Por circunstancias especiales (terminado el 3º curso de Teología en Oviedo, fui a Salamanca para cursar dos años y conseguir la Licenciatura en Teología) no nos ordenamos en La Felguera el 14 de marzo de 1964, sino en el Congreso Eucarístico Nacional de León (junio de 1964). Me ordenó en concreto el Legado papal Monseñor Landázuri (de Lima). Antes, y como preparación para tan solemne ordenación, “saboreamos” M. S. y yo unos inolvidables Ejercicios Espirituales “dirigidos” y acompañados por D. Alberto Torga, quien al mismo tiempo predicó en la primera Misa en la Cueva. Decidí celebrarla allí por el profundo amor a la Santina. Habíamos estudiado los dos primeros años de latín en el Seminario Menor de Covadonga y allí disfrutamos siendo ya jóvenes muchos veranos (los famosos Cursos de Verano tan excelentes-quizá los primeros de cuantos después se han seguido en distintas Universidades-). Me acompañaron en ese momento importante familiares y amigos (la mayoría de mi pueblo de León) que quizá no se aprecien bien en la fotografía. Mi maestro de Ceremonias fue C.B. compañero y amigo en los once años de Covadonga y Oviedo y hasta hoy. Por supuesto estaban mi padre (mi madre había fallecido dos años antes) y mis dos hermanos (el otro estaba en Argentina, adonde yo pensaba ir con la OCSHA, aunque después cancelé ese compromiso). El hecho de celebrar la primera Eucaristía en la Cueva, en el Altar de la Santina, fue un premio extraordinario recordado siempre con mucho cariño. Las religiosas de la Casa de Ejercicios nos prepararon amablemente una muy buena comida. El domingo siguiente volví a celebrar ya otra misa en Vega de C.. mi pueblo de siempre, con todos sus habitantes que me acompañaron en el oficio religioso y después en el vino y pinchos en la plaza del pueblo. Pasados 5 años, y cumpliendo lo que dice el himno de nuestro curso (de F.V. y O. C.): “Y si algunos han trazado otras sendas en su vida, siempre será el Seminario nuestro punto de partida”. La Licenciatura y el Doctorado en la Universidad de Oviedo me llevaron durante cuarenta años a las aulas (especialmente en la U. Laboral de Gijón). Pero no obstante siempre recuerdo y vivo lo que dice también nuestro himno: “Por más que el tiempo y la vida su ley al final impongan, nos quedará la Santina, nos quedará Covadonga”.