recordemos también a Salvador Bayarri con su Poesía en Luces del Auseva:
En el alma abierta de las piedras vivas
Como en nidos de águilas rapaces y altivas,
Está el Santuario, casi inaccesible,
Humilde y agreste, sereno y terrible,
De la virgen pura, perla entre las rocas,
Que limpia a los hombres de ansiedades
locas...
Mucho más recientes en el tiempo tenemos: El sueño de piedra y cielo (Oviedo, 1985, 45pp.) de Luis Arce de Velasco, y el ZÉJEL DE INVIERNO DE VALLE BULNES:
Poesía en bable
De las escasas composiciones literarias sobre Covadonga escritas en bable podemos citar una primera de José Caveda y Nava:
Poesía en asturiano sobre la batalla de Covadonga (1839).:
¿No ves, amigu, isti templu
que llevantó la piedá,
escondíu neses breñes
a los pies del peñascal?
Pos ye un recuerdu de gloria
pa toa la cristiandá.
Si el mundu lu olvida agora,
un día vieno a xuntar,
sol amparu de María,
un tronu rial y un altar:
el tronu en Xerez perdío
d’ un rei pola lliviandá,
y el altar que a Dios alzara
Recaredu en so bondá...
Ciegu, rabiosu, esgonciáu,
Muz, fartu de lluchar,
fuxe perdesesperáu
la muerte que lu amenaz...
Entre lloros del que fina
y destrozu y mortándá,
ruxe el son de la victoria
que derechu al cielo va:
los ánxeles lu repiten
velados de maxestá;
y sobre roines sangrientes
del vencíu mosulmán,
enarbólase la cruz
que fo del triunfu señal;
y a España torna Pelayu
ara, tronu y llibertá.
De Ángel de la Moría se conserva ua: “¡Ijijú!. Viva Covadonga. Poesía”, en A teya vana: Versos en bable llanisco, Llanes, 1893, pp.43-45. Pin D’Escola recuerda la historia y la leyenda de verso asturiano, Oviedo,1918, 23 pp:
Veamos algún fragmento:
... P’allanzar e l’esafiu
y fer traza de lluchar,
mienester yera atopar
ente lo muncho escueyiu
q`en Cangues taba reuniu
un home q’ en sin esmayu
pudiés cargar col trabayu
de capitaniar la xente,
y hebo l’ aciertu evidente
de dai el mandu a Pelayu...
Aunque bravu y enfotau,
coidó Pelayu llocura
dar la cara na llanura
a un contrariu tan armáu
como criecieu y entranau,
y ansí q’ allegó la nueva
de q’ el moru cerq’ esteba
fo abondo sabiu y pruente
pa embosquiase con la xente
no cimero del Auseba...
... Llábanes, trouchos y cañes
rodaron per les montañes
en montón, a entrambes manos,
estrapallando africanos
como si fon musarañes.
Non tardaron n`abaxar
al fondu árboles enteros,
q`argayando peñasqueros
y bastiando al rampuxar
cuanto aportaben piescar,
finxenon entá mayor
la matancia y el terror;
y los montes semeyaben
que se frañín y aparraben
pa entierrar a l’invasor...
¡Repuñu! Entóncienes fo
la gorda, la de coyer,
la de fuxir o morrer,
la q’ al miesmu Alah plasmó
y al so profeta encurrió.
¡Dios Santu!... ¡Virxen Debina!
¡Q’ espantá! ¡qué degüellina!...
Ansina acabó’ l valor,
l’ orgullu, la gallardía,
l’ altiviez, la ñombradía
y el puñu conquistaor
q’ aquí trinxo l’ envasor.
Y ansina llogró Belay
(como ellos icin) cobrai
la de Xerez por sos manes;
que la paga ‘n Campomanes
el q’ en Payares la fai.
Co la vitoria esturiana,
q’ emplasmeció a los ñacíos
y a’ spaña egolvió sus bríos,
de la endependencia hispana,
y Pelayu, a la berllonga,
ye l’ esllabón que dellonga
y añuda ‘l tronu finau
n’ el Guadalete al reináu
q’ escomienza ‘n Covadonga.
Es, desde luego, muy curioso, irónico, festivo y divertido, este de Joseph Ábego que tiene
como tema Covadonga y don Pelayo. Escrito en 1945 hay una reproducción de 1998 que
seguimos:
Covadonga. Pelayo. (Romance en bable).
¡Güena la ovieren los moros
con don Pelayo en Cuadonga;
que llí trenta mil finaren
xuntos col traidor don Opas!
Güestes de la Media Lluna,
que Muza y Tarik comanden,
atraviesen el Estrenchu
y en Andalucía recalen...
Dengún con los invasores
se atrive a midir sos armes,
sinón un préncipe godu,
que de don Pelayo traten...
Dos mil aguerríos pastores
y cien ñobles lu acompañen
que pa vituallase tienin
en Enol ganau bastante...
Eren fasta siete mil
los que a caballu llegaren,
y otros trenta y cinco miles
los de a pie, para el ataque...
Munches saetes y piedres
contra la Cueva llanzaes
rebotan na peña y fieren
a los mesmos que les llancien...
Del altu Priena una peñe
de les que amiyen rodaes
rinca la vida a Don Opas
y a Alkamán, que xuntos taben...
Nel llanu de Güera Baxa
reta a presonal combate
a Munuza don Pelayo,
y day muerte nesi llance...
Vitoriosos los cristianos
y Asturies ya llibre de árabes,
corte y capital del reinu
a Cangues de Onís ñombraren.
Y por so escudu y trofeu
dani la cruz adorable
que, siendo en la llid ensinia,
DE LA VICTORIA la llamen.
En 1926 encontramos un Pelayo, en bable. A.D. 1926.
De 1976 tenemos una buena obra titulada: Covadonga na poesía bable: garrapiellu de rimes a la Santina por los poetas d’ayeri y per los de huey. Madrid, 1976, 82 pp.
La nuestra Santina es un poema en bable de Roque Pérez:
Ye galana y pequeñina,
pequeñina ye y galana,
la Virxen de Covadonga,
refecha, xentil, perguapa.
Illa y el Fiín seméyense
como dos goteres d’agua...
La Virxen de Covadonga
—talmente, aunque ye una estatua—
semeya, sin ver, que mira,
paez, sin vida, que fala;
y el que con fe la vesita
lei mel rostro la cara
el consuelu pa la pena
que lo engurria y atristay...
Acuarela de Jose Antonio Bustamante al que agradecemos su colaboración desinteresada en nuestra revista